Relato que escribi esta mañana [y montaje de imagen para ilustrar ^^]. Espero que os guste ^^.
Las llamaradas cruzaban el cielo, los legendarios muros sagrados colapsaban con un estrépito que se oiría en todo el reino. Los gritos de la población moribunda se perdían ya en el viento cargado de nieve negra por la ceniza.
Las dos siluetas caminaban por el intrincado camino entre los desfiladeros de las montañas cubiertas de un traicionero blanco, una de ellas tropezó en el suelo estuvo suspendido un instante sobre el vacio antes de que su compañero consiguiese recuperarlo tirando de su cuerda.
Una vez en la cueva, asegurada la entrada con una gran piel. Encendieron fuego y se quitaron las pesadas capuchas y trajes. Abrieron una botella y la mujer sirvio una copa de licor caliente.
-Lo hemos hecho… hemos liberado al reino por fin…- sentenció el hombre con una gran sonrisa mientras bebía- el pueblo podrá alzarse ahora en su propio destino-
-¿El pueblo?.. ¿Te refieres al pueblo que ha ardido con los fuegos del dragón?...- contesto la mujer tocándose la intrincada diadema que cubría su frente- Talatos… reducida a cenizas…-
-¡Fue un sacrificio necesario Dalia! Y sabes que en el plan no era así… - se excuso el- nunca pensé que romper el sello tendría estas consecuencias… pero había que revocar a la aristocracia de los dragones... tu lo sabes… oíste al pueblo… -
-Lo oi, hoy su lamento… aprendí todo eso contigo todo lo que desconocía y de lo que se me habría privado, de la vida… del amor… - admitió ella- Quien me viera ahora… la suma sacerdotisa del dragón traicionando a su pueblo y llevándolo a la muerte con la ayuda de un un espía de Baltus…-
El hombre se atragantó con la bebida y la miró con los ojos muy abiertos.
-¿espía?... ¡no se de que hablas! ¿te ha afectado el fuego? –Intentó levantarse pero no pudo, cayo con un ruido sordo sobre las pieles- Dalía… la bebida… -
-Si, drogue la bebida amado mío- la mujer se levantó y colocó su mano sobre el rostro de el- Se que eres un espía de Baltus… te mandaron ha seducirme para conseguir acceso al sello del dragón… lo se todo Marcus… lo sabía desde el casi el principio… poco después de conocerte averigüé tu identidad-
-Entonces… ¿por que…? –Gimió el hombre mirándola- por que lo hiciste…-
-Por ti….- la mujer se arrodilló junto a él y hundió su rostro en su calido cuello- por que me enamoré de ti… me enamoré como jamás creí poder… porque por ti habría destruido el mundo… aunque supiera que después de conseguir tus propósitos me matarías…-
-Yo no… -replicó el dándose por vencido- ese era el plan cierto… pero no podía hacerlo Dalia… sabes que no podía matarte… por eso estamos huyendo… vámonos juntos lejos de Baltus y de Talatos de todos... Olvidemos estos nombres para siempre y vivamos juntos en algun lugar donde nadie nos conosca-
Su sonrisa iluminó el rostro de la sacerdotisa, esta poco a poco se quito sus ropas hasta quedar con el hábito de su orden.
-Se que lo harías amado… se que no pudiste matarme y que querías escapar conmigo… pero no puedo permitírtelo, descansa aquí… no tardaras en volver a andar… -le dio la espalda y camino hacia la piel que cubría la entrada- no puedo dejar que tu también seas un traidor… tu no… vuelve a tu hogar como un héroe, olvida lo que has visto aquí… los traidores no merecen que se les recuerde-
Alzó la gruesa piel de la entrada y el viento aulló con furia sobre su cabello.
-¡Dalíaaaaa!- gritó Marcus hasta que su garganta se quebró por el dolor… gritó mientras la figura de ella se perdía contra la tormenta y finalmente quedó solo con la única compañía del olor a cenizas que jamás le abandonaría…