LUT/ IV. SUPERVIVENCIA: Encuentros

Ale, a seguir leyendo!!!

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IV. SUPERVIVENCIA: Encuentros

La ciudad de Oruk dormía...

La ciudad de Oruk, arropada entre sus murallas creía estar completamente a salvo de las despreciables Criaturas de la Noche. Algunos soldados en pie hacían guardia en las almenas, cumpliendo la vigilancia nocturna, en las horas de descanso para los demás. Todo parecía tan tranquilo... la suave brisa de la noche se llevaba consigo las tensiones, los malos recuerdos vividos por cada uno de los habitantes de la ciudad... todo calmado, demasiada quietud envolviéndolos a todos excepto a Nékhan:
“ Corría enloquecida.
Estaba sola y tenía frío.
El ruido de una jauría de las temibles Criaturas de la Noche la acechaba por la espalda. Tenía miedo... pánico. Por más que se esforzara en correr no lograba sacar ventaja a sus perseguidores. Cada vez estaban más cerca. Podía escucharlos, regocijarse en su locura. Miraba hacia atrás pero no los veía, se ocultaban en la niebla y la oscuridad de la noche actuando con toda libertad. ¿Cómo habían llegado hasta allí? Se preguntaba asustada... Lo más horrible estaba por llegar. Un muro de piedra se alzaba ante su cuerpo. ¡No podía continuar!. Estaba en un callejón sin salida mientras que las abominaciones se acercaban más y más. Sus rojos ojos brillaban entre las tinieblas. Sus gruñidos ensordecían sus oídos y asustada los observaba acercarse lentamente. Sus colmillos abiertos, babeantes, preparados para destrozar a su presa. Se irguieron las cinco Criaturas de la Noche que la perseguían, alzaron sus garras para dejarlas caer sobre la aterrorizada chica....”
La sangre salpicó el aire. Un ahogado grito de dolor seguido de un cuerpo que caía sin vida en el rincón más oscuro de uno de los callejones de Oruk.

Nékhan despertó sobresaltada. Cerró los ojos para relajarse cuando comprendió que sólo era una pesadilla. Movió la cabeza hacia el mirador de su cuarto respirando acaloradamente. La tranquilidad entraba de puntillas en su estancia con la dulce brisa que hacia bailar las cortinas de su balcón. El terror se esfumó en el aire mientras se sentía arrastrada al mundo de los sueños para encontrar un deseado descanso en la reconfortante penumbra de su habitación. La luna llena brillaba filtrándose a través de las ventanas entreabiertas.
Un golpe seco llamó su atención. Vislumbró una figura no mortal con una garra en el interior de su real aposento. De un respingo abandonó el lecho y retrocedió.
- ¡A mí la guardia! - chilló enloquecida presa del pánico.
La deformación dio un paso al frente e introdujo su desfigurado cuerpo en la estancia. Busco con sus rojos ojos a su desdichada presa arrinconada. Gruñó antes de caminar hacia la princesa mientras otra criatura, de menores dimensiones, se encargaba de atrancar la puerta de las habitaciones reales.

Hitsys también despertó bañada en sudor. Había vivido el mismo mal sueño que la princesa. Escuchó a Xhassa reír a carcajadas entre las tinieblas. Abandonó la cama de un salto. El mismo presentimiento que en otras ocasiones le había salvado la vida anuló su mente para dar libertad a su instinto de supervivencia. Podía oler en el aire la presencia de los Hijos de Netz.... En la tranquilidad de la noche los monstruos de mal habían encontrado alguna manera de introducirse en Oruk, tomando por sorpresa a todos sus habitantes. Ahora entendía la visión del espejo.
Agarró su espada. Vestida con la finas ropas que la dueña de la casa le había proporcionado para dormir, entró de un empellón en la estancia del matrimonio.
-¡Anmel! - gritó zarandeándola.
-¿Qué sucede, Hitsys? - inquirió medio dormida.
-¡Hitsys! - gritó Nun al verla empuñado su arma.
-¡Las Criaturas de la Noche están en Oruk!- dijo con una expresión no mortal - Buscad un lugar para esconderos.
-¿Qué vais a hacer?- chilló la mujer asustada.
En el rostro de Hitsys apareció una macabra sonrisa. Su cabellera suelta y ese brillo en los ojos no hacían más que confesar a Nun sus intenciones.
Antes de poder detenerla había saltado a la calle.
Se arropaba en las tinieblas como cualquier depredador. El silencio era su mejor aliado. Se deslizaba sigilosamente, conforme había aprendido a lo largo de los años. El brillo de la lucha estaba presente en su mirada, en momentos así abandonaba toda razón para convertirse, casi, en un animal, en una fiera guiada por el instinto de supervivencia.
El camino libre. Se preguntaba por qué los vigilantes no habían dado la voz de alarma, pero se respondió a sí misma cuando observó a un grupo de deformidades desplazarse a su antojo por una calle perpendicular. Los reconoció, se trataba de gurjes; horribles y asquerosos. Semejantes a perros apaleados se alzaban en su estatura de dos metros cuando caminaban erguidos. Su piel era oscura y pegajosa. Sus fuertes mandíbulas destrozarían todo a su paso, sin esfuerzo.
Corría entre las callejuelas hacia la torre más cercana desde donde podría despertar a toda Oruk. Anmel y Nun le insistieron repetidas veces en la forma de dar la alarma en la ciudad si algún monstruo conseguía introducirse en ella. Las reiteradas advertencias del matrimonio podían comprenderse ante la pérdida de una hija por una inesperado ataque de los Hijos de Netz.

La princesa había caído prisionera bajo las garras del gurje que se había introducido en sus aposentos reales. Temerosa, se revolvía sin conseguir nada entre las zarpas de la criatura cuyos gruñidos no consiguieron acallar los estridentes gritos de socorro de la joven. Mientras, los soldados intentaban echar abajo la puerta de la estancia real.

La sacerdotisa también lo sabía. Ya había abandonado su lecho y corría con todas sus fuerzas a través de los pasadizos secretos que la conducirían hasta la habitación de su protegida. El desasosiego la hundía por momentos, sentía que Nékhan estaba en peligro de muerte y por más que corría más lejos tenía la sensación de estar. Empuñando el arma característica de su orden religiosa, entró de un empellón en la estancia real por una puerta secreta.
- ¡Nepher...!- gritó la infanta.
La princesa se sintió salvada en el mismo instante en que la sacerdotisa hizo su aparición en escena. Era una mujer inteligente y precavida, una de las pocas personas, por no decir la única, que conocían los pasadizos secretos del edificio real y la ciudad de Oruk. Quizá, en otro tiempo hubiera compartido su información con la guardia real, pero en las actuales circunstancias, el peligro, acechaba hasta en su propia sombra, no podía fiarse de nadie.
- Tranquilizados.- ordenó la sacerdotisa valorando la situación.
Una lanza de doble hoja jugaba en las manos de la mujer. La criatura que tenia prisionera a Nékhan gruñía a la inoportuna intrusa sintiéndose amenazado por su sola presencia. Lentamente retrocedía hacia el balcón.
El otro monstruo se abalanzó contra la sacerdotisa. La mujer lo esquivó con la elegancia patente en todos los movimientos de su cuerpo, como correspondía a una Andor. Se estaba preparando para abrir en canal a la molesta criaturilla que le cortaba el paso. De sollazgo miraba al más grande y a su protegida, haría todo lo posible para impedir su muerte.

Hitsys escuchó tras algo. Giró. Una jauría de gurjes corría hacia ella como los perros enloquecidos que eran, sedientos de sangre. Sus mandíbulas abiertas dejando ver sus afilados colmillos bañados en saliva. Sus pies descalzos cada vez se acercaban más y más a su objetivo. Volteaba la cabeza para comprobar como las Criaturas de la Noche ganaban terreno fácilmente mientras ella se esforzaba por aumentar su velocidad. Exigía a su piernas un esfuerzo sobrenatural para que los Hijos de Netz no la alcanzaran.
Llegó a la torre. Atravesó la entrada cerrando tras de sí la verja de hierro negro. A penas tuvo tiempo de alejarse cuando los gurjes se estrellaron contra los barrotes y con sus garras alcanzaron parte de sus ropas. Hitsys cayó al suelo con varios arañazos en el muslo. Rápidamente procuró alejarse de los monstruos que se revolvían al otro lado intentando alcanzarla.


Nepher, como sacerdotisa guerrera de Aris, estaba demostrando su valía. Había herido a su contrario varias veces. Estaba esperando la oportunidad para acabar con él. Mientras, se movía lentamente hacia el gurje que retenía a su protegida. De momento tanteaba la situación ocupándose solamente de uno. El pequeño monstruo se lanzó nuevamente contra la profetisa, esta vez iba en serio. En un rápido movimiento incrustó a la abominación contra la pared, junto a la entrada, y en otro ademán la partió en dos. La sorpresa se apoderó del gurje captor en el mismo instante en que Nepher se abalanzaba contra él y los soldados conseguía penetrar en la estancia derribando la puerta.

Hitsys había llegado a lo alto de la muralla. Los soldados estaban muertos y Oruk desprotegida. Escuchó unos sonidos guturales muy familiares. Se dejó guiar hasta su origen. Asomándose al borde de la muralla los vio. Agolpados a los pies del muro, en la zona exterior, junto a unas rocas aguardaba el grueso de las fuerzas de las Criaturas de la Noche a la espera de la oportuna señal para atacar Oruk.
Cogió uno de los arcos de los difuntos guardianes, no entendía porqué pero sabía lo que debía hacer. Tensó el arco y apuntó hacia la entrada oculta entre las tinieblas de la noche, en la zona exterior de Oruk. Soltó la saeta prendida de fuego. La flecha surcó el aire para atravesar a uno de los despreciables perros gurje. Rápidamente se incendió prendiendo con facilidad a los más próximos. La sorpresa y el desconcierto asaltó a los Hijos de Netz que comenzaron a chillar y revolverse en el suelo de dolor con la intención de apagar sus cuerpos. Hitsys no les daría esa oportunidad, continuó disparan mas flechas incendiarías. La mayoría murieron calcinados, los más afortunados pudieron huir despavoridos y quemados.

Un inconfundible gruñido a su derecha la alertó. Apareció irguiéndose, dispuesto a destrozarla, uno de los seres que habían logrado introducirse en la urbe. No lo dudó un instante, giró y soltó la flecha. Lo atravesó incendiando su cuerpo. El perro de Netz se revolvía entre aullidos de dolor como sus demás congéneres que ardían en la zona exterior de la muralla consumiéndose rápidamente. La baba que cubría su cuerpo era increíblemente inflamable, además de ácida para los Hijos de Aris que podían quedarse ciegos si alcanzaba sus ojos.

El gurje no tenía intención de soltar a la aterrorizada princesa. Nékhan, desesperada por la situación, se esforzaba inútilmente en deshacerse de sus garras. Tenía puestas sus esperanzas en su protectora y en el fornido guerrero de dorados cabellos que había abandonado su lecho con el tiempo suficiente para colocarse sus botas y coger su arma. La criatura retrocedía más y más hacia el mirador, rodeada por los veinte soldados que cercaban su situación obligándolo a elegir la única opción que le quedaba. Si lograba escapar...
Los ojos de rey se empañaban ante aquella visión, todos se sentían impotentes sin ser capaces de atacar por miedo a que la Criatura de la Noche acabase con la vida de la infanta.
- ¡Nékhan! - gritaba el soberano - ¡Hija mía!
Demasiado tarde. El monstruo huyó por la terraza. Saltando de tejado en tejado se dirigía hacia la muralla.
- ¡Gort, dad la voz de alarma! - gritó Kyo quien estaba al mando - ¡Los demás seguidme!
- Traedmela con vida…por Aris - suplicó el soberano a su hombre de mayor confianza cogiéndolo por los hombros.
Los soldados obedecieron las órdenes de su capitán abandonando la habitación para seguir al monstruo. Todos excepto Dharion quien se obstinaba en buscar otra manera para llegar más rápidamente hasta la princesa. Se asomó al mirador para observar como se alejaba el gurje. El también lo intentaría. Decidido cogió impulso para saltar con todas sus fuerzas desde el mirador de la estancia hasta el tejado más cercano. El golpe fue tan doloroso que el joven Humano quedó atontado durante unos segundos. Sacudió su cabeza para volver a la realidad mientras se ponía en pie tambaleándose. Sus ojos turquesas fijos en el monstruo que se alejaba llevándose a su querida infanta. Respiró profundamente, aún dolorido, y se lanzó una vez más, saltando de tejado en tejado como momentos antes lo hiciera el gurje. Afortunadamente las techumbres de las casas en aquella dirección estaban muy, muy próximas por lo que no sería un impedimento para un Humano como él, incapaz de gozar de la agilidad de unos seres evolucionados a partir de animales ágiles y fuertes.

- ¡Soltadme, maldito monstruo! - chillaba Nékhan mientras la abominación arribaba a su objetivo.

Hitsys llegó hasta la enorme campana de alarma. La hizo sonar con todas sus fuerzas. Oruk despertó en pocos segundos. Los hombres salieron a la calle armados con lo que encontraron. Mientras, los soldados se organizaban rápidamente para repeler el ataque.

Tras ella saltó un gurje. Hitsys abrió los ojos descomunalmente por la sorpresa. Alzó su espada para defenderse sin demostrar ninguna técnica, como podía poseer cualquier mediocre guerrero. Combinaba ataques de su arma con los mortíferos golpes de sus puños y piernas. Su agilidad y flexibilidad le conferían ventaja, y su pequeño tamaño suponía un impedimento para su oponente de mayores dimensiones. Con la brutalidad patente en cada movimiento cercenó de cuajo una pata de la criatura. En un giró completó separó su cabeza del tronco sin darle tiempo a reaccionar. La sangre saltó por el espacio y salpicó sus finas ropas mientras el cuerpo de la criatura caía hacia un lado desangrándose por el cuello. El cráneo fue a parar a los pies de la joven. Lo miró sin inmutarse.
-¡ Socorro! - escuchó tras de sí una voz chirriante que clamaba auxilio.
Dirigió su atención hacia ese lugar. Era otra criatura, pero llevaba a alguien prisionero. Hitsys corrió hacia el gurje, embistiéndolo con tal brutalidad que consiguió derribarlo. En su caída soltó a su presa. La reconoció, era la misma chica con la cual había tropezado en el mercado.
- ¿Estáis bien? - interrogó la morena.
Nékhan asintió presa del pánico mientras la otra la levantaba de un tirón. Un brusco sonido las distrajo a las dos. Otro gurje había llegado hasta allí haciendo astillas una puerta de madera que le impedía el paso. Ahora las dos monstruos las tenían acorraladas.
La princesa situada tras Hitsys temblaba incapaz de reaccionar. La forastera se esforzaba en mantenerla a salvo sin pararse a pensar los motivos que la guiaban a hacer algo así. El primero en atacar fue la criatura de la derecha. Esquivaba hábilmente tanto la espada como los violentos ataques de los puños y piernas de Hitsys.

Dharion alcanzó la almena cuya puerta había sido destrozada a mordiscos. Se estremeció. Qué criaturas eran aquellas capaces de despedazar el hierro como si fuera mantequilla?. Recorrió la escalera de caracol encontrándose a su paso los mismos soldados muertos que la extranjera había hallado momentos antes.
Alcanzó el borde de la muralla. Las vio. A su querida princesa escondida tras el frágil cuerpo de otra joven a la que reconoció en seguida.
- Es ella… - murmuró el guerrero al hallar, por fin, a la chica que Nepher había insistido en que debía encontrar.
Corrió hacia ellas para entablar la lucha contra el gurje que se había llevado a la princesa de sus aposentos. Sus enérgicos movimientos demostraban una maestría como luchador, una técnica inmejorable se evidenciaba con cada ataque de la enorme arma del guerrero. Su fuerte cuerpo aguantaría la pesada tarea de alzar, una y otra vez, su imponente hacha a dos manos.

Hitsys se sentía limitada al tener que defender a aquella chica que no hacia más que chillar y erizar los nervios de la forastera. Debía estar pendiente de ella, cogiéndola del pescuezo para que el monstruo no le abriese el vientre con sus garras, y moverla de un sitio a otro para no ofrecerla como un blanco fácil.
El sonido de la lucha llamó su atención. Ambas desviaron levemente sus miradas hacia el guerrero.
-¡Dharion! - exclamó Nékhan creyéndose nuevamente a salvo por la presencia de su estimado soldado.
- ¡Eh! - gritó la extranjera - ¡Vos, el del hacha!
- ¡Qué! - respondió costosamente a causa de su entrecortada respiración.
- ¡Encargaros de protegerla! - ordenó.
A penas tuvo tiempo de darse cuenta de lo que sucedía. De repente Nékhan cayó en sus brazos e Hitsys se interpuso entre ellos dos y los gurjes que los atacaban. Ahora apareció en su rostro esa media sonrisa de locura, de instinto animal que arrasaría a cualquier Hijo de Netz que intentara matarla. Su maestría dejó boquiabiertos a los dos casuales espectadores. A pesar de su ignorancia ante la forma de empuñar una espada correctamente y los movimientos necesarios para efectuar el mayor daño en el oponente, estaba ganando terreno a los dos monstruos.
La extranjera, de varios golpes con sus manos desnudas, hizo caer a uno de los monstruos desde la altura de la muralla. Continuaba su lucha, cuerpo a cuerpo con el gurje más aventajado bajo la curiosa mirada de los dos Humanos.
- ¡Dharion! - gritó Nékhan.
El guerrero a penas tuvo tiempo de reaccionar. Otro monstruo los cogió por sorpresa, había aparecido de escaleras situadas tras la joven luchadora. Con un zarpazo arrebató el arma al joven. El hacha salió despedida y se precipitó al vacío.

Algo rasgó el aire y se estrelló contra el suelo junto a Kyo. El hombre se detuvo y miró el objeto que casi lo aplasta. Reconoció en seguida aquel arma.
- Dharion…- murmuró entre dientes.

El Humano protegía con su cuerpo a la princesa mientras ambos retrocedían ante los continuos ataques del gurje. Con un sólo roce de sus garras podría arrancarle el brazo al chico. La pared de la muralla tras ellos les impedía continuar con su retirada para alejarse del alcance de los mortales golpes de su atacante. Los ojos turquesas del luchador buscaban desesperadamente algo con que defenderse o protegerse. Halló un escudo junto al yacente cuerpo de uno de los soldados asesinados. Se agachó para recogerlo y rápidamente lo alzó protegiéndose de las garras mientras abrazaba con fuerza el frágil cuerpecillo de Nékhan. La criatura no le permitía una sola oportunidad de atacar aunque fuera con sus propios puños. La princesa chillaba asustada sin que su estimado guerrero pudiera hacer nada más que sostener el escudo en alto y aguantar hasta que un milagro los salvase.
Dharion abrió los ojos exageradamente creyendo que era el final. El monstruo le había arrebatado su defensa metálica. El guerrero se abalanzó contra Nékhan y la cubrió con todo su cuerpo dispuesto a que el gurje le asestara a él el mortal golpe. Apretó los ojos preparado para sentir como las garras le abrirían la carne en canal... pero no ocurrió nada...
- ¡Es que sois… incapaz… de… defenderos! - gritó Hitsys al rubio guerrero quien abrió los ojos lentamente y giró hacia quien le había hablado.
Acababa de romper el cuello del gurje con sus manos.
La observó tambalearse mientras intentaba recuperar el aliento. Su espada empapada en sangre, sus ropas y su cuerpo. Había acabado con los dos gurjes ella sola. Hitsys se dejó caer en el suelo mientras cerraba los ojos para recuperar el aliento.
- ¡Sois... una nulidad... como combatiente! - murmuró a duras penas mientras inspiraba el aire necesario para oxigenar su cuerpo.
- ¡Cómo os atrevéis a insultarme! - gritó el aludido poniéndose en pie de un salto.- ¡Ni si quiera sabéis empuñar vuestra espada! - chilló al sentirse realmente ofendido.
- ¡No sabré empuñar mi espada… - inspiró aire acalorada y cansada - pero no me la ha quitado… de las manos… mi enemigo...! - comentó entornando los ojos con esa fría mirada tan penetrante y profunda que heló al impulsivo Humano.
- ¡Cuando deseéis os demostraré mi valía como guerrero y os haré tragar vuestras palabras! - gritó irguiéndose.
- No necesitáis… mediros conmigo, - respondió la extranjera desde el suelo, con respiración jadeante - sino demostrar vuestra valía en la lucha.
- ¡Me estáis ofendiendo! - se acercaba hacia ella herido en su orgullo, en su ego - ¡Exijo que os retractéis de vuestras palabras!
Dharion había sido educado duramente bajo los ideales de defender a los débiles, y las mujeres, eran para él los seres más frágiles del mundo. Adoraba a las féminas, pero no soportaba lo que acababa de ocurrirle. Había juzgado a Hitsys como otra más de las muchachitas de Oruk, siempre dispuesta a que un valiente guerrero las salvase.
Ella no era así e incluso se había atrevido a cuestionar su valía como luchador.
- Estoy esperando - el guerrero estaba enfrente de la extranjera en actitud altiva -, elegid, o retiráis vuestras palabras o no tendré más remedio que defender mi honor.
- ¡Dharion! - Nékhan agarró del brazo al joven - ¡Tranquilizaos, por Aris! Solamente ha sido un comentario.
- ¡Ha ofendido mi nombre y no puedo permitirlo! - gritó mientras agarraba a la extranjera del cuello de sus vestiduras y la levantaba de un tirón.
La princesa se apartó. Aún estaba asustada, después de lo que acababa de vivir, y su querido guerrero, en lugar de consolarla y ayudarla, estaba más interesado en demostrar su virilidad.
- Soltadme… - ordenó la extranjera.
La situación escapaba al control de Dharion. El joven se había topado con una chica diferente a todas las que conocía, una, que no estaba dispuesta a soportar sus estúpidas muestras de hombría.
- No. - estiró con más fuerza del cuello de la vestimenta de Hitsys - No hasta que mi honor haya quedado limpio.
La forastera estaba cansada de tanta estupidez y gallardía que realmente, en aquellos instantes no servían de nada.
- Como… deseéis… - respondió con notables muestras de que todavía estaba recuperándose de la lucha contra los gurjes.
Aquel joven era demasiado susceptible y el inoportuno comentario había sido tomado mucho más en serio de lo que ella realmente pretendía. En un principio sus palabras fueron pronunciadas sin maldad, pero una mente como la de Dharion sólo había entendido que se ponía en duda su valía como guerrero y como hombre. No había otra solución, la discusión había llegado muy lejos y era imposible intentar razonar con el luchador.
Ante la sorpresa de Dharion, Hitsys se deshizo de su garra con un rápido ademán. La joven retrocedió unos pasos dispuesta a ceder ante los designios del luchador.
En el rostro del Humano se dibujó una engreída sonrisa. Sin apartar los ojos de la extranjera recogió del suelo la espada de un soldado degollado. Ahora tenía la oportunidad de limpiarse su honor y vengar el daño que le causó a su querida Nékhan en el mercado.

- ¿Qué sucede aquí? - fue la voz de Kyo la que rompió la tensión del momento.
- Esta mujer me ha ofendido - explicó el rubio Humano -, y he exigido una satisfacción.
- ¿Os encontráis bien, Nékhan? - Nepher corría hacia su alumna.
La princesa aún temblorosa, se abrazó a la sacerdotisa encontrando paz y calma. La mujer respiraba aliviada alzando sus ojos hacia el oscuro cielo, daba gracias a Aris por haberla salvado de las garras de las Criaturas de la Noche.
- Nepher, - habló Nékhan - detenedlos - señaló a los dos mortales dispuestos a comenzar la lucha - Es ella, la que apareció en mi visión.
La profetisa clavó su mirada en la joven.
- Me ha salvado la vida - prosiguió la infanta - y no quiero que mate a Dharion.
- ¡Kyo! - Nepher requirió la atención del capitán de la guardia.
Con un simple ademán el hombre comprendió lo que la sirviente de Aris quería decirle.
- Ya está bien Dharion - ordenó seriamente-, bajad vuestra espada.
- ¡Kyo! - replicó el guerrero.
- ¡Es una ordén! - su voz no admitía ningún reproche.
El joven guerrero se sintió humillado y enfurecido pero tuvo que obedecer a su superior.
- Gracias, Hitsys, por salvarme la vida - Nékhan había corrido hasta la joven - y por salvársela a Dharion también - miró de reojo al chico -, no le hagais caso, es muy susceptible...- bromeó con la ingenuidad derramándose por su rostro.
- ¡Cómo sabéis mi nombre! - exclamó la extranjera
- Eso es un detalle sin importancia. - explicó la Kigianshai cuando se hubo situado junto a su protegida.
- Nepher… - murmuró la mestiza.
- Aunque de la misma forma yo os podría preguntar cómo conocéis mi nombre si nunca antes nos habiamos visto - sonrió la sacerdotisa posando su mano en el hombre de la princesa.
El silencio las envolvió parcialmente unidas en un triangulo de misterio se miraron.
- Sabéis que os he estado buscando durante toda mi vida - afirmó Hitsys con una expresión inusual.
La sacerdotisa asintió con una media sonrisa de complicidad...



“...Y el tiempo se detendría
cuando la sirviente de Aris
se encontrara cara a cara con
quien
sería una bendición
o
una maldición
para Oruk...
La duda jugaba de nuevo a adivinar la verdad...
La sacerdotisa
tendría
la
última palabra,
de salvación
o
condena...”
Bueno, después de leer tu hilo recopilatorio he de decir que me agrada la forma en la que narras (eres muy fluida, aunque yo abusaría algo más de las pausas largas) y aunque la temática que planteas se me hace algo dura -es un tema muy barroco para un contemporáneo recalcitrante como yo- he pasado un buen rato leyendo el texto. Un saludete!
Gracias por tus comentarios :D
Me alegra haberte entretenido durante un ratillo y no haberte agobiado...

A que te refieres con lo de las pausas largas?


Nos vemos

PD: Algun dia te contare que hay escondido detras de esa tematica que te parece tan dura y barroca ;)
Escrito originalmente por Hitsys
Gracias por tus comentarios :D
Me alegra haberte entretenido durante un ratillo y no haberte agobiado...

A que te refieres con lo de las pausas largas?


Nos vemos

PD: Algun dia te contare que hay escondido detras de esa tematica que te parece tan dura y barroca ;)

Yo usaría aún más puntos y aparte, para separar conceptos, porque he notado algún párrafo excesivamente largo, y otros, en cambio, mucho más breves. Y eso, a veces, rompe un poco el ritmo. Pero es un mero comentario estilístico:)

Sobre lo de la "dura y barroca temática", estaría encantado de aprender más cosas;) así que aquí tienes a un alumno, aplicado al menos:D
Saludos!
Gracias por el comentario, lo aplicare en los sucesivos capitulos, a ver si consigo mejorarlos un poco, porque la cosa se va liando y llega un momento que no se como se deslia. [snif]

Y lo de la "tematica dura y barroca", bueno no puede enseniarte mucho, solo soy una aficionadilla que le gusta escribir... :P

pero lo que si te puede decir que he la he usado esa forma de narrar y esa tematica por un motivo concreto y con un objetivo. Esa historia esconde muchas mas cosas de lo que aparenta...(cosas que he vivido y he sentido) [ayay]

Nos vemos
Muy Bueno, esperemos ansiosos mas capitulos, aunque tomatelo con calma, (Que no queremos que te de una lipotimia [+risas] )

Aqui tienes otro alumno deseoso de aprender.... [tadoramo]

Mi consejo es que intentes separar conceptos, cuando un lector lee, suele leer rapido y si no separas las diferentes situaciones narrativas el lector se queda algo confuso, por que no sabe cuando exactamente pasa de un tema a otro (por ejemplo las ilusiones y la realidad.)


P.D Muy bien expresado el duelo de caracteres de Hitsys y el macho Dharion (De verdad que me han entrado ganas de darle una bofetada al monitor [risita])
OHHHHHH!!! [Ooooo]

El problema es que para distinguir las ilusiones de la realidad en el texto original se notan las diferencias perfetamente porque lo que es ilusion esta en cursiva y entre comillas, y lo que es realidad esta escrito de forma normal, pero al pegarlo aqui creo que todo eso se pierde... :-( Tendre que investigar a ver como lo arreglo

En cuanto a pegar tantos capitulos... pos bueno, es que ya lo tengo todo escrito [jaja] , solo me falta el final, pero despues de vuestros consejos los volvere a releer e intentare rectificar cosas.

Muchas Gracias!!! [amor]
Bueno... ayer me leí el 2 y el 3... pero no pude postear nada.... este lo acabo de leer ahora... y me ha encantado... quizá como dice Prado más puntos y aparte estarían bien (no me había dado cuenta hasta que él ha hecho estas observación....) pero en general muy bien....


Como dice muad_did, vete con un poquito más de calma.... que es imposible llevar al día todo lo que posteas XD XD XD Me parece excelente que los pongas todos (estoy deseando el siguiente) pero para alguien como yo que ahora carece de l tiempo que tenía antes... es muy dificil seguir ese ritmo.... Aunque.... no hay ningún problema... porque para eso están los recopilatorios ;) :)
Despues de vuestras observaciones ire con mas calma, porque como he dicho antes, voy a revisar el resto de la historia para intentar que no se haga tan pesada y separar mas conceptos, porque se que la informacion es bastante densa...
8 respuestas