LUT V. Supervivencia: lLa sociedad de oruk

V. Supervivencia: La sociedad de oruk

Sin pronunciar palabra la extranjera acompañó a los tres hombres que habían ido a buscarla, al mediodía, a casa de Nun y Anmel.
A la cabeza iba Kyo, cuyo renombre y honor eran conocidos por todos los habitantes de la ciudad. Detrás de Hitsys caminaban, un Dherhosz, de piel bastante oscura que la observaba receloso, y Dharion. Aún continuaba herido en su orgullo...
La condujeron al interior del palacio, por orden del rey. La desconfianza de Hitsys aumentaba. El interior estaba construido a base de amplias galerías, de grises rocas, en las que el aire corría helado. A pesar de las ventanas abiertas a los corredores no era posible mitigar la oscuridad que había allí. A cada paso que daba en el interior de la aquel edificio era más consciente de que su futuro tendría mucho que ver con las gentes que moraban en él...
Oteó el panorama, otra vez la vio, la Muerte volvía a arrastrar sus pasos junto a ella. No sentíatemor, sólo deseo de conocimiento.
Se detuvieron ante la puerta situada al final de un largo y no muy bien iluminado pasillo, el Humano de cabello oscuro se dirigió hacia la joven:
- Entregadme vuestras armas - exigió.
Hitsys obedeció entregando su espada sin oponer resistencia, aún le quedaban los cuchillos en las botas.
No era estúpida.
Sus nervios estaban erizados y todos sus sentidos más despiertos y alerta que nunca.
Las puertas se abrieron lentamente, daban paso a una enorme y fría sala repleta de gente ataviada con lujosas ropas. Todos los allí presentes habían dirigido su atención hacia la extranjera quien quedó paralizada en el umbral de la puerta. Entre tantas miradas no consiguió encontrar la que anhelaba, donde estaría Nepher?. Unas bruscas palabras consiguieron sacarla de su ensimismamiento.
- ¡Seguidme! - ordenó el Humano de cabellos dorados sintiéndose un poco aliviado al demostrar su poder y dominio ante la forastera.
Portaba en la mano derecha su enorme hacha de guerra, la artífice de su musculatura y su descomunal espalda, con la que parecía sentirse seguro de si mismo. La chica lo seguía, custodiada por los demás soldados.
La actitud de Hitys era imperturbable y consiguió sorprender a todos porque no eran capaces de adivinar los pensamientos y sensaciones que atravesaban su mente. Ella guardaba dudas acerca de lo que estaba ocurriendo. Todo le parecia una farsa de conveniencias entre todos los Andors, Humanos y Dherhosz allí presentes. Era como si estuvieran engañandose a si mismos, con su falsa devoción, hacia un tipo situado al fondo de la estancia sobre un ostentoso lugar.
Cuando hubieron llegado ante aquel personaje, feliz de ser agasajado de aquella manera tan innoble y mezquina, el guerrero, y el resto de quienes le acompañaban, hicieron una reverencia. La extranjera permaneció en pie, sin inmutarse mirando su entorno. Por dentro se reía de tanta mentira como podía palparse en el ambiente. Vacilaba imaginándose el comportamiento del individuo homenajeado ante una situación critica como la vivida la pasada noche en las murallas de la ciudad: seguramente hubiera muerto.
Dharion miró de reojo a la extranjera y enfureció de nuevo al observar como no presentaba sus respetos al rey de Oruk.
- ¡Arrodillaros ante el rey! - ordenó mientras la cogía por el pescuezo para obligarla a hincar la rodilla en el suelo.
La chica se resistía reacia a obedecerle. Dharion la empujaba con fuerza para obligarle a ceder.
- ¡Soltadla! - ordenó el monarca desde su asiento en un tono de superioridad, como si lo que acabara de mandar fuera un favor para la joven.
El fiel servidor obedeció en el acto tragándose de nuevo su orgullo.
De un respingo la extranjera se irguió con el ceño fruncido. Ella no había hecho nada para que se le tratara de una manera tan humillante, al contrario había salvado muchas vidas... Ni si quiera cuando se enfrentaba con las Criaturas de la Noche había recibido trato tan degradante como el que recibia por parte de sus propios congeneres
El rey era un Humano, de unos 40, de cabello rojo y rizado. Sus oscuros ojos parecían intentar infundir el temor en el cuerpo de la bella jovencita cuya expresión de enfado se veía claramente en su semblante, las mejillas se habían sonrosado más de lo normal. La ira deseaba apoderarse de ella.
- ¡Yo, el rey Dreo, os doy la bienvenida a la humilde ciudad de Oruk, extranjera!- dijo el hombre en tono solemne - ¿Cuál es vuestro nombre?
- Hitsys... - susurró ella.
- Hitsys, toda Oruk debe estaros doblemente agradecida. - explicó mientras caminaba lentamente por delante de su ostentosa asiento - Uno de mis cortesanos me relató la hazaña que protagonizasteis cuando los dadnos atacaron a una de nuestras caravanas - la miró firmemente - no daba crédito a mis oidos...
Sus palabras sonaron como si la acción de Hitsys hubiera sido una farsa que los habitantes de la ciudad se esforzaron en deformar y exagerar
-...Pero - prosiguió - cuando mi propia hija me relató vuestra valentía y coraje desee conoceros personalmente....
El rey descendió de su lugar para coger las manos de la joven y mirarla fijamente.
- ¡Habitantes de Oruk, - alzó la voz para que sus palabras fueran escuchadas por todos - ella es Hitsys, ella fue quien dio la voz de alarma y salvó a toda la ciudad, y tambien a mi hija, vuestra futura reina, de las garras de las Criaturas de la Noche.! - hizo un leve pausa par dirigirse a la chica - ¡Por ese motivo deseo que seaís mi invitada el tiempo que pretendais permanecer en Oruk!
El rey sonrió esperando la respuesta de la chica.
Hitsys desconfiaba.
Los cortesanos estaban contentos comprobando la magnificencia y bondad de su soberano, mientras que los tres individuos, que habían conducido a la chica ante su rey, no expresaban ninguna muestras de alegría, mas bien desconfianza...
- ¿Qué respondéis? - preguntó el hombre mientras besaba sus manos.
- Nun y Anmel me han acogido en su casa - explicó tranquilamente...
- ...no os preocupéis - la interrumpió el rey susurrándole las palabras al oído -, no les importará, al contrario se sentirán honrados... además podréis visitarlos cuando deseéis... ¿Qué respondéis? - preguntó de nuevo en voz alta.- Y no aceptaré un no por respuesta… - murmuró.
La viajera asintió levemente con la cabeza. Se sentía tan perdida entre las gentes de Oruk...
Una parte de ella le gritaba que saliera corriendo de allí pero otra le decía que continuara hacia delante.
Acababa de comenzar un juego más, como el que había empezado, el mismo día de su nacimiento, con Xhassa: la Muerte.
El soberano elevó la mano y dos hombres ataviados con túnicas marrones llegaron ante él, le saludaron cortésmente esperando sus órdenes.
- ¡Será mi invitada, llevadla a sus aposentos! - ordenó el rey.
Los dos hombrecillos, de deplorable aspecto se fijaron en la chica con los ojos medio cerrados.
- Seguidnos... - dijo uno con serena voz.
Ella obedeció.
El monarca hizo un leve gesto a los tres tipos que habían permanecido, como imponentes y atléticas estatuas, al lado de Hitsys. Se acercaron hacia su rey quien se inclinó hacia ellos y en voz baja les dijo:
- Vigiladla... - alzó su vista hacia la figura de la joven que ya había atravesado las puertas de la sala real - no me fío de ella...

Nepher golpeó la puerta con sus nudillos unas cuantas veces. Momentos más tarde se abrió mostrando a la extranjera.
La sacerdotisas se sentia confundida mirando a Hitsys, jugaba a adivinar cual podría ser el lugar que Aris había reservado a un ser tan extraño y excepcional dentro de la sociedad de Oruk. La profetisa tenía claro que no iba a gozar de la tranquila vida de ama de casa, como la mayoría de las jovenes de la urbe. No, no podría ni por su caracter ni por su destino... su nacimiento había sido el comienzo de un futuro incierto... Nepher sentía los fuertes lazos que la unían a ella misma y a su querida Nékhan con la poderosa presencia de la recién llegada a la ciudad...
Hitsys, en el umbral de la puerta se sintió examinada minuciosamente y se movió un tanto incómoda.

- ¿Cómo conocíais mi nombre? - interrogó la mestiza en el interior de las habitaciones en las que había sido acomodada bajo los mandatos del rey Dreo.
- ¿Y vos? - Nepher respondió a la pregunta con otra interrogación - ¿Cómo sabíais el mío?
Hitsys calló porque no podía responder.
La sacerdotisa sonrió sentándose en el lecho junto a ella. Algo captó su interés en el pecho de la joven, un colgante muy similar al suyo.
- ¿Dónde lo conseguisteis? - interrogó la mujer cogiéndolo entre sus manos.
- No lo sé, siempre lo he llevado conmigo. - bajó su atención hacia el objeto del que estaban hablando - Lo único que se de él es que me protege de la Muerte.
- Ya veo…
Nepher se incorporó suspirando, cargándose de valor para continuar hablando con la forastera.
- Mi visita no es de cortesía, - se giró hacia su oyente y respiró profundamente - Necesito pediros un favor…
La joven permaneció en silencio a la espera de que Nepher hablase.
- ¿Estaríais dispuesta a acompañarnos en un peligroso viaje?, - interrogó - parecéis conocer demasiado bien a las Criaturas de la Noche... - añadió.
- ¿Qué queréis decir con eso? - inquirió la forastera molesta poniéndose en pie.
Aquellas palabras le sonaron un tanto acusatorias.
- No deseaba ofenderos. Perdonad mi torpeza si lo he hecho - se disculpó con la amabilidad y educación correspondientes a un miembro de la orden Kigianshai -. Quería decir, que seríais de gran ayuda en nuestro viaje al templo de Aris, en el Este...- la miró, la expresión del rostro de la chica se suavizó - Sabía que más tarde o más temprano daríais conmigo y con Nékhan... - sus ojos resplandecieron durante unos instantes - vuestra llegada a Oruk no fue por casualidad... nuestea amada Diosa Aris lo planeó todo...
- ¿Planeado? - indagó confundida Hitsys
Nepher se limitó a asentir.
- ¿Queréis decirme, que he estado toda mi vida luchando por nada, que mi futuro ya estaba fijado? - el tono de su voz era duro y exigía una rápida y convincente respuesta - ¡No lo creo! Sólo me crucé en vuestro camino por casualidad…
- ¡Nada ocurre por casualidad! - exclamó Nepher, su expresión rozó la locura - Lo he sabido todo antes de que ocurriera…- susurró - Sabía que vendríais a mí… - Hitsys, imperturbable atendía - en busca de algo… - ahora comenzaba a asomar la sorpresa en el rostro de la joven -, algo que sólo una sacerdotisa Kigianshai como yo puede daros…
- ¿Cómo…? - a penas se atrevió a preguntar.
- ¿Cómo puedo saber lo que pensáis? - la interrogación la hizo Nepher muy serena- Aris me otorgó ciertos dones y la gran responsabilidad de preparar a su Descendiente, al Elegido …- hizo una pausa y sonrió - A quien buscáis desde que nacisteis.
- ¡Qué! - musitó aturdida.
- Tranquilizaos. - habló serenamente - Vinisteis a mi, de una forma u otra, en busca de lo ansiado desde que tuvisteis uso de razón - se acercó a su interlocutora para intentar infundir confianza en ella y en su palabras - Buscáis, como otra gente hizo, a Areg.Nuk.Arak. - afirmó cogiendo a Hitsys de los hombros.
- ¿Cómo estáis tan segura de ello? - inquirió duditativa la joven.
- Soy una profetisa de Aris y lo sé - se irguió orgullosa al nombrarse -. Los estudios de las escrituras de mis antepasados, mis dotes como visionaria y mi custodia del Elegido me permiten afirmaros a ciencia cierta lo que buscáis; a Areg.Nuk.Arak.
- Y si es así - permanecía reacia a creer lo que Nepher le desvelaba - ¿por qué le busco, según vuestras dotes? - interrogó con curiosidad.
- Para encontrar vuestro sino en la Creación - se acercó más a la extranjera.
- ¿Mi sino? - la extrañeza asomó al rostro de Hitsys - ¿Qué estáis diciendo?.
- Cada cual tiene una misión en la vida... - movió sus manos para acompañar su relato - Aquellos que sobrevivirán durante muchos años... - su voz sonaba relajada, dulce - y los que morirán nada más nacer... - sonrió acariciando el cabello de la extranjera - Una infinidad de caminos, sendas, atajos… conducen hasta nuestro destino en este estadio intermedio entre el mundo de los Dherhosz y el mundo de los Andors - hizo una pausa -, y nosotros tenemos la libertad de elegir por cual de ellos discurrir hasta nuestro fin en la Creación.
- Si decís que tenemos libertad para escoger - cruzó los brazos ante su pecho -, ¿por qué antes me habéis afirmado que Aris había planeado mi encuentro con vos?
- En la vida tomamos decisiones que nos afectan - entornó los ojos -, pero en ciertas encrucijadas es Aris quien elige nuestro devenir…
- Pero ¿por qué? - exigía un respuesta.
- Porque sólo así la supervivencia de sus Hijos en este mundo pasajero es segura - afirmó con una tristeza que encogió el corazón de Hitsys.
- ¿Mundo pasajero? - su curiosidad por los conocimientos que la Kigianshai poseía aumentaba a cada momento.
- Antes de que nuestra amada Madre se enfadara con sus Hijos - ambas se sentaron de nuevo en la cama -, cada raza ocupaba un mundo paralelo, distinto.. regido por diferentes normas Naturales... La vida de todo ser comenzaba en el Mundo de los Dherhosz, si cumplía bien su misión, al morir lograba aspirar al Mundo Humano, el estadio más difícil de superar... - hizo una leve pausa - Una vez cumplido su fin en este lugar, el alma del individuo alcanzaría el Mundo Andor... - suspiró- Si conseguía superarlo su alma se vería libre para alcanzar el eterno descanso en el Tuardhann... si no lo lograba comenzaba de nuevo su viaje desde el Mundo Dherhosz hasta lograr el descanso...
- Pero ¿puedes herrar en tu sino? - su interés iba en aumento.
- Sí, aunque haya veces en que Aris guíe los pasos de sus Hijos, - suspiró pesadamente - la última decisión siempre la ha de tomar uno mismo, y como en todas las elecciones, podemos equivocarnos.
- Entiendo... - musitó la extranjera a la expectativa de la sacerdotisa continuara con sus explicaciones.
- Cuando nuestra Madre enfureció, rompió el proceso purificador de las almas de sus Hijos. Confinó a las tres razas a vivir en el mundo más duro y difícil, el Mundo Humano...hasta que su descendiente, Areg.Nuk.Arak consiguiera despertarla de su ensoñación. Hasta ese momento seguiremos sufriendo el tormento de las Criaturas de la Noche y continuaremos prisioneros en el terreno material...
Hitsys calló durante unos instantes digiriendo la información que Nepher le había proporcionado. Algunas cosas le sonaban en su mente, relatos escuchados a lo largo de los años pero carentes de una sólida base que le diera sentido a la locura en la que estaban todos prisioneros.
- Entonces, según vos, mi sino es encontrar al Elegido… - afirmó no muy segura de que la sacerdotisa estuviera en lo cierto.
- Sí, - respondió la sacerdotisa -, por eso Aris guió vuestros pies hacia aquí, hacia mí.
- Bien, entonces - la miró fijamente.
Nepher sintió un escalofrío ¿cómo podía sentir la presencia de Aris al mismo tiempo que la de Netz en la extrajera?
- ¿Quién es el Elegido? - sus palabras cortaron el aire.
La sacerdotisa hizo una larga pausa observando detenidamente a la extranjera. Se reflejó en sus extraños ojos y suspiró aliviada en el mismo instante en que descubrió que si se comprometía con ellos jamás los abandonaría.
- Por eso os propuse acopañarnos a Memdor - explicó la mujer -. La princesa Nékhan es la candidata con más posibilidades que he visto en toda mi vida…Su alma divina aún está aletargada pero despertará muy pronto con la ayuda de los monjes mas sabios de la Creación. - Posó su mano en el hombro de su oyente - Deseo que comprendáis la importancia de vuestra presencia en el viaje.
- Pero si como decís la Elegida es Nékhan - la joven se puso el pie poniendo su mano en el pecho - por qué no lo siento…
- No lo sé - agachó la cabeza algo preocupada - lo único que os puedo prometer es que en Memdor lo descubriréis todo.
- Os acompañaré - afirmó decidida, sin apenas pensar, inconsciente de su serio compromiso.
Una responsabilidad mayor a la esperada caería sobre sus espaldas sin que se diera cuenta...
- Pero sólo por lo que me habéis prometido... - añadió.

La escolta personal del rey aguardaba en pie la llegada de su monarca.
- Sentaos - ordenó Dreo pesadamente cuando hubo entrado en la estancia.
Los cuatro hombres obedecieron, compartiendo con el gobernante de Oruk una mesa en la que unas horas antes había estado dialogando con Nepher. La conversación mantenida con la profetisa lo había dejado exhausto. Ahora, su semblante parecía cansado de vivir, envejecido de repente.
Había tomado la decisión más importante y dolorosa de toda su vida.
- Os he mandado llamar porque Nepher me ha explicado la difícil situación en la que nos hallamos - dijo cerrando los ojos intentando controlar sus sentimientos -. El viaje al Santuario Memdor no puede aplazarse más, es necesario que Nékhan y Nepher vallan al templo - alzó los ojos hacia el grupo - El es urgente que el Xarabamath averigue si realmente mi hija es Areg.Nuk.Arak o no...
El silencio se adueñó de la situación durante unos instantes a la espera de que el rey pudiera continuar con sus explicaciones.
- Debéis acompañarlas. - cogió aire para continuar - Nepher me ha pedido en especial que vosotros cuatro las protejáis.... algo ha debido ver...
El rey se tomó unos instantes para recordar las palabras de la Kigianshai.
- Nepher me ha confirmado - prosiguió Dreo con temblorosa voz - que las Criaturas de la Noche están más despiertas que nunca. - paseó su mirada por el rostro de cada uno de sus oyentes - Seréis atacados, sin duda alguna... - se detuvo en su leal capitán - Vos, Kyo, tendréis el mando de la expedición, deberéis reclutar al resto de componentes de la escolta, deben ser de fiar, capaces de dar la vida por mi hija sin pensárselo...
- No os preocupéis por eso majestad - habló el recién nombrado jefe de la expedición con el solemne tono que caracterizaba todos sus ademanes y palabras - tendréis a los mejores hombres.
El rey asintió con un hondo quejido de alivio ante la calmada respuesta de Kyo, su tono leal siempre lograba reconfortarlo en los momentos difíciles.
- Hay otra cuestión importante - explicó Dreo -, la extranjera también os acompañará...
Los comentarios estallaron en la sala.
- No estoy de acuerdo con la decisión de Nepher - el capitán de la guardia, situado cerca del monarca -, apenas conocemos a esa mujer. No creo que sea prudente que forme parte de un viaje tan peligroso en el que está en juego la vida de la princesa... - gesticulaba con las manos - La sacerdotisa se contradice a si misma, os ha pedido una guardia de hombres de máxima confianza y sin embargo se aventura a incluir a una extraña... - movió negativamente la cabeza - no me gusta...
- Lo se. Pero pensad que Nepher consigue ver más allá - explicaba el dirigente de Oruk para calmar a sus hombres - y me ha confirmado que la extraña no faltará a su palabra.
- Majestad - habló ahora Gort, inundando la estancia con su ronca y profunda voz -, no dudo de las habilidades que Nepher posee, pero yo no me fío de esa mujer, ha aparecido de la nada y...
-...además será otra carga - intervino Dharion oponiéndose a la presencia de la fémina quien había logrado ponerlo en ridículo hiriendole en su amor propio -, debemos proteger a la princesa y a Nepher, su supervivencia es primordial y como habéis dicho - se inclinó hacia adelante - las Criaturas de la Noche nos atacaran, - el brillo de la ansiada lucha apareció en sus ojos - solamente nos faltaba tener que cuidar de esa niña engreída y sabionda - cruzó los brazos ante el pecho.
- No tendréis que protegerla como a Nékhan o Nepher, la sacerdotisa me ha asegurado que no hará falta... - los miró uno a uno - pero personalmente, quiero que la vigiléis y si intenta algo raro contra mi hija o contra Nepher no dudéis en matarla... - sus palabras eran duras y siseantes, no iba a arriesgarse tanto como la bella señora que cuidaba de la princesa.
- Nos causará muchos problemas - habló Fars acompañando sus vocablos del asentimiento de su cabeza cargada de rizados cabellos castaños -, lo estoy viendo... irá a la suya y no habrá manera de hacerse con ella, es una viajera, tiene sus costumbres... ¿Cómo se le ha ocurrido a Nepher incluir una mujer así en la expedición? - preguntó al aire sin que nadie fuera capaz de responderle.
- Fars tiene razón - afirmó Kyo -, comprendedlo son tres mujeres entre bastantes soldados...
- ¿Qué quieres decir? - preguntó un tanto molesto el rey.
- Con franqueza majestad - se armó de valor para hablarle sinceramente de cuestiones que no eran desconocidas para Dreo-, ninguno de mis hombres se atrevería a deshonraros acercándose a la princesa, ni atentarían contra Aris con proposiciones deshonestas a Nepher, pero a la extranjera...
Dreo comprendió el sentido de las sabias palabras de su capitán, había ido en muchas expediciones y sabia lo que podía ocurrir en esos casos.
- Majestad, Kyo tiene razón - corroboró Gort aquellas afirmaciones -, la extraña es muy bella y se pasea con ropas poco acertadas, seguro que alguno intentará algo… - resopló - será un problema más, porque ni es la hija del rey ni la sacerdotisa de Aris, es una simple viajera... - explicó seguro de sus palabras.
- Comprendo lo que me exponéis - el rey se encogió de hombros -, pero Nepher me ha insistido en que su presencia es muy importante así que deberéis evitar por todos los medios que ocurran esa clase de acontecimientos que puedan perjudicar el buen ambiente y el éxito del viaje, ¿Ha quedado suficientemente claro, Kyo?
El capitán asintió con la cabeza.


El rey ordenó hacer los preparativos para el viaje. Sus leales servidores se apresuraron a organizar todo lo necesario para partir lo antes posible.
Mientras, la princesa, continuaba ajena a la grave situación que acechaba a todos sus mortales hermanos. Como de costumbre, la viveza y la ingenuidad de la joven contrastaban con la seriedad y sabiduría de Hitsys. La futura reina de Oruk, protegida desde siempre por la sacerdotisa Kigianshai, había tomado a Hitsys como una compañera de juegos casual. Nepher era demasiado mayor para seguir los caprichos de su discípula así que pensó que la compañía de aquella joven le iría bien. Todo el día riendo, jugando, divirtiéndose, dejándose llevar por el deseo de placer que inundaba la mirada de un chica que poco conocía acerca de la dura vida que existía al otro lado de los muros de su mundo de cristal, de su real palacio, de su olvidada ciudad... No estaba preparada para el crudo viaje...
Nékhan conseguía ahogar a Hitsys ante la mirada de Nepher. La sacerdotisa le suplicaba en silencio una oportunidad para la infantil princesa. La extranjera incapaz de reprochar el duro y difícil camino que debía soportar, tonterías sin sentido de una chiquilla malcriada y egoísta, se hundía en una tristeza capaz de mostrarla al mundo como una persona más frágil de lo que deseaba aparentar. No comprendía el irresponsable comportamiento de la futura reina de Oruk, en silencio la censuraba..

La degeneración de la vida de los Hijos de Aris hería dolorosamente a Hitsys. A pesar de creer rotundamente que la Diosa había muerto, no soportaba ver como sus Hijos se comportaban igual que antes del Ocaso.
El sufrimiento de varias generaciones y la acechante amenaza de las Criaturas de la Noche, no conseguían guiarlos hasta la verdad, hasta la luz que podría salvarlos... quizá no habría salvación porque ya todo estaba perdido. Ni si quiera las sabias palabras de Nepher, fiel servidora de Aris, conseguían aliviar la tristeza que producía a Hitsys la resignación a un oscuro futuro sin remedio.
Ella no creia que Nékhan fuera la Descendiente Esperada, no. Era demasiado niña para responsabilizarse de un empresa tan difícil...
La extranjera estaba segura de que Nékhan moriría en las primeras horas en que sus pies abandonaran la protección de las murallas de Oruk...

Partirían al amanecer, con los primeros rayos de luz, hacia el Este.
La noche era fresca, Hitsys no lograba conciliar el sueño. Abandonó su estancia. Las oscuras paredes de la edificación en la que la habían acogido la ahogaban. Ella necesitaba libertad, alzar la vista y no encotrarse más obstáculos que el horizonte y el cielo enfermizo tan añorado...
Las antorchas del pasillo estaban apagadas, todo el palacio dormía mientras ella se deslizaba descalza, con pasos lentos, por los interminables corredores. Solamente deseaba ver más allá de Oruk, la dañada Naturaleza que amaba.
Tras caminar durante largo rato vio al final de un pasillo un balcón que miraba al Este. La tierra roja, ahora apagada, se extendía hacia el infinito confundiéndose con las tinieblas de la noche. Hitsys se sentó en el borde de la baranda, alzando una pierna sobre la que apoyo sus brazos, libres ahora de las muñequeras que siempre solía llevar. Desde que estaba en Oruk había cambiado sus vestiduras por los finos y ligeros ropajes que Nékhan le obligaba a llevar.
La suave brisa y el aterciopelado silencio le traían recuerdos del mar. La soledad conseguía reconfortarla como otras tantas veces, cuando sus ánimos estaban destrozados, la calma y la serenidad de la noche lograban ser un bálsamo para su dolorida alma. Suspiró sintiéndose liberada por unos instantes tan maravillosos que pretendía disfrutarlos intensamente. Sabía que el viaje marcaría por fin su sino en el Mundo de Aris.
Miró sus manos examinando las cicatrices que recorrían sus palmas y antebrazos, no deseaba rememorar cómo ocurrieron...
Dolorosos recuerdos...
Un sonido la sacó de sus pensamientos, se asomó al vacío de la noche, sacando más de medio cuerpo y vio a un joven.
Lo reconoció.
Dharion trepaba por la pared de la construcción ayudado por una cuerda que Nékhan le había lanzado desde el mirador de su estancia.
Hitsys sonrió.
La princesa, por su condición no podía unirse a un soldado, su padre jamás lo permitiría, así que los enamorados se veían cada noche.
No quería importunar a los amantes así que decidió desandar los pasos dados desde su habitación hasta ese lugar.

Dos soldados hablaban con el rey un tanto acalorados, al parecer habían llegado hasta aquel punto del pasillo corriendo. Tras su real persona, otros dos guardianes portaban las antorchas para iluminar sus pasos a través de los enrevesados corredores de la enorme construcción.
- ¡Cómo se atreve ese gusano a visitar a mi hija por las noches! - gritó indignado - ¡Acompañadme, yo le daré una lección!
Hitsys lo vio todo apostada en una esquina. Sin pensar en lo que hacia echó a correr hacia la habitación de la princesa.


La extranjera irrumpió en la habitación.
-¡Qué hacéis aquí! - chilló Dharion al ver interrumpido su beso con Nékhan.
- El rey viene hacia aquí con varios soldados...- dijo fríamente clavada en el umbral de la puerta.
- ¡Si mi padre os encuentra aquí os matará! - gritó horrorizada la princesa abrazando a su amado.
Nékhan miró al joven. Él la besó. Se separo de su frágil cuerpecillo para correr hacia el mirador, la cuerda estaba allí, pero dos soldados se habían apostado bajo el balcón de su amada, siguiendo las órdenes de Dreo, quería cogerlo con las manos en la masa.

Hitsys regresaba a sus habitaciones sin interferir más en unos asuntos que en nada le convenían. Y segeguía preguntandose por qué había actuado así.

El chico volvió a la estancia muy asustado sin saber qué hacer, giraba sobre si mismo buscando un lugar donde esconderse. Si el rey lo encontraba allí con la princesa lo mataría sin contemplaciones, ni si quiera un milagro podría salvarlo de la ira de Dreo.
- Cerrad cuando me haya ido - ordenó a Nékhan.
Salió corriendo de la estancia.
La princesa se apresuró a obedecer. Apagó las velas y volvió a ocupar su lecho por si su padre entraba.
El guerrero cogió a Hitsys del brazo y sin decir nada tiró de ella. Ambos recorrían los pasillos para alejándose de la estancia de la infanta.
- ¿Qué estáis haciendo? - preguntó la joven cuando el chico se detuvo justo en el cruce de varios corredores.
Él no respondió. La miró fijamente.
- Perdonadme... - susurró antes abrazarla.
Hitsys temblaba en sus brazos. Lo miraba paralizada por sus hermosos ojos turquesa. Intentaba escapar mientras sentía como algo la arrastraba y la contradecía. Él la besó y todo quedó claro, ahora comprendía el error cometido al ayudar a los dos amantes, se había comprometido demasiado…
El beso de Dharion era apasionado, más de lo que ella podía esperar en una situación tan embarazosa, ya que él la estaba utilizando para salvar el pellejo... a Hitsys no le importó, se dejó llevar. Él también. El sabor de sus labios era embriagador y su cuerpo tembloroso el motivo para cometer cualquier atrevimiento.
Ella se aferró al cuello del guerrero, conociendo, por primera vez, el sentimiento que Aris siempre le había tenido vedado. Fue arrastrada y sus sentidos se sensibilizaron demasiado. Un escalofrío recorrió su ser, el Humano intentó mitigarlo apretándola más contra su pecho, aún asi, no evitó que la chica se mareara. En ese momento ella consiguió ver un lóbrego manto nublando su conciencia, portador de malos augurios acerca de la dudosa supervivencia del joven. Presa del ardiente beso de Dharion se sintió limitada a observar la enfermiza alma que Aris había concedido a un mortal como aquel, tan excepcional como podía leerse en sus claros ojos... y de repente la vio, otra vez, la Señora de la Guadaña rondaba alrededor. La Muerte no tardaría en poseer aquella pobre alma que la diosa había otorgado a Dharion.

La sorpresa asaltó a Dreo cuando giró la esquina y encontró al supuesto amante de su hija besando a Hitsys. El rey suspiró aliviado y carraspeó varias veces ante la ignorancia de los supuestos enamorados. Dharion levantó la cabeza separando lentamente sus labios de los de la chica, sosteniéndose la mirada mutuamente durante unos infinitos instantes.
El joven buscó a quien los había interrumpido. Fingiendo su asombro ante la persona del rey saludó:
- Buenas noches majestad - hizo una reverencia.
- Buenas noches Dharion, - su expresión era dura y seria - ciertos rumores habían llegado a mis oídos de que esta noche flirteabais con mi hija, a mis espaldas... - miró de reojo a los soldados que le acompañaban quienes, seguramente, le habían avisado de la osadía del joven - suerte para vos que no es cierto porque de lo contrario os arrancaría la piel a tiras y os colgaría por los testículos del asta de la bandera de nuestra ciudad, como escarmiento...
El joven tragó saliva ante la dureza de las palabras del rey. Podía ser una persona realmente sádica y cruel. Cumpliría sus amenazas sin remordimientos de conciencia, no era la primera vez que había hecho algo parecido con cualquier persona que osara atentar contra él o su hija
- ¿Quién se ha atrevido a contaros esas mentiras, majestad? Deberíais castigarlo - dijo Dharion maliciosamente.
- Tenéis razón... - sonrió mirando de soslayo a su escolta - Ya veo que habéis encontrado una candidata a convertirse en vuestra esposa, y por suerte para vos, no es mi hija...
- Claro majestad - forzó su sonrisa mientras abrazaba a la extranjera -, me enamoré de Hitsys el primer día que la vi, y hasta esta noche no me he atrevido a declararle mi amor…
La joven mestiza no había dicho nada porque sus atenciones estaban puestas en otras cuestiones más importantes que la conversación de los Humanos.
- Ya veo... - comentó el monarca no muy convencido -, pero recordad... si os veo, a tan sólo dos paso de mi hija os mataré...
- No lo olvidaré, majestad - afirmó el aludido con una nueva reverencia de sumisión.
Dreo giró con intención de marcharse, dio dos pasos y se detuvo.
- Otra cosa, Dharion - agregó a sus advertencias - no creáis que porque os permito ir en el viaje tenéis mi permiso para acercaros a la princesa, - sus palabras estaban cargadas de veneno porque conocía demasiado bien las intenciones de aquel soldado tan descarado e indisciplinado - pensad que tengo espías en todas partes - alzó los brazos hacia las paredes de su morada demostrándole hasta dónde podía llegar su poder como soberano -... con órdenes concretas... si en el trayecto de Oruk al Templo os acercáis más de lo imprescindible a Nékhan moriréis...
- Entendido majestad...
Hitsys permaneció allí de pie, con su mirada clavada en el joven quien también la observaba sin soltarla. Durante unos instantes estuvieron paralizados hasta que un mal presentimiento cruzó la mente de Dharion, el miedo lo arrastró a separarse bruscamente de la extrajera dando un salto hacia atrás.
- Perdonad mi osadía - dijo intentando liberar la tensión del momento -, creo que no me he comportado correctamente - suspiró antes de proseguir -. Debo agradeceros vuestra ayuda y vuestra discreción. - la miró - Mil gracias por no haberme delatado.
Todo quedó en silencio durante unos instantes. Una suave brisa agitó el cabello de la extranjera impregnando el aire con sus agradables aromas. Continuaba con sus ojos bicolor fijos en el joven de largas y rubias melenas, onduladas y tan sedosas como los hilos de oro que entretejían unas manos femeninas en un rápido recuerdo de Hitsys.
Lo estudiaba a fondo.
Tan imponente figura atlética, ese porte de luchador nato y esa clara mirada eran capaces de arrastrar a cualquier mujer a cumplir sus deseos como una fiel esclava, a todas las féminas excepto a aquella que ante él callaba y observaba.
¿Qué pensamientos atravesarían la cabeza de la chica?. Dharion jamás seria capaz de conocerlos. Su semblante sereno era una máscara capaz de ocultara sus cavilaciones.
- Regresad a vuestras habitaciones - volvió a hablar el chico, su tono fue un tanto tembloroso, sus nervios comenzaron a excitarse al sentirse observado y examinado, hasta en los limites de su mente, por la extraña -, yo regresaré a mi lugar entre los soldados... hay que descansar para mañana... - murmuró en el aire.
Las palabras no parecían ser oídas por ella, permaneció clavada allí. Dharion tuvo la sensación, por unos instantes, de que se había convertido en una estatua porque ni si quiera parpadeaba.
- Permitidme que haga una cosa más por vos, Dharion - exigió con voz serena y firme, dando unos cuantos pasos hacia adelante, sus finas ropas se agitaron produciendo un efecto hechizante ante el chico que la observaba receloso.
- No.. - respondió dando un paso atrás - no me fío de vos... - dijo asustado por el misterio que rodeaba a la joven - Y no deseo tener que agraderos más cosas esta noche.
La joven se detuvo en seco. La vio. Era Xhassa quien abrazaba a Dharion, amenazante, anunciaba que su muerte estaba cerca. El rostro de Hitsys se endureció, el pánico corría por las venas del guerrero quien había retrocedido unos cuantos pasos.
- Me tenéis miedo - afirmó ella mientras continuaba su atención fija en el comportamiento de Xhassa.
- N.. No... - sus voz sonaba temblorosa en el instante que la Oscura Señora acariciaba su rostro - no confío en vos... No comparto las opiniones de Nepher y creo que no tendríais que estar en el palacio ni deberíais acompañarnos en el viaje... - pronunció las palabras sin detenerse a respirar a causa de la extraña mirada ante la que sentía hielo en sus piel.
- Tanto miedo me tenéis.. - comentó al aire - Si hubiera querido haceros daño ya lo hubiera hecho... - sonrió ante la mirada de la Muerte, la joven estaba dispuesta a jugar su última baza - creo que estáis dolido por lo de la otra noche...
Dharion se irguió recordando su orgullo herido. Hitsys había dado justo en el clavo. La amenaza de Xhassa estaba perdiendo efectividad. La mestiza estaba ganando terreno, había conseguido desviar la atención del luchador de las sensaciones que ella misma le podía producir, infundidas por la traidora Señora Oscura, hasta los triviales asuntos que parecían preocupar tanto al joven guerrero.
- Os pido mil perdones si os ofendí con mis torpes comentarios - agachó la cabeza para acompañar sus dulces palabras - os aseguro que esa no era mi intención. - permaneció con su atención dirigida al suelo - Por favor, aceptad mis humildes disculpas.
El guerrero se quedó atónito... No sabía qué decir, ni qué hacer...
Hitsys había logrado alejar a Xhassa del joven durante unos instantes.
La extranjera alzó los brazos para desabrocharse uno de los colgantes que descansaban sobre su pecho, aquel que tanto interés había despertado en Nepher, su cabello se agitó envolviéndola, como siempre, en una aureola de misterio.
- Aceptad este amuleto... - alzó el rostro - si deseáis vivir... - su mirada suplicaba un sí como respuesta, la chica, con la cuerdecilla de cuero de la que pendía el talismán entre sus dedos, esperaba.
- ..Si quiero vivir... - repitió lentamente - ¿qué queréis decir con eso? - aquello consiguió asustarlo mucho más que las amenazas de su soberano.
- Este colgante - el nerviosismo asaltaba ahora a Hitsys mirando de reojo a los lugares más oscuros en los que la Oscura Dama podía esconderse - os protegerá de la Muerte... - explicó acercándose más al luchador - Yo también puedo atravesar la realidad, como Nepher, y estoy viendo a Xhassa rondar vuestra ánima...
Dharion reconoció aquel nombre que jamás se atrevería a pronunciar con tanto sosiego como demostró ella mientras esperaba que él aceptara su regalo. Sus palabras reveladoras habían resbalado por el aire como la hoja de una espada de hielo, rasgando y congelando los sentidos del joven. En sus ojos turquesa apareció el reflejo del miedo. No acertaba a responder ante lo que Hitsys acababa de confesarle.
- Por favor… - arrastró las palabras mientras observaba como la Señora de la Guadaña se disponía a saltar sobre su próxima víctima.
Dharion asintió con la atención fija en el colgante. No sabía el motivo pero el guerrero, impulsado por algo, sintió la inmensa necesidad de aceptar. El joven se inclinó hacia delante en el mismo instante en que la Muerte saltaba sobre él. Hitsys se apresuró a atar a su cuello el talismán, empujando a Xhassa al rincón más oscuro de aquel lugar.
El guerrero se irguió en toda su estatura, mientras la mestiza exhalaba un suspiro de alivio, esta vez había estado muy cerca.
“- Vuestra alma es mía, Hitsys ” - gritó la Oscura Dama en los oídos de la extranjera.
La chica la ignoró, ahora no tenía poder sobre Dharion. La forastera sostuvo el amuleto entre sus manos, mirando la extraña piedra roja que parecía gritarle algo. Cerró los ojos y la apretó.
- Aquedu eto essos - habló con extrañas palabras que parecían ser instrucciones concretas hacia el rubí que ahora colgaba del cuello del joven - ¡na!, ¡na!, sshudoque mog noist exham... ¿ku yu et?
Alzó su mirada hacia el soldado, parecía un tanto triste como si se hubiera deshecho de una parte muy importante de su ser solamente para proteger a Dharion de un cercano final.
- Nadie se atreverá a tocaros ahora... - dijo ella mientras se alejaba ante la mirada perpleja del joven.


“...El camino marcado por Aris se rompería
en mil pedazos...
La temida reacción en cadena
acababa de empezar
y
no se detendría
hasta que Nepher
presentara al Elegido ante los demás miembros de su orden,
hasta que el mundo entero conociera
el semblante de
Areg.Nuk.Arak...
El tiempo había comenzado su cuenta atrás...”
Muy bien, has conseguido que la historia coja su propio ritmo (Aunque este se salta a veces). te aconsejaria releer este capitulo por que hay algunas expresiones que hacer perder la fluides del relato (Estoy seguro que te las pasaste por alto [fumando] ).

La escena de la sacerdotisa (preguntandole por el viaje) es quizas un poco forzada.

Muy impactante el desarollo de la trama, (Sobre todo lo de los tortolitos). [oki]

Interesante la escena del rey con los guerreros, llevas muy bien la conversacion de esos grandes, aguerridos, chulos y salios guerreros.

Me ha extrañado un poco que Hitsys no le pegara una patada en la entrepierna al macho este. (Aunque explicas muy bien que ella se quedo sin fuerzas ante el hecho).

suerte para vos que no es cierto porque de lo contrario os arrancaría la piel a tiras y os colgaría por los testículos del asta de la bandera de nuestra ciudad, como escarmiento...


Estas palabras quedaran marcadas en mi memoria (por cierto deberias hacer que el rey hablara no se.... mas como un rey) [sonrisa]
Vamo a ver, por partes... [pos eso]

No se a que expresiones te refiers cuando me dices que se pierde el ritmo de la historia ( y por mucho q me la relea... me la se de memoria y creo q no podria encontrar esos fallos... [decaio] )

Por que te parece un poco forzado cuando Nepher le propone lo del viaje? Yo creo q queda todo bien explicado, no? :-?

Y lo de Hitsys, creo q tambien queda claro porque no le mete una galleta a Dharion... de todas formas, es algo q se descubre con el tiempo [jaja] No te voy a adelantar nada...

Y lo del rey... pos no se, a mi me parece que el tipo va de chulo para arriba, no? Y dependiendo con la gente q hable se expresa de una manera u otra, como lo hacemos nosotros,no? [oki]

Pos eso, que muchas gracias por leer esto [ginyo]
Guauuu, vaya pasada, me he leido esta mañana hasta este 5º capítulo y tu relato no deja de impresionarme, es fluido, tiene ritmo, acción, amor.... y todo de la manera más natural, no te limitas a las típicas palabras sino que tienes un legunaje abrumador.... las metáforas son fáciles y a la vez especiales...

No sé, si te digo que he trabajado a un ritmo superior para poder leer esta quinta parte te lo crees?.

A ver si mañana continuo con los siguientes capítulos porque en serio, me parece una maravilla, como si fueras una profesional de esto pero con la ilusión de alguien que empieza.

UN 10.

Por cierto, a veces me parece que estoy leyendo a Cragor, tenéis una escritura parecida...

Saluditos.
Gracias Ninguno, por tus palabras [ayay] , me sacas los colores.

No soy ninguna profesional, ni mucho menos, solo una ficionadilla que le gusta contar historias [carcajad].

Me alegra que te guste, a ver si continuas y me sigues comentando que te parece.

Y respecto a Cragor.... pos no lo se. Supongo que si, aunque no he leido mucho de el, ahora mismo estoy enganchada leyendo sus Lazos de Sangre, y a veces si que encuentro cierto parecido XD

Bueno, nos vemos!!!
4 respuestas