XII. SACRIFICIO
La mañana despertó tan triste como Hitsys.
El cielo habia cubierto sus ojos una vez más, sabia demasiado bien la verdad, el futuro se estaba convirtiendo ya en una leyenda que jamás podria ser transmitida de generación en generación. Netz despertaba en la Creación sin que el esperado descendiente de Aris puediera impedirselo, el Dios del Mal y la Destrucción se había hecho fuerte, muy fuerte, demasiado poderoso… Sus leales engendros le rendirian culto una vez más cuando traspasara la puerta que lo habia mantenido prisionero en su propio destino. Ahora todo era diferente… Ahora, Netz, había conseguido alcanzar por fin los dominios de Aris, aquello que siempre deseó… Abandonaria con actitud altiva y victoriosa su oscura morada para ser recibido, con apariencia de un ser de carne y hueso, por sus seguidores, sus propios hijos y los traidores Netherlatt…
Hitsys lo presentia. Mirando las oscuras nubes, que llorarian por los mortales Hijos de Aris, creia escuchar en sus sordos oidos las carcajadas de su eterna enemiga, Xhassa. La Oscura Dama los habia traicionado a todos, se había aliado con Netz, ansiosa de capturar las almas de las victimas de su locura. Aris jamás se lo perdonaria…
La maldad los rodeaba, pero sólo Nepher, Nékhan e Hitsys lo sabian. La sacerdotisa no podia advertirlos por mucho que luchara para despertar. La princesa, meditabunda, creyendose Areg.Nuk.Arak, pasaba las horas en el la sala dedicada al culto de las tres olvidadas deidades que una vez protegieron a Andors, Humanos y Dherhosz. Intentaba llegar a despertar ella sola, pero sin la yuda de Nepher era imposible. Lloraria una y mil veces más en silencio, ahogandose en su pena por no haber reparado antes en lo que estaba sucediendo. La extranjera se disponia a hacer su última locura, impulsada por su instinto de supervivencia se arriesgaria por todos los demás. En Memdor se sentia atrapada en su propia tumba…no habia otra salida, no existia otra elección.
- ¿Os marchais? - preguntó Kyo cuando la vio en la puerta de la estancia casi preparada - ¿A donde vais a ir?
- No os preocupeis por mi… - respondió intentando disimular su pena.
- ¡Estais loca! - exclamó el capitan acercandose a ella- ¡Las Criaturas de la Noche estan por todas partes…!
- No os preocupeis, Kyo - insistió la joven haciendo grandes esfuerzos para que el Humano no se diera cuenta de su tristeza -, prometí a Nepher que os acompañaria hasta Memdor - explicó para acallar los argumentos del hombre -, no tengo nada que hacer aquí - miró a su alrededor suspirando - debo proseguir con mi viaje.
- Os mataran… - afirmó el capitan.
- No creais que será tan fácil - giró sobre sus talones dispuesta a abandonar la estancia -, he sobrevivido durante todos estos años…
- A Nepher le hubiera gustado que os quedarais… - fue el último comentario de Kyo antes de que Hitsys abandonara la estancia.
La joven cruzó el patio dando la espalda al Humano mientras sentia como el pánico subia por su espalda: por primera vez en su vida sentia miedo de La Muerte, tenia miedo de Xhassa…
La extranjera subió a la torre más alta de Memdor, donde aquel dia el aire era frio, con aromas de destrucción. A la otra parte de la terraza estaba el guerrero Humano de larga cabellera mirando al horizonte. Hitsys permanecio unos instantes observandolo, deseaba recordar aquel instante tan especial. El cabello de Dharion agitado por el viento azotaba su rostro sin percatarse de que alguien lo observaba. Sus atenciones estaban puestas en vigilar la inmensidad del desierto que se extendia desde Memdor hacia el infinito.
- Hola... Dharion... - fue el timido saludo pronunciado por la extranjera.
El guerrero giró rápidamente y una sonrisa iluminó su rostro cuando la vio, tan rebosante de vida y tan mística como recordaba haberla conocido. Un mal presentimiento le oprimió el corazon, ahora era consciente, ahora se daba cuenta de lo que estaba sucediendo. De repente afluyeron a su mente lejanas imagenes de una de las visiones de Nékhan, exactamente aquella en la que Hitsys aparecio ante ellos tan hermosa como ahora se presentaba ante él y con la capa de embozo bordado en plata que ahora portaba.
- ¿Qué ocurre? - se atrevió a preguntar el Humano con voz temblorosa.
- Me marcho - dijo mirandolo a los ojos.
- ¿Os marchais? - exclamó sorprendido - ¿Por qué?
- Debo hacerlo - respondió reacia a darle más explicaciones.
La joven llevó sus manos al cuello para quitarse el colgante que Dharion le habia devuelto con la esperanza de que le salvara la vida.
- Tomad el amuleto - ordenó Hitsys mientras extendia la mano hacia el guerrero.
- No os entiendo - comentó irguiendose y entornando sus claros ojos - Fuera de Memdor estareis muerta en dos horas…- su rostro se endureció - ¡Ahora las Cristuras de la Noche lo dominan todo, vos no podeis saberlo porque en los útlimos días de viaje estabais incosciente! - explicó energicamente para disuadir a la joven.
El silencio los envolvió durante unos instantes.
- ¿A dónde pensais ir ? - se interesó él - No creo que haya un lugar en toda esta tierra que no esté en manos de las Criaturas de la Noche…
- No intenteis convencerme, Dharion - habló ella dando un paso al frente con intención de devolverle el colgante -, ya he tomado mi decisión, y esta vez, no hay nada que podais hacer para que cambie - agachó la cabeza -. Coged el amuleto, se hace tarde…
El guerrero permaneció mudo durante unos instante observandola, se dio por vencido, después de su insensibles palabras no habria forma de persuadirla…
- Quedaros con el colgante, os hará más falta a vos que a mi - comentó el Humano sintiendose abandonado mientras desviaba la mirada hacia el horizonte.
- Este amuleto no podrá salvarme la vida - dijo con esa tristeza que siempre habia conseguido llegar hasta el guerrero -, preferiria que os lo quedarais… quizá os resulte necesario algun día…
- ¿Por qué? - preguntó al aire con la mirada perdida.
- ¿Qué? - se extrañó Hitsys.
- ¿Por qué os empeñais en protegerme cuando yo deberia ser el protector y no el protegido? - inquirió acercandose más hacia ella.
- Teneis que vivir, Dharion - sus ojos brillaron de una forma especial -, por Aris… Debeis sobrevivir a todo…
El guerrero agarró la mano de Hitsys que sostenia el colgante.
- No podeis marcharos… - susurró el Humano mientras tiraba de ella.
- ¡Qué! - exclamó la chica cuando sintio una extraña vibración.
- No podeis abandonarme - suplicó el guerrero mientras la rodeaba con sus brazos -, os amo… Casi os pierdo una vez… - la estrechaba con fuerza para no dejarla escapar - y por poco me vuelvo loco, no soportaria perderos para siempre…
El terror asaltó a Hitsys en aquel instante. Se sentia agusto en los brazos del guerrero, le invitaban a olvidarse de todo y permanecer allí, cobijada en el pecho de Dharion para toda la eternidad. Sus piernas flaquearon ante aquella situación tan extraña para ella. Sintio un amargo dolor ahogar sus verdaderos sentimientos, una sensación inexplicable que le gritaba que estaba comentiendo un error, un fatidico error para ambos, para la Creación y sobretodo, para Aris…
Dharion acariciaba su cabello mientras besaba su frente cariñosamente. Había deseado aquel momento desde el instante en que conoció a Hitsys. Irradiaba algo que lo arrastraba sin remedio, como hechizado bajo sus encantos de criatura extraña y exótica. Aterrorizada entre sus brazos en un primer momento no estaba dispuesto a dejarla escapar. Cogió su cara entre sus grandes manos para besarla mientras ella sentia como la ira de Aris caeria sobre su alma. Cerró los ojos y no pudo hacer nada para revelarse. Hitsys habia estado buscando aquellos sentimientos, que dolorosamente, afloraban ahora a su entendimiento. Los conoció en sus recuerdos y cuando el matrimonio de Oruk la abrazó y cuando sintió el cariño que Dharion podia entregarle...
La tormenta estalló sobre ellos. Mil relampagos iluminaron el cielo y mil estruendos ensordecieron sus oidos. Hitsys abrió los ojos subitamente. Su mirada se nubló para mostrarle la descomunal figura de Aris que hallaron en el templo Kerjaid. Su rostro de piedra se desdibujaba en una monstruosa faz de furia que le gritaba sin palabras su error… o quizás… su desobediencia…
Repentinamente volvio a la realidad. Dharion no habia dejado de abrazarla y besarla llevado por su amor hacia ella. Hitsys, bruscamente lo empujó para apartarse de él.
- ¿Qué os ocurre? - preguntó sorprendido el chico.
- No puedo… - fue lo único que se atrevió a murmurar con esa mezcla de confusión, tristeza y pánico tan peculiar.
- No podeis… ¿qué? - el guerrero dio un paso hacia ella con intención de poner su gran mano en el hombro de la joven.
Ella se alejó bruscamente.
- ¿Qué sucede, Hitsys? - volvió a inquirir más asustado que nunca - ¿Por qué os comportais así?
- No puedo… - volvio a repetir dando un paso atrás.
La lluvia caia con fuerza sobre ellos, empapándolos por completo. Solamente ella seria testigo de los acontecimientos. La joven se irguió retomando su control.
- Debo marcharme… - afirmó desviando la mirada - adios…
- Un momento - Dharion intentó acercarse a ella pero la joven se alejaba, intentaba mantener una distancia considerable -, decidme que no me amais y os dejaré marchar.
La joven bajó la cabeza incapaz de pronunciar una sola palabra.
- ¡Miradme a la cara y respondedme! - gritó el guerrero seguro de si mismo, la actitud duditativa de la chica le conferia ventaja.
Hitsys alzó su mirada, tan triste que Dharion sintio como se le oprimia el corazón y fue incapaz de actuar ni de decir absolutamente nada. La extranjera aprovechó su confusión para reaccionar, dejó caer el colgante en el suelo y echó a correr escaleras abajo dejando tras de si toda clase de obstaculos para impedir que el joven la alcanzara. Dharion reaccionó casi al momento y echó a correr tras ella. Intentaba esquivar todo lo que la joven dejaba tras de si, pero debido a su gran tamaño le era bastante dificil seguirla entre todos los restos de muebles que dejaba en la bajada, incluso el guerrero llegó a encontrarse con varias puertas cerradas. Arrastrado por un sentimiento tan fuerte como era el amor que sentia hacia Hitsys no le era dificil destrozar la madera quemada y los restos de los muebles cuya misión era frenarlo.
Hitsys salió al patio corriendo. Cogió el morral que habia dejado cerca de la entrada y se lo colgó de lado ante el pecho. Ni si quiera dijo nada a ninguno de los que allí estaban.
- ¿Qué ocurre? - gritó la princesa asustada creyendo que les atacaban.
Kyo y los otros soldados salieron rapidamente al patio y vieron como Hitsys escalaba por la puerta del templo, ya que si se hubiera parado a abrirla el guerrero le hubiera dado alcance.
- ¡Hitsys! - gritaba el Humano cruzando el patio cuando la joven ya estaba arriba de la puerta.
- ¿Qué ocurre Dharion? - preguntó Nékhan cuando el guerrero pasó junto a ella.
- ¡Hitsys se marcha! - gritó desesperado.
Dharion llegó hasta la puerta y pretendió seguir los pasos de la joven. De repente alguien lo sujetó por la espalda.
- ¡Soltadme! - gritó fuera de si- ¡Hitsys!
- ¡Estais loco! - era Kyo quien lo sujetaba ayudado por el Dherhosz- ¡Quereis abrieros la cabeza!
La figura de la joven ya no estaba. Habia abandonado Memdor y Dharion no habia podido hacer nada para impedirlo.
- Si subis ahí os matareis - advirtió Gort - son más de doce metros y no querrais compararos con Hitsys…
- ¡Soltadme! - se movió bruscamente el joven- ¡Por qué no la habeis detenido!
- Ella quiso marcharse - explicó el capitan - no habia nada que la retuviera…
- ¡Deberiais haberselo impedido! - chilló deshaciendose de las garras de su superior y el Dherhosz.
Dharion se apresuró a abir las puertas de Memdor él solo, ante la triste mirada de los demas que lo veian muy desesperado por la partida de la chica. Cuando el joven pudo salir al exterior ella ya no estaba... ni si quiera sabia que direccion podia haber tomado. Agachó la cabeza y volvió al interior de Memdor sin dirigir la mirada a niguno de los alli presentes. Sus ojos miraban al frente pero su mirada estaba perdida y ni si quiera las dulces palabras de Nékhan lograron devolverlo a la realidad.
Ahora caminaba de vuelta a la torre, en silencio, triste, porque habia descubierto que Hitsys también lo amaba y se le habia escapado de las manos como podia hacerlo el agua o la arena que no se puede retener. Una vez en la terraza de aquella torre encontro algo que brillaba a sus pies. Lo recogio. Era el amuleto que siempre lo habia protegido. Lo sostuvo en su mano durante unos instantes mientras la lluvia continuaba cayendo sobre el. Alzó su rostro para ver un oscuro anochecer, un cielo plagado de relampagos que no auguraba nada bueno. Respiró profundamente y volvio a colocar aquel amuleto sobre su pecho.
Entrada la noche, todos, excepto Gort que estaba de guardia, se cobijaron en la habitación que habia habilitado para refugiarse de las inclemencias del tiempo. Dharion permanecia acurrucado en un rincon de la estancia mirando al fuego. No habia querido comer nada, ni hablar con nadie, estaba triste e irritable. El miedo era superior al él y no se decidia. Por una parte no podia permitir que Hitsys vagara sola por el desierto y más ahora que las Criaturas de la Noche parecian haberse levantado con el control sobre toda la Creación. Pero por otro lado se sentia como un mortal más: cobarde, arropado en unos debiles muros de piedra que no resistirian la furia de Netz. En silencio parecia esperar sus destino, resignado ante lo que pudiera designarle el futuro y dandola a ella, por perdida para siempre.
- Dharion - una voz familiar lo sacó de sus cabilaciones ¿os encontrais bien?
El joven giró el rostro para encontrarse con Nékhan, ella habia sido su amada hasta el momento que Hitsys le robó el corazón de una forma muy sutil. La princesa se sentó al lado del guerrero, colmada de una serenidad extraña en ella.
- La amais ¿verdad? - preguntó conociendo de ante mano la respuesta -, habeis llegado a amarla mil veces más que a mi…
Ambos se miraron, él no sabia que responder y la princesa no parecia herida al descubrir aquella verdad.
- ¿No os duele? - preguntó sorprendido el chico ante su serena actitud.
- No - respondió clavando sus verdes pupilas en él -, jamás nos amamos realmente… nos limitamos a jugar como chiquillos, a probar lo prohibido porque era más excitante, porque así rompiamos con la rutina. - explicaba Nékhan mientras el guerrero no daba credito a lo que estaba escuchando.
Jamás en su vida habia oido una palabra inteligente de los labios de la princesa y ahora que hablaba tan segura de si misma...
- Creo que teneis algo de razon… - se limitó a comentar el joven devolviendo su atención al fuego.
- No me gusta veros tan deprimido - comentó Nékhan.
- No se que hacer - murmuró cada vez más decaido el joven.
La calma se hizo dueña de todos ellos mientras el chisporrotear del fuego era la única música que asaltaba sus oidos.
- ¿Qué os ocuerre? - fue la pregunta de Agmenón la que consiguió sacarlos de su mutismo a aquellos que en otro tiempo fueron amantes.
- ¿Por qué no la detuve cuando tuve la oportunidad? - se preguntaba en voz alta el guerrero sin importarle que alguien lo escuchara - He sido un estupido… ahora no puedo hacer nada…
- Dharion… - Nékhan compartia el dolor con el Humano.
- A estas horas las Criaturas de la Noche la habran matado - el guerrero sentia como se le hacia un nudo en la garganta mientras se imaginaba el cuerpo de Hitsys descuartizado por la barbarie de los Hijos de Netz.
- No os preocupeis tanto - intervino Agmenón para intentar calmar al guerrero -, no creo que Hitsys esté muerta…
Dharion volteo lentamente el rostro hacia el clérigo con una mirada inquisitiva.
- ¿Cómo podeis estar tan seguro? - preguntó entornando los ojos - Acaso… - se irguió abriendo los ojos de par en par - Sabeis a donde ha ido! - terminó afirmandolo ciegamente.
- ¿Yo? - Agmenón intentaba enmendar el error que habia cometido al efectuar su comentario - ¿Cómo podeis pensar eso? - se esforzó por disimular su nerviosismo.
- Sí… - Dharion captó enseguido la torpeza del joven monje - Ella os lo dijo…
- No… - intentaba no faltar a su palabra -, ¿ “Cóoomoooo” podeis… “pensaar” algo asi..?
El guerrero se levanto y cogio al chico de su habito de monje y lo miró fijamente, en sus ojos claros habia un brillo muy extraño, casi irreal.
- Decidme ha dónde ha ido Hitsys - ordenó apretando los dientes.
- No puedo - respondió.
Dharion lo empujó contra la pared y puso su garra en el cuello sin que Agmenón hiciera nada para impedirselo.
- ¡Contestadme o no respondo de mis actos! - gritó despertando a todos mientras apretaba el cuello del Andor.
- Está bien - dejó de resistirse - que Aris me perdone.
El guerrero lo soltó de golpe.
- Tiene planeado ir al poblado de los traidores Netherlatt para encontrar a los sabios - explicaba con la cabeza baja -, si estan con vida los traerá aquí pero si estan muertos…
- ¡Cómo habeis permitido que valla sola al poblado! - chilló Dharion fuera de si - ¡Es una mestiza! ¡Acaso no sabaeis lo que hacen con los mestizos!
El silencio era total mientras oscurecia ante sus ojos. Estaba convencida de caminar hacia su propia muerte, hacia el mismisimo mundo de Netz oculto en Hyxum-Tug, las Tierras Oscuras, conocidas por todos los supervivientes, allí, donde se ocultaba los traidores Netherlatt.
Las leyendas acerca de aquel lugar eran crueles y despiadadas, contaban que las Criaturas de la Noche nacieron allí, de las entrañas de la Tierra como fruto de su mortal enfermedad. Multitud de horribles cuentos se recordaban y se inventaban sobre Hyxum-Tug reconociendolo como un lugar maldito en el que sólo podían vivir los Hijos de Netz. Hacia ese mismo lugar se dirigia Hitsys, sola de nuevo, dispuesta a librar su última batalla desafiando a quien hiciera falta, a Netz o a la mismisima Aris.
Al amanecer ya habían cruzado el limite entre la Creación de Aris y las Tierras de Netz. El cielo oscurecido por las tinieblas de la fatalidad demostraba el mal palpable a su alrededor. Los pajáros carroñeros vivian también allí alimentandose de cadáveres que a su paso encontraban. Cuerpos deformados, cubiertos de carne putrefacta, infectada de gusanos que los pájaros engullian con hambre feroz. Un poco más hacia el Este se alzaba el último bosque, petrificado por el miedo, cautivo de Netz. La Muerte vivia allí, se la escuchaba alrededor susurrando el nombre de Hitsys. La Oscura Dama también había pactado con Netz jugando con fuego al traicionar a la Diosa.
El bosque era la morada de Xassha, tan muerto como ella había petrificado sus formas antes de que el viento las arrastrase consigo. Eran árboles, hojas, Naturaleza fría, no viva, dolorosa para cualquier mortal... aquello le gritaba como los dominios de Netz se extenderian por toda la Tierra sin escrupulos. Las hojas lloraban sangre como una sorda ofrenda a su Creadora, quien no podia escucharlas...
El corazón se le encogió sintiendose cercada por una realidad ahogante que deboraba su propia existencia muy, muy lentamente y mucho más dolorosamente que si fuesen ejecutada fríamente por una espada. Su sufrimiento no tendría limites y Netz lo sabía. Ella seria la última, la postrera esperanza de vencer al Dios del Mal. La chica sabia que su vida acabaria en Kayss, en el poblado de los Traidores, los leales subditos de Netz, que, con la ayuda de la Oscura Dama, se sentia tan fuerte que pensaba que nada ni nadie podría vencerlo...
La enfermedad de la Tierra era mucho mayor en aquella latitudes. El tumor se extendia desde Hyxum-Tug hacia los confines de la Creación. El centro de todo el mal se hallaba en Kayss, situado en la lejania donde una gran llanura de difunta tierra eran las manos de Netz. El viento de hielo agitaba sus cabellos demostrándole que Él había vencido sin remedio y ni si quiera el Elegido, dormido en Nékhan podría impedir sus designios. La lucha entre el bien y el mal ya tenia un vencendor...
El horror ante lo evidente la asaltó cuando el poblado apareció ante sus ojos, pero aún así no se detuvo.
Sus pies pisaron los dominios de Kayss subitamente.
Un viento helado la envolvió con intención de arrebatarle la capa que la ocultaba de las inquisitivas miradas de los traidores Hijos de Aris. Con la cabeza algo agachada se habia colado entre las grandes puertas de la empalizada que protegia el poblado. La calle principal se extendia ante ella mostrandole como las Criaturas de la Noche habian pactado con los Netherlatt. Deformidades conivivendo entre mortales, era algo extraño y dificil. La maldad se podia respirar allí e Hitsys sentia las mismisima presencia de Netz en Kayss. El griterio ensordecia sus oidos mientras caminaba lentamente observandolo todo con esa mirada calculadora y distante que su sangre fría le permitia poseer. Tenia miedo, pero aún así continuo introduciendose en las entrañas del mal.
Insultos llamaron su atención, en cada esquina habian disputas y discusiones entre los traidores y los Hijos de Netz, y nadie hacia nada para remdiarlo. Se pegaban, se robaban, violaban y asesinaban, dando el control al caos que los llevaria a su perdicion.
- Pobres infelices… - pensaba la joven observando la degeneración a la cual habian sido arrastrados los Andors, Humanos y Dherhosz que observaba.
Giró una esquina y sintio el pánico recorrer su espina dorsal.
- ¡Es un maldito mestizo! - gritaban los Netherlatt que habia en la calle- ¡No dejeis que escape!
Se trataba de un hombre cuyos padres serian un Humano y un Andor porque las caracteristicas de aquellas dos razas se habian mezclado para dar origen a aquel indiviudo que corria desesperado, perseguido por un grupo de personas con palos y piedras dispuestos a lincharlo. Hitsys tragó saliva apostada en aquella esquina observandolo todo y suplicando a Aris que no permitiera que la descubrieran.
Siguió adelante en busca de algo que le pudiera conducir hasta los sabios del Xarabamath. Cuando al final de una de las calles observo una construcción que sobresalia de todas las demas. Un edificio lugubre y gelido rodeado de muchos hombres armados que custodiaban la entrada. Sus ojos viajaron rápido por el espacio hasta tropezarse con una mirada no mortal…
- Netz… - murmuró.