Maldita crisis.....

Escribo este corto relato en homenaje a mi novia, ya que plasmo aqui su actual situacion.

“Hoy va a ser un gran día, hoy voy a tener suerte”, me digo esto varias veces al mes desde los últimos ocho meses. Hoy vuelvo a tener una entrevista de trabajo, y con ella vienen a mí todas las ilusiones perdidas hace tiempo, con ella puedo volver a pensar en vacaciones, en sueldos y nominas, en compañeros y en muchas mas cosas.
Me visto para la ocasión, ¿qué me pongo esta vez?, no quiero ir muy arreglado porque las ultimas veces no me funciono, pero no se si puedo ir demasiado de diario. Finalmente me pongo lo primero que pillo, un poco elegante.
Salgo por el portal, y bajo las escaleras con la moral por las nubes, y deseando poder subirlas a la vuelta con el mismo animo. Ya en la calle, me dirijo a la parada de autobús, hace meses que no puedo costearme otro tipo de transporte, y allí en la parada empieza el tiempo a detenerse en mi cabeza.
Llego a la empresa donde me entrevistarán, y allí empieza un poco mi agonía, al ver a tantas personas esperando, tantas personas como yo, sin ilusiones, sin sueños, en fin, sin trabajo. Llega mi turno y me toca entrar en la habitación, la cual, puede ser la habitación de mi vida, o una de las cientos de habitaciones de tortura que no paro de visitar en estos últimos meses.
Antes de comenzar la entrevista intento seguir motivado, intento imaginarme mis sueños, esos que solo se pueden conseguir con dinero, mi independencia, el poder quitarle un peso de encima a mis padres.
Pero la ilusión se esfuma pronto, salgo de la entrevista, y es una mas, no creo que sea seleccionado, demasiadas preguntas, demasiados requisitos, y solo me queda un amargo sinsabor que se mantendrá en mi paladar hasta una nueva visita a alguna habitación de tortura.
Vuelvo cabizbajo en el autobús, pasan las paradas sin ni siquiera pararme a mirar por donde voy, llego a mi destino, abro la puerta y me encamino hacia las escaleras, y como siempre, las subo sucumbido en una penumbra de culpabilidad y de pensar que no valgo para nada, y que no encontrare empleo jamás.
Mi madre me besa en la mejilla, y solamente con mirarme no me pregunta nada mas, gracias a dios que cuando llegue mi padre, ya estaré metido en mi habitación, y me ahorrare el tener que decirle que no otra vez.
Y así paso los días, uno tras otro, ocho largos meses de desempleo, siempre pendiente del móvil, de una llamada que me cambie el día a día, de una nueva entrevista y de poder sacar mis sueños adelante. Solamente espero y deseo que llegue pronto, ya que no se el tiempo que podré aguantar.
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