Mi primer relato

Y allí estaba, paciente en aquél viejo piano testigo de todos sus pecados y compañero de aventuras. Ella, siempre ella. Se prometía a sí misma de no volver a caer una y otra vez en los mismos brazos ardientes manchados de culpa, de rencor , marchitados por los celos.
Pero el deseo ferviente de que pudiesen ser suyos algún día la esperanzaba noche tras noche.
Envenenada por la pasión y enfundada en aquél ajustado vestido negro, esperaba a su salvador carnal, aquél que la rescataría de esa acelerada vida que llevaba. Todas las notas eran para él .Cada uno de sus provocativos gestos y sutiles miradas indiscretas eran mensajes ocultos que volaban entre mesa y mesa hacia aquellos ojos verdes que la desnudaban lentamente, recorriéndola por cada centímetro de su piel.
Ambos eran cómplices de ese amor prohibido, vetado por el resto de miradas ajenas a todo.
Sentada, donde siempre, recordaba el principio del comienzo de esa relación maldita que la tenía embrujada por completo.
Era una noche, como otra cualquiera, y ella se preparaba en su camarote para la actuación. Unos minutos antes le había advertido el capitán de la presencia de un importante empresario aquella noche. Sabía muy bien a que se refería. Ella era la muñeca favorita de todos los millonarios que subían a bordo. Jugaban con ella, se divertían, y la abandonaban el próximo puerto. Ella conocía muy bien las consecuencias, pero no quería renunciar a esa vida de lujos, regalos caros ,ostentaciones y fiestas privadas a las que ya estaba más que acostumbrada. Pero con él fue diferente.
Esa noche cantó y sedujo al público con su mejor repertorio. La sala estaba muy animada y cerró la noche con una de sus canciones favoritas. La música flotaba en el ambiente mientras se contoneaba en el escenario, encandilando a todo ser humano presente. Y de repente lo vio. Le vio entrar por una de las puertas laterales. Intuía que era él, imposible que pasara desaparecido para ella. Alto, moreno, elegante, iba desprendiendo glamour y ambición por cada poro de su piel. No pudo dejar de mirarlo durante toda la canción, hasta que sus miradas se cruzaron, y sus destinos también. Y ocurrió. Su corazón prendió como nunca antes lo había hecho. Fuego corría por sus venas y sus pechos pedían a gritos ser saciados por aquél apuesto extraño que la había hecho temblar con solo mirarla. Y en ese preciso instante comenzó la que iba a ser su tragedia.
Tras esa noche llena de pasión, encuentros de caricias y agotamiento, vinieron muchas otras. Pero algo había cambiado. Ya no quería ser el juguete abandonado de nadie. Quería más. Deseaba poder estar con él para siempre, poder levantarse día a día a su lado y compartir cada momento de su vida con él. Su corazón ya no se conformaba con regalos caros o cenas interminables a la luz de las velas. Estaba cansada de ser la otra, de ser su esclava sumisa y callada que todas las noches complacía sus más oscuros deseos. Quería ser libre. Ansiaba con poder salir de aquella cárcel de oro en la que estaba atrapada, y sólo él poseía la llave. Hoy era el día de decírselo. Ahora era el momento de contarle toda la verdad y desprenderse de la falsa máscara que la ocultaba. Ya estaba decidido.
Mientras, en el camarote 745 se respiraba un ambiente bien distinto. Dos cuerpos desnudos se relajaban entre las sábanas disfrutando de los últimos segundos de placer. Él se fumaba un cigarrillo mientras ella se vestía apresuradamente, comprobando no dejarse nada en el camino, guardando lo ganado en el diminuto bolso de cartier.
Pasaba el reloj de las 3 cuando él se acordó de su cita en el salón. Casi se le olvida.
Se apresuró en darse una ducha rápida, se vistió y se deslizó rápidamente hacia el ascensor. ¿ Qué excusa le pondría hoy?. Aún estaba tan confuso por su jugueteo de alcoba anterior que no conseguía concentrarse para pensar en una buena explicación.
Aturdido y con algunos botones sin abrochar, entró en ese inmenso espacio que parecía encogerse alrededor de ella. Allí estaba paciente, esperándole tan espectacular y perfecta como cada noche. Su largo pelo rozaba sus preciosos hombros al aire, haciéndola irresistible. Estaba nervioso, siempre lo estaba. ¿Cómo sería aquella noche?, se preguntaba mientras se acercaba al solitario escenario.

- Esta noche no. Solo quiero hablar.- Balbuceó con indecisión.
- ¿Solo hablar? ¿ A qué viene esto?. Quedamos en nada de hablar. Tú ya sabes lo que quiero.
- Pero tú no sabes lo que quiero yo. Nunca me has preguntado.
- Vale, está bien. Hablemos. Pero antes déjame que...
- Ni se te ocurra tocarme. Déjame ya. Estoy cansada de ser la otra. Quiero algo más.
- Dijimos que nada de sentimientos, ¿ o es qué ya no te acuerdas?. Te lo advertí desde un principio. Ven anda, hagamos lo que tu ya sabes, eso que me gusta tanto que...
- Suéltame. No quiero verte más. Olvídame. Y empieza ahora porque mañana me voy. Lo he decidido. Me bajo. Ya no lo soporto más. Los celos me están comiendo, me están destrozando y no puedo seguir así. Sólo venía a despedirme. Adiós.
- No te vayas, no podré vivir sin ti.
- Sí que podrás- Siempre lo has hecho. Nunca he significado anda para ti y me he dado cuenta tarde.
- ¡Prometo dejarla! No me dejes.
- ¡Prometo, prometo!¡Cuántas veces lo he escuchado!,déjame, suéltame...
- No voy a dejarte ir. Tú eres solo mía, nadie más te tocará si no soy yo.
- ¡Déjame! No sabes lo que estas diciendo. Ahora seré libre. Me has tenido durante años atrapada, enganchada a ti. Ya no. ¿No lo entiendes?. Me voy ¡Suéltame!
- ¡No!
- ¡Me haces daño! ¡Déjame! ¡déjame por favor!

Y el sonido de un disparo retumbó lentamente en el salón, ensordeciendo el lugar. La sangre comenzó a caer gota a gota por esas teclas, únicas testigos del crimen. La mano le temblaba, su cuerpo se quedó paralizado, helado, inmóvil.
El eco de la bala aún resonaba en sus oídos. No podía creer lo que había hecho. Y lo peor de todo es que no se arrepentía. Ni sentía lástima. Solo celos. Celos de que aquél hermoso cuerpo podía ser tocado por otros. Celos. Los celos le habían traicionado. No sabía que hacer. Solo huir. Corrió por toda la cubierta del barco, desesperado, angustiado, pero feliz por su hazaña. Había hecho lo correcto, ella era suya, solo de él.
Estaba asustado y huía de sí mismo. La culpa comenzó a inundar su alma y poco a poco iba naufragando. Se sentía cada vez más miserable por lo que había hecho, pero ya nada podía hacer, ¿O tal vez si?. Volvió tras de sí, hacia la escena del crimen. Ya no le resultaba divertida la imagen de ella. Parecía dormida. Y se dio cuenta de lo mucho que la quería. La amaba a pesar de los celos y de las idas y venidas de esa relación que lo traía de cabeza. Se acercó al teléfono del bar. Llamó a recepción, pronunció tembloroso algunas palabras sueltas. Colgó. Todo había terminado, pero ella tenía la posibilidad de salvarse, puede que alguien llegase a tiempo.
-Vienen hacia aquí, seguro que la salvan- pensaba mientras salía de allí.
Sus profundas pisadas lo llevaron a la cubierta otra vez. Allí donde el cielo y el mar parecía unirse hacia el infinito, como él lo hacía con ella. Se ahogaba. Su alma no podía cargar con tanta culpa
Se oyó otro disparo.
-¡Hombre al agua!, gritaba uno de los marineros de guardia.
-Solo así volveré a estar con ella.- era el último pensamiento mientras sentía el dolor de la bala en su corazón y el viento frío de la noche en su cara. Juntos para siempre.
Poco dolor sientes con una bala directa al corazón xD

A pesar del pegote de texto y la dificultad añadida de leerlo (la próxima vez separa en párrafos) es una historia de película. No identificas mucho a los personajes lo que crea algo más de confusión (o serán cosas mías), primero dices que ha encontrado al amor de su vida, que era diferente, y luego está casado, como todos. Y lo que parecen días, ¿son en realidad años? O.o
En cualquier caso, el diálogo es de lo más irreal. Y a partir de ahí ya le das rienda suelta a tu (¿corazón despechado?) imaginación.
Entiendo que quieras jugar con la historia y los efectos, pero para darle verosimilitud no puedes hacer que una bala que viaja muy rápido retumbe lentamente (son detalles, lo sé, pero a fin de cuentas, son los que importan).
Y, una pregunta, ¿Por qué quedan en el salón y no en la habitación de ella?

Me ha gustado, la cuestión es que lo encuentro demasiado forzado.

Nos ve-mos (:
(mensaje borrado)
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