Os podéis reír con lo que ha escrito el compañero, pero puede andar muy cerca de la realidad.
Conozco el caso de un amigo que trabaja en una residencia de discapacitados intelectuales (autistas, para más señas), situada anteriormente en un barrio residencial de "economía pudiente".
Pues bien, la residencia recibió tantas presiones por parte de los habitantes (de esos que se van a jugar al golf tras trabajar) que tuvo que cambiar de localidad.
La directora recibía llamadas del estilo de que ellos no tenían porque aguantar eso. Que resultaba ofensivo para la vista.