Por si hay algún interesado en temas de cómo se adquiere el lenguaje, este libro promete ser una gozada. Además de incluír las aportaciones de uno de los genios vivientes de nuestra era -¡Oh Noam Chomski!: omnipresente y sabio: desde temas de globalización hasta libros fantásticos de entrevistas sobre el 11 de setiembre pasando por trabajos sobre inteligencia artificial y lingüística computacional- hay un escrito de una lingüista que tuve el gusto de tener como profesora hace unos años, Itziar Laka. Esta es la reseña aparecida en "El Cultural"
El lenguaje y la mente humana
VV.AA.
Ariel. Barcelona, 2002. 253 páginas, 12 euros
La Universidad Rovira i Virgili (Tarragona) invistió en octubre de 1998 a Chomsky (en la imagen) como Doctor Honoris Causa. Para la ocasión se organizaron unas jornadas sobre “Lenguaje, Ciencia y Sociedad” parte de cuyo resultado es este libro.
La obra, que reúne diez artículos de conocidos especialistas sobre los temas de debate –de ellos, “Indagaciones minimalistas” más “La mente y el resto de la naturaleza” obra del propio Chomsky–, consta de dos partes bien definidas, la primera dedicada a la facultad del lenguaje (prologada por Natalia Catalá) y la segunda a la naturaleza de la mente (con introducción de José A. Díez Calzada). Tanto en la primera parte como en la segunda se discuten, como era de esperar, aspectos de la teoría chomskiana del lenguaje y las relaciones que existen entre éste y la conformación de la mente.
La primera parte de la obra aborda el programa minimalista, a la búsqueda de principios que ordenan nuestro comportamiento lingüístico cuya paradoja consiste en que, expresado materialmente de maneras muy diversas, tiene en esencia similitudes universales, pues, como advierte el propio Chomsky, “las lenguas son bastante similares, apenas pequeñas variaciones de un estado inicial común de la capacidad humana para el lenguaje”.
En relación directa con las observaciones de Chomsky se hallan los artículos de Joan Masacró, Itziar Laka y Esther Torrrego, quienes disertan sobre aspectos de teoría lingüística, gramatical o sobre la adquisición de primeras y segundas lenguas. Aclaradora es la contribución de Carlos Piera, donde advierte, entre otros asuntos, con cuánta facilidad se recurre a la autoridad chomskiana para argumentaciones que poco o nada tienen que ver con su pensamiento.
Comentarios sobre diversos aspectos de las investigaciones en torno al papel de la mente humana ocupan la segunda parte de la obra. Manuel García Carpintero propone una noción de naturalismo metafísico que considera más interesante que el naturalismo metodológico chomskiano; en este sentido, su trabajo contrasta con el del propio Chomsky incluido en este volumen. Camilo José Cela Conde valora la vigencia de las propuestas de Chomsky relativas a la filosofía de la mente, sobre todo, las referidas a la modularidad mental. Muy sugerente resulta la contribución de Eudald Carbonell, quien señala la importancia del yacimiento de Atapuerca para conocer mejor la evolución cultural y humana en la aparición del sapiens, también subraya el poderoso vínculo que existe entre los procesos de hominización y humanización.
Finalmente, Wagensberg diserta sobre la naturaleza del conocimiento artístico, científico y divino (como la revelación-intuición o las religiones). Los lectores interesados en cuestiones tan palpitantes respecto a la naturaleza humana como la facultad del lenguaje o la relación entre esta y la mente, tienen en la presente obra una buena oportunidad para reflexionar sobre ellas.
Juan Ramón Lodares