Hace 100 años, un monje tibetano se acercó a un niño. El niño quería beber agua de un pozo, pero sólo tenía un cubo roto. El monje le prestó un cubo, y el niño le miró sorprendido, pues el cubo tenía forma de huevo.
- "¿Por qué este cubo tiene esta forma tan extraña?" -Preguntó el niño.
El monje le contestó: - "Un ovoide con proporción phi es la forma óptima para almacenar el agua, pues así pueden desarrollarse sus vórtices con total libertad.
- "Eso va en contra de lo que dice la ciencia. En la escuela me han enseñado que la mejor forma de almacenar agua es en un cilindro".
- No todo lo que dicen en la escuela es cierto. La ciencia tiene mucho que aprender, y algún día tu serás un gran maestro y enseñarás al mundo la importancia de guardar el agua en un huevo.
Dicho esto, el monje se fue, dejando al niño intrigado, con el extraño cubo ovoidal en la mano. El nombre de ese niño era Albert Einstein.