Aun recuerdo la última vez que introduje el pendrive en el puerto equivocado. Si alguien ha leido alguno de mis hilos, bien sabrá que hace bastante tiempo que no llevo acabo el penetrare por razones de enfermedad mental.
Era un frío día del més de nosecuantos, en Invierno. Yo ya había practicado el honrado arte del br00tal anal sex en varias ocasiones, pero ese día resultó ser algo distinto. El mundo aún no me había preparado para tal experiencia. Ese día perdí los débiles trazos de la fe en un mundo perfecto, los cuales desaparecieron en la oscuridad, al igual que mi pene.
Estabamos en la ducha realizando distintos quehaceres, como el sexo oral, los tortazos, y la masturbación por varios orificios. Una vez pasada la fase de lubricación anal juzgué que era momento apropiado para usar la otra puerta y creo que ella también. La cosa empezó muy bien, como de costumbre: una agradable y religiosa sensación de estrangulamiento del pene y la respuesta multiorgásmica por parte de ella. Despues de un buen rato saqué mi pene y percibí con más de un sentido algo en su punta que normalmente no estaba allí.
(Continuará)