Relato corto: llamas olvidadas

Y el guerrero, hastiado de velar por una llama que pugnaba por perecer junto con el resto de su afligida esencia, alzó su taciturna mirada, enderezó su espalda y fijó su mirada en una herrumbrosa espada que el implacable tiempo y el lacerante olvido mellaron su antaño recio filo.

Oteó un horizonte que por desasosiego se negó a alcanzar, un sendero se extendía por un yermo frío y devastador. Aún recuerda a aquellos que, en su viaje, repararon en su extraña y sombría figura en un claro cercano y descansaban a su lado, deleitándole con fábulas de vergeles idílicos, tierras de grandeza y ensueño; y cómo con su fulgor podían, durante un pequeño lapso de tiempo, hacerle olvidar que ya no recordaba cuando se apagó su propia luz en las crueles tinieblas de su corazón.

Pero toda gran historia tenía final, y marchaban de nuevo en pos de buscar la paz. No sin congoja observaba cómo se perdían en la lejanía, jamás volvería a verlos.

Alargó la mano y blandió el antiguo acero, aunque pesaba en sus raquíticos brazos aún notaba cómo ronroneaba entre sus dedos, cómo le parecía escuchar su lamento en lo más profundo de su ser. La elevó a la altura de sus ojos y contempló, tras lo que le parecía una eternidad desde la última vez que lo hizo, su mirada hueca y desesperanzada.

Pero al final, en lo más profundo, un pequeño destello le instó a alzarse, sacudirse sus ajados ropajes y alzar su frente. Apoyó la roma hoja en la otra mano, y con un movimiento seco se hizo un tajo en la palma, dio un respingo y mientras contemplaba manar su sangre, se sorprendió al ver que sus labios dibujaban unas palabras.

- Si duele es que todavía sigues vivo. Si corta aún puedes luchar. Si te tienes en pié aún puedes andar. Si tienes voz aún puedes prevalecer… Es tu hora.
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