Tú, sólo tú...

La lluvia cae sobre mí, las gotas son fríos cristales que se clavan en mi piel.
Corro, no sé dónde voy. Detrás me acompañan mis lágrimas marcando un ritmo inconstante, algunas veces bajando por mi rostro como un torrente de angustia, ansias y desespero; otras, como si poco a poco el torrente fuera aplacándose y las lágrimas acariciaran entonces mi rostro con serenidad.
La razón, aunque por ti ya la he perdido, es que voy buscando la última pieza de este puzle para mí tan complejo, la esencial, tú. Causante de tantos insomnios, de tantas confusiones y quebraderos de cabeza. Protagonista de tantas páginas de este cuaderno, tú. Sólo tú podrías ser la razón de mis delirios, tú que estás tan lejos...
0 respuestas