Un poema desde
el norte,
desde la tumultuosa costa
que protege al interior,
desde la orilla del mar.
Unos versos indulgentes,
como la brisa
que rejuvenece
mi descanso,
como la arena
que seduce a mis talones,
como tu piel de pomelo.
Tan límpido es el día
que mis ojos aprecian
la felicidad
de los vigías
entregados a sus naves
de recreo,
mar adentro,
dentro de tu alma,
inmersos en tu cuerpo.
Un poema desde
el norte,
con el recuerdo
de sus gentes
como paisaje implícito...
... y en el norte,
las sombrillas.