Estaban los asesinos planeando una estrategia para vengar la muerte de su compañero aska, cuando alguien recibió un soplo. "Eric Draven es templario". Sikus era el receptor de aquella información, crucial para el devenir y no dudó, alzó la voz y le comunicó el objetivo al credo. "Eric debe morir, alguien tan mayor no puede seguir siendo aprendiz". Dicho y hecho, le dejaron con más agujeros que un queso Gruyere. Al quitarle los ropajes se descubrió, el símbolo templario marcado en su pecho no dejaba lugar a dudas, uno menos.