La DMCA, la polémica ley estadounidense que penaliza la supresión no autorizada de mediadas de seguridad, imitada también recientemente a lo largo y ancho de Europa, ha sufrido un importante
revés judicial en un caso que podría sentar una interesante jurisprudencia.
Los contendientes son el fabricante de impresoras Lexmark y el vendedor de cartuchos de tinta económicos Static Control Components. El primero implantó medidas de seguridad electrónicas en impresoras y cartuchos para que nadie pudiera vender otros cartuchos compatibles y el segundo se las saltó, vendiendo los suyos propios, motivo por el que fue denunciado usando como argumento legal la famosa DMCA. Un juez en primera instancia dio la razón a Lexmark, pero la apelación ha dado el veredicto contrario: la DMCA no puede ser utilizada para crear monopolios electrónicos.
Si lo pensamos, este mismo caso es extrapolable al resto de fabricantes que implementan medidas de seguridad en sus aparatos electrónicos para controlar y limitar el uso que de ellos se hace, siendo el que más nos afecta el de las consolas de videojuegos.