Cuando era adolescente, mi madre me obligó a tirar a la basura una bandera de arcoíris que tenía colgada en la pared. Eran otros tiempos y se habría liado bien gorda si mi padre hubiese descubierto mi homosexualidad.
Hoy, treinta años después, me emociona leer esta noticia y saber que por fin puedo completar mi equipo gaming y su caja llena de leds de mil colores y cinco ventiladores multicolores con este cable de alimentación que muestra todos los colores del arcoíris. Solo espero que lo lancen pronto, preferiblemente antes del próximo día del Orgullo.
Vivimos en una época fabulosa.