Envidia

Tantos calificativos a lo largo de tantos años para acabar siendo la presa del cazador corrompido de envidia, de odio.
Su corazón es un bosque sombrío en el que él mismo está atrapado. Es tanta su represión que salir no puede y en silencio se queja, se lamenta, agoniza de dolor, de ira y con desespero corre tras la presa absorto en la idea de apuñalarla tantas veces como su crueldad se lo permita.
Es un alma enfurecida con un sólo pensamiento que lo atormenta día y noche, poseer algo de lo que carece.
Así, va destruyendo su entorno y cegado a su terquedad y a su agonía, se deja enfermar de envidia.
Emana rabia hacia ese ser, hacia ese cazador que parece el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. [buenazo]
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