Como lo prometí, aquí tenéis este cachito pequeño por si lo queréis leer. Me he dao prisita en cambiar unas cosas pa que estuviese listo. Weno, os dejo con él.
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Por fin empezó a distinguir las primeras frases de su conversación. Las voces de dos de los individuos, que por lo que él pensaba, debían de ser tres, eran bastante graves, lo que indicaba que no eran de Tirya, sino extranjeros, seguramente del sur de Tiara. Sin embargo la del tercero era más suave, incluso melodiosa para sus oídos. Eso le desconcertaba bastante, pues le escondía su procedencia. Además, una sensación extraña le recorrió el cuerpo al escucharlo por primera vez.
- ... y esperemos que la corona acepte el trato – dijo uno de los dos Tiaros
- El problema a lo sumo se reducirá en un poco de retraso, después de todo, el asunto no nos urge tanto – inquirió el otro.
- Pero recordad que la recompensa será mucho mayor cuanto antes lo consigamos
- Jajajajaa. Tienes razón. Seguramente esta misma noche podremos solicitar una audiencia. Tengo ganas de quitarme este asunto de una vez. Llevamos desde que comenzó la primavera más o menos
- Desde luego. Es un trabajo tranquilo y seguro, pero durante tanto tiempo uno se oxida, jajajaja, y necesitamos acción, no es verdad Kar.... –en ese momento Karib pudo escuchar un fuerte golpe que seguramente habría sido fruto de un puñetazo sobre alguno de los tres hombres, seguido de algo similar a una fuerte caída.
- Os he dicho mil veces que no mentéis mi nombre nunca –se apresuró a decir el de voz más aguda- Nadie debe saber que yo me encuentro aquí
Hasta este punto, la conversación había sido normal, sin embargo, esa extraña actitud del personaje alarmó considerablemente a Karib. Quién sería ese hombre cuyo nombre no quería revelar, y lo que era peor, qué hacía en Ol. La cabeza de Karib dejó de revolotear esos pensamientos cuando se dio cuenta de que las voces se acercaban al lugar en el que estaba. Un sudor frío comenzó a asomarle por la frente. Qué podía hacer para que no le viesen. Poco podía hacer ya. Si esos hombres hubiesen sido personas normales no hubiese tenido demasiados reparos en que le viesen, sin embargo el problema se acrecentaba con la extraña conversación que habían mantenido y, de hecho, seguían manteniendo, mas por motivos obvios esa parte había dejado de ser realmente primordial, cuyo puesto era ahora el de ocultarse. Sin mucho tiempo para pensar decidió moverse suavemente para encontrar un escondite tras los trastos y ladrillos que había alrededor. Procuró no emitir ni un solo sonido para lo que sus movimientos fueron realmente cuidadosos y algo lentos para lo que él mismo desearía.
Por su parte, y aparentemente ajenos al pequeño espía que se encontraba muy cerca de ellos, los tres hombres continuaron su marcha tras levantarse el que había sido golpeado, lo que, para desgracia de Karib era bastante malo. Éste por su parte intentaba encontrar un escondite lo suficientemente grande como para ocultarse bien. La surte parecía no acompañarle, dado que los posibles escondrijos que había eran demasiado pequeños como para taparle completamente. Por fin se decantó por colocarse detrás de unos ladrillos sobre los que reposaba una de las vigas que intentaba coger. No le ocultarían del todo, pero con tan solo un poco de suerte no se fijarían en él. Ni siquiera sabían que estaba allí. Se acurrucó cuidadosamente tras los ladrillos en intentó esconder sus pies tras la viga. Su cabeza aún sobresalía algo del escondrijo cuando vio aparecer a los tres hombres. Su aliento se quedó congelado. Su cuerpo no se movía ni un solo milímetro. Y los tres hombres comenzaron a pasar sobre su altura.
Dos de los hombres eran de altura normal, mientras que el tercero tenía una estatura algo más baja que los dos. Intentó verles el rostro, pero no pudo hacerlo, ya que para ello debía de moverse bastante, y ello podría delatarles su presencia. Iban vestidos de negro, con capas, según pudo ver. Uno de ellos incluso llevaba guantes. En ese momento se fijó en el extraño anillo que llevaba el más bajo de los tres. Tenía un brillo azulinesco bastante particular. Al percibir que el anillo comenzaba a brillar, el hombre se colocó también unos guantes del mismo color que sus ropajes.
Una vez más la curiosidad llegó a la mente de Karib. Qué era aquel anillo y por qué se empeñaba en esconderlo. Quién era ese hombre misterioso. Las ganas de descubrirle el rostro comenzaron a amenazar la cabeza del muchacho. Un profundo debate se cernió sobre sus pensamientos. Ese hombre iba a solicitar una entrevista con alguien de la familia real, o por lo menos eso parecía, y sin embargo, no quería ser reconocido por su nombre. El misterio crecía en la cabeza de Karib a cada momento. “Sólo he de mover un poco la cabeza para verle el rostro” se decía para sí “Pero, ¿ y si me ven?. Las ganas de intentar reconocerle aumentaban con cada uno de sus pensamientos hacia el extraño hombre y su extraño anillo pero el poder ser descubierto le volvía a hacer sudar. Habían rebasado ya un importante trecho de la calle, y las posibilidades de que le viesen eran ya muy escasas. Se encontraban demasiado lejos, pero la viga seguía entorpeciéndole la vista de la parte superior de los tres hombres. Si esperaba un poco más, el ángulo no le dejaría verles bien por lo que si decidía algo debía ser en ese mismo instante. Se encontraban hablando, lo que también reducía las posibilidades de ser visto.
Entonces se decidió. Apoyó sus manos en el suelo y levantó ligeramente la cabeza. Por fin pudo ver a los dos primeros hombres, eran los dos más altos. Ambos tenían cicatrices en la cara y aparentaban una edad no superior a la treintena. Claramente pudo distinguir cuál de ellos había recibido el golpe del otro. Tenía la cara marcada con un cerco rojizo que dejaba al descubierto que había sido con el puño. Cuando intento fijarse en el de misterioso nombre eran los mismo hombres los que le evitaban la visión. Desesperado, Karib se dispuso a volver a su escondrijo, pero en ese mismo instante, el personaje que le tapaba la visión se agachó a recoger algo. Por fin podía ver a aquel hombre, pero su cara era bastante diferente de lo que esperaba. Un rostro casi juvenil se escondía tras ese hombre que imponía sus criterios a los otros dos, obviamente mucho más fuertes que el último. Era muy extraño todo aquello y Karib intentaba organizar todo lo que había obtenido hasta el momento, pero en ese instante un intenso brillo azulado surgió de la mano del personaje misterioso. Éste reaccionó con un rápido movimiento tapándole la cara con la capucha de su capa.
- Alguien nos espía – dijo con firmeza
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Nos e ves