El Guardian del Destino II: el torneo

Perdon perdon perdon. Estoy harto de buscar por el foro este post y no lo encuentro, así que será q no lo puse por aquí. Pos nada, perdon y ...... para vosotros

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Tras el almuerzo en una de las posadas de la ciudad, Karib y Allen se encaminaron a inscribirse en el campeonato. Ya habían explorado la parte de la ciudad más importante, y para ellos era todo inmenso. Las casas de paredes blancas y tejado de madera o teja, normalmente, se alzaban una detrás de otra formando la calle principal y numerosas callejuelas que, seguramente, ocultaban los secretos más oscuros de la preciosa ciudad.
La gente era muy amable y alegre, quizá también por la festividad de la fecha, pero, sin duda alguna, era una característica de la que tenían el orgullo de presumir casi todos los Tiryanos. Por las calles se podía ver de todo, campesinos, algunos señores en sus carruajes, comerciantes, juglares, pero sobre todo, muchos luchadores. Algunos eran de considerable estatura y a primera vista, muy amenazadores, lo que empezó a intimidar a Karib y seguramente a Allen, pero, por supuesto él no lo iba a reconocer. Era una faceta de su amigo que no era capaz de comprender.
Para él, el miedo era algo natural, nada de lo que fardar, pero tampoco de lo que avergonzarse. Sin embargo, para Allen era mucho más, era cuestión de honor y respeto. Habían tenido ya bastantes peleas y enfados, lo que ya era más serio, por el mismo motivo. Sin embargo, y para desgracia de Karib, Allen siempre acababa usando la lucha para decidir quién tenía la razón y, como ya era costumbre, siempre perdía, por lo que hasta la fecha, no sabía lo que era el miedo.
Como el camino era largo, el joven guerrero intentaba realizar alguna maña habilidosa con su espada, pero más bien lo que conseguía era tirarla al suelo y ver esbozada una risita en la cara de Allen.
Poco a poco fueron vislumbrando los muros de palacio. Era bastante grande, pero, desde luego, no como se lo habían imaginado. El palacio tenía cinco torres distribuidas en cada una de las esquinas y otra cercana a la puerta de entrada. Cinco o seis pisos constituían lo que debía ser el interior del castillo, y seguramente en el centro de todo se hallaría la plaza de palacio.
Un camino de piedra les conducía directamente a la entrada. En sus bordes se hallaban multitud de plantas decoraban la calle mientras la gente paseaba tranquilamente por los jardines de la zona. A la derecha se podía contemplar el palacio de justicia, donde se juzgaba y encarcelaba a los ilegales, como allí se les llamaba. A la izquierda, el muelle, ahora repleto de barcos mercantes y abundantes visitas.
Las vistas de la ciudad hacia el río Elo eran privilegiadas y se presumía de los atardeceres cerca de los montes de Ol. La verdad era que todos esos rumores eran verdad. Los dos chiquillos quedaron boquiabiertos frente al majestuoso paisaje que se les presentaba conforme subían la pendiente q les separaba del Palacio.
- ¡Cierra la boca! La gente va a pensar q somos de pueblo Karib – gruñó Allen a su amigo
- Pero si tu también estas pasmao
- Ah, Cállate Karib. No mientas
Karib no solía protestar mucho contra lo que decía Allen porque solía acabar mal la cosa, pero le resultaba molesto que su compañero le reprochase casi todo lo que hacía, para ocultar sus propios fallos. Pocas veces había abierto la boca para comenzar una discusión, ya, simplemente, le ignoraba. De todas formas ya se hallaban bastante cerca de la fortaleza real de Ol como para pelearse por esa tontería.
Poca gente se acercaba hasta allí a esa hora. La noche empezaría a caer pronto y el castillo se encontraba al pie de los montes de Ol, algo separado de la misma ciudad. Mientras llegaban a la entrada, Karib, y seguramente Allen, contemplaban fascinados el paisaje que a su alrededor se extendía. Enormes extensiones de bosque y prados y, un poco alejadas de las murallas, las principales granjas de la zona.
Si hubiese sido un poco más temprano, se podría haber podido ver el comienzo del desierto, más al Norte, e incluso la gran ciudad de Essa. Sin embargo, el atardecer impedía una visión buena de la lejanía. Lo que sí se podía llegar a distinguir eran las imponentes y enromes montañas de Volano, la tierra de Fuego, lugar de volcanes y mares calientes.
El río Elo nacía en las montañas de Ol, en el Monte Dien, y proseguía su camino dejando la ciudad a su derecha. Más allá de donde se podía ver y bordeando el mar Seino llegaba a desembocar en el lago de las hadas, en cuyo centro se encontraba la torre Dulain. Un lugar mágico y misterioso al q los dos compañeros iban muy a menudo, pues su ciuda, Aucus, quedaba a pocos días de aquel bello paraje.
Por fin le llegó el turno a Allen. Pasó los muros de la fortaleza y penetró en los jardines. Karib lo hizo poco después de él y pronto le dio alcance. Aquello era inmenso. Caminos con muros de setos y senderos de flores bañaban de colores el acceso al palacio. Pero ellos no se dirigían al interior, sino a la parte posterior, donde se encontraba el terreno preparado para el torneo. Tuvieron q bordear los muros del mismo palacio y poco a poco vislumbraron la zona de inscripciones para el torneo. Era tan solo, para su decepción, un pequeño puesto con un par de empleados en su interior.
Se dirigieron hacia allí con Allen a la cabeza.
- Disculpe- preguntó éste-, ¿es aquí donde se realizan las inscripciones para el torneo?
- Hm – el empleado inspeccionó a Allen de arriba abajo. El joven muchacho, al darse cuenta de la inspección se enderezó e intentó sacar una voz más grave de la que tenía, para aparentar una edad mayor
- Mi amigo y yo queremos participar en él – para su desgracia, más que una voz grave le salí un pequeño discurso con dos o tres gallos que intentó aclararse tosiendo un poco. Karib, por su parte, mostraba una sonrisa bastante pícara dirigida a Allen que le propinó un disimulado puntapié en la espinilla. Con maldiciones y juramentos Karib aguantó sus instintos animales y evito propinarle un puñetazo en medio de su costado. Después de todo, también él quería participar.
- Ya, ya veo, pero me parece que no vais a poder participar en el “torneo”
- ¿Cómo que no? ....... Bueno, me refiero que... ¿cuál es el motivo?
- No está permitida la participación a alguien tan joven como tú o tu compañero.
- No somos tan jóvenes. Tenemos ya los 18 años
- Allen – intentó decirle Karib a su compañero con la voz algo más baja- tenemos 15, si mal no recuerdo, ¿sabes? Tontos no son. – una mirada de furia cortó el aviso en ese punto.
- Ja ja ja. De acuerdo, pero me temo que no estáis preparados para participar en el torneo. Ahora, si nos hacéis el favor, tenemos trabajo que hacer.
- No, no les haremos ningún favor –la voz de Allen era amenazadora, lo que empezó a alarmar a su amigo, que sabía como iba a acabar la cosa-. Queremos participar en el torneo de lucha. Hemos venido desde Aucus para participar en él.
- Perdona, ¿cómo te llamas?
- Allen
- Allen, no puedo hacer nada. Si algo te ocurriese seríamos nosotros los responsables de ello, porque no se admite que vosotros participéis.
- Nosotros nos haremos cargo de los daños que nos puedan ocurrir. Ahora, déjennos inscribirnos.
- Allen, mejor lo dejamos, ¿no te parece? – intentó Karib
- ¡No! Llevamos mucho tiempo esperando este momento para que ahora no podamos participar.
- Jovencito –intervino el otro empleado -, hazle caso a tu amigo y desiste en tu intento. La noche se acerca y aún os queda un trayecto que recorrer para llegar a la ciudad. Ahora dejadnos terminar las listas para mañana. Los ojos de Allen desprendían chispas de furia. No podía soportar que alguien le hablase de esa manera en el tema de la lucha. De pronto las palabras que Karib estaba esperando con temor salieron de su boca.
- Le demostraré que estoy preparado. Derróteme en un combate si puede.
Allen sacó su espada y se preparó para el combate ante la mirada atónita del empleado del puesto. Karib, por su parte resoplaba y no intervenía. “¿Para que?” se decía. “De todas formas va a luchar”.
- Mira chaval. Has logrado que me enfade. No soy el mejor guerrero de aquí pero te dejaré tumbado en el suelo en menos tiempo que el que viste un Duo.
Un Duo es un pájaro típico de Tirya con un plumaje muy extraño. Durante la noche sus plumas pierden todo el color que poseen durante el día. Ese color lo recupera nada más darle los primeros rayos de sol, dando la sensación de que se “viste”. De ahí la frase típica de la zona.
- Se arrepentirá de no haberme dejado participar.
Muy interesante, me ha gustado mucho tu narracion y el ritmo que le das a la historia, a ver como sigue la historia que me tienes enganchado (esto esta escrito de hace un rato, en realidad ya he leido hasta el 14 XD)
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