Debo reconocer que Nintendo es la compañía que más ha conseguido siempre mantener en mí ese profundo sentimiento de nostalgia que los jugadores que llevamos años con esta afición albergamos en nuestro interior. Pero también he de decir que Wii no llegó nunca a calar tan hondo como sus predecesoras y ninguno de sus títulos ha conseguido hacerme sentir lo que Super Nintendo con su Secret of Mana o la Nintendo 64 y su Ocarina of Time (por decir dos ejemplos entre los muchos que llenaron de magia y aventuras mi niñez y adolescencia).
Pero al anunciar el cese en la fabricación de Wii me resulta inevitable recordarla como algo más que esa consola que consiguió hacer que toda tu familia quisiera apuntarse al carro de los videojuegos. Y aunque vivamos tiempos en los que ser tachado de casual se vive como una maldición, hay que reconocer el mérito a la compañía nipona. Defendemos a capa y espada a Sony y Microsoft por su actitud más
hardcore, que tira más a contentar al jugador tradicional, cuando estoy segura que envidian esa creatividad de Nintendo y su capacidad para tener ideas que copiarán descaradamente tras un tiempo. Sólo tenemos que ver PS Move o Kinect, tecnologías basadas en el concepto de Wiimote. Está claro que, aunque PS3 y Xbox 360 se han llevado un buen trozo de pastel en esta generación que termina, también ansiaban un poco de lo que se ha llevado Nintendo y han querido incorporar en sus sistemas un buen número de juegos sociales. Pero Wii sigue siendo la reina de las fiestas, de las veladas en familia, de las tardes compartiendo risas con los amigos. Podemos reprochar muchas cosas a Nintendo, pero también debemos reconocerle el mérito.
¿Potencia o control?Es cierto que la potencia de la Wii hacía inevitable la comparación con PS3 y Xbox 360 y siempre acababa siendo vista como la inferior de las tres. Claramente en el aspecto gráfico no entraba ni siquiera en la competición. De hecho su potencial técnico era tan limitado que podemos decir que prácticamente era igual o sólo ligeramente superior al de GameCube, su predecesora. Pero dejando eso a un lado, la Wii ha aportado mucho. Por un lado su original control, que como antes mencionaba, fue fuente de inspiración para la competencia. De repente ya no jugábamos sentados en nuestro sofá simplemente apretando los botones y moviendo el joystick. Ahora debíamos agitar nuestro mando, moverlo para realizar diversas acciones o incluso usarlo como una espada. Y reconozcámoslo, nos puede gustar o no cómo quedaba esto integrado en la experiencia de juego, pero todos nos volvimos a convertir en niños con la idea de usar el mando como espada. Hasta el jugador con menos aprecio a Nintendo quería probar cómo funcionaba. Fue una auténtica revolución ver que esos movimientos que dibujábamos en el aire aparecían en la pantalla.
Pero poniendo a un lado la máquina en sí, concentrémonos en lo que realmente importa en una consola: sus juegos.
Lo que importa son los juegosEl catálogo de Wii puede que sea el más heterogéneo de las consolas que hay en el mercado actualmente. Podemos encontrar títulos que despierten una elevada sensación de vergüenza ajena, desarrollados para un público poco exigente pero que me hacen dudar si realmente hay algún tipo de control de calidad que deban superar todos los juegos antes de su lanzamiento. Pero igual que al moribundo que se le perdonan todos sus pecados en sus últimos días, hoy quiero enterrar el hacha de guerra y recordar lo bueno, las razones por las que realmente recordaré a Wii más allá de un control novedoso o de haber conseguido ser el centro de atención en celebraciones diversas.
Si tuviera que elegir solamente un título de su catálogo me resultaría imposible. Como decía, hay muchos juegos realmente horribles pero en el lecho de muerte de la consola ahora sólo quiero recordar aquellos que me dieron horas y horas de diversión. Inevitablemente esto me hace pensar en
Donkey Kong Country Returns por ejemplo, con el que Retro Studios me hizo sentir auténtica nostalgia recordando el título de Super Nintendo. El estudio a su vez nos devolvió a Samus Aran cerrando su sublime trilogía
Metroid Prime. Por supuesto decir que el juego de Wii con el más me he reído ha sido
New Super Mario Bros. y su opción de jugar a cuatro jugadores, que consigue el mayor número de risas e insultos a tus amigos por minuto. Pero si hablamos del famoso fontanero vestido de rojo y azul en Wii tengo que mencionar su aventura tridimensional en espacios esféricos y con un nuevo componente que alterará la jugabilidad como hasta ahora la conocíamos en los juegos de Mario: la gravedad. Éste es
Super Mario Galaxy, posiblemente uno de los juegos más disfrutables y que desprenden más magia de la consola de Nintendo.
También volvió a hacer que nos picásemos hasta el infinito con nuestros amigos con
Smash Bros Brawl, un nuevo título de la saga con novedosas incorporaciones. Éste y
Mario Kart Wii nos han hecho pasar interminables tardes de competición y risas como pocos lo han hecho. Asimismo la consola de Nintendo se movió por más géneros con lanzamientos tan exitosos como
Monster Hunter Tri, JRPG tan aclamados como
Xenoblade Chronicles o esa genial locura que es
MadWorld.
Wii, descanse en pazPor supuesto sé que me dejo muchos títulos que más de uno consideraría imprescindibles, pero sólo quería dejar aquí una pequeña muestra de aquello que nos ofreció Wii. Aunque me olvido de su inferior potencial técnico o de la clara intención de Nintendo por contentar al público menos tradicional, hoy quiero quedarme con sus juegos y todo lo que me dieron. Es cierto que en esta generación he acabado jugando más a las consolas de Microsoft y especialmente de Sony, pero aún así pienso que Nintendo nos ha regalado muy buenos momentos con Wii, una consola que ha sido mucho más que juegos de bailar o de hacer ejercicio. Llamadme sensible, pero siempre me ha dado pena ver la lenta agonía y muerte de una consola (algún día superaremos el fin de la Dreamcast aquellos que la disfrutamos) y desde luego con Wii no ha sido diferente. No he sido una fanática especialmente de la consola o de su movimiento, pero nunca me olvidaré de la primera vez que jugué un partido de tenis en
Wii Sports y la sensación de notar tu propio movimiento en un juego. Sólo por eso se merece mi respeto.