B-side of love (Forty one)

—No se trata de eso, amor…
—¡Que no me llames amor, joder!
Ella se retira unos pasos.
— … sino de haberlo dado todo, habiéndome equivocado, o no; y ahora no disponer de nada que darte.
—No es justo.
—Tienes razón, no lo es. Pero tampoco lo es para mí, que me lo achaques día sí y día también.
—Pues no te preocupes, que no te diré nada más.
—Tampoco se trata de eso. En cualquier caso, siempre tendrán razón.
—¿Quiénes?
—Ya lo sabes. Sabes cuál es mi destino natural. Y todos los acontecimientos que se desarrollen en la vida, no harán sino llevarme directo a él.
—Yo te dije que nunca te dejaría solo.
—Tú no, pero alguna parte de ti, sí.
—¿Hay otra? Hace días que estás raro. ¿Es eso?
—No hay otra… o puede que sí. Pero no quién tú piensas.
—Claro, tú lo sabes todo. Sabes lo que pienso, lo que hago, y lo que dejo de hacer.
—En mayor o menor medida, eres fiel a unos patrones de conducta, como casi todos los seres humanos ordinarios.
—Porque tú eres superior.
—Con ordinario me refería a «normal», aunque ya sabes cuánto odio esa palabra. Y también sabes, cuánto me disgustan los prejuicios.
—Me voy.
—Vale, pero no sufras.
—¿Te das cuenta? Antes me retenías, me decías cosas, ahora no. Ahora sólo me pides algo que es imposible.
—¿Por qué? —exclama fatigado—. ¿Por qué es tan complicado intentar ser feliz? Con esfuerzo, las sonrisas saldrán a diario, y los pensamientos negativos no tendrán cabida en tu vida.
—Ya no sientes nada.
—¿Alguna vez he sentido?
Ella estalla en llanto.
—Sabes cómo hacer daño.
—¿Crees que es mi intención? ¿Sabes lo que es querer? Sabemos dos cosas, que hay quiénes creen y no creen en el amor. Que se trata de un cúmulo de sustancias que libera nuestro cuerpo al encontrar un compañero sexualmente potencial. ¿Por qué el amor siempre tiene que ir acompañado de eso? ¿De sofocos, de dolor, de celos y de necesidad?
Se intensifica el llanto de la joven y se acerca dos pasos exiguos.
—Yo creí haber conocido el amor, y era feliz al pensarlo. Pero todo, todo me ha demostrado que lo que yo creía no era importante. Que el residuo de la pasión no es algo que deba nombrarse, que los recuerdos son espacio útil desaprovechado, y que la felicidad, sólo se consigue…
—¡Basta! No si—gas.
—Libérate de ese dolor.
—Me lo infliges tú a diario.
—Libérate de mí.
—Moriría.
—Y renacerías, pero no quieres intentarlo siquiera.
—¿Cómo tú? Pensaba que los muertos no recordaban su vida anterior sin hacer una regresión.
—¿Quién te dijo que hubiera muerto? Con suerte estoy camino de una final agonizante.
—Yo…
—Pero sonrío. ¿Lo ves? Porque no me importa dar lo poco que me queda. Pero no, claro que no es lo mismo. Ni nunca lo será. Lo tengo asumido, aunque a veces el estado anímico sea tan elevado que me haga admitir como empírico puras ilusiones de adolescente. Tú sí puedes. Aún te queda bastante camino para conocer.
—¿Me estás diciendo adiós?
—Lo que no te digo es que no me guste tu compañía. Te repito que en algún lugar podrías ser más fe… podrías ser feliz de verdad. O al menos, intentarlo.
Ella sigue sollozando.
—No aprendiste a quererte.
—Y nunca seré feliz, según tú.
—¿Y por ello tenemos que compartir nuestra amargura?
—Yo comparto el amor, pero tú ya no tienes, o eso dices.
—El amor… Hablaremos cuando estés más calmada.
—No, dilo ahora. Total…
—Si algo tengo claro es que de lo que antaño renegaba estaba muy equivocado. Si bien la necesidad es la base natural del amor, y proporcionalmente establece relaciones con quiénes interactúan, a pesar de que lo viera como algo sucio, es la forma más pura del mismo. Y me doy cuenta ahora, casi media vida después. La necesidad, aunque débiles, es lo que nos hace humanos, y multiplica nuestros sentimientos… Y amor no es ignorar todo y vivir en un mundo diferente donde todo es perfecto, no. El amor, incluso estando invadido por un Danubio rebosante de endorfinas, es actuar pudiendo distinguir entre lo bueno y lo malo, y lo agradable y lo molesto, hasta el punto… de ser capaz de dar la vida por tu compañero. Ser capaz de sentir miedo y hacerlo. Eso sí es heroico, y no los que van tan colocados que no recuerdan ni su propio nombre.
—Tú no darías la vida por mí.
El hombre niega con la cabeza y esboza una humilde sonrisa.
—No escuchas, amor. Yo no tengo vida que dar a nadie.
Me has hecho sonreír pero también has conseguido que...

llorara, shhht es un secreto.


Creo honestamente que te superas día a día. Ya sabes que creo que exploras "más allá" pero siempre manteniendo un tono DeFT. Me han gustado mucho los diferentes temas que he creído ver aquí dentro. Como la gente confunde algunas cosas muy humildes con su antagonista la soberbia. El "amor", el escepticismo, la felicidad, el agarrarse a un barco que ya ha zarpado hace mucho. Los principios de los finales. Creía que perdías eso que hace que tus textos me gusten tantos con algunas de las últimas cosas que he visto tuyas, sobretodo con una que ya te comenté. Pero resulta que sigues ahí, quizás cambias, quizás evolucionas, pero te he visto aquí, en tus palabras. No me hartaré jamás de recordarte que tienes madera.
Cruce de sentimientos: dolor y lágrimas. Egoísmo y preocupación por la otra persona. Tristeza e impotencia. Rabia, ira. Querer irse y no poder. Vacío, soledad. Desconsuelo, nostalgia. Echar de menos sin que nadie se haya ido. Palabras que se clavan en lo más profundo. Deseo y pasión. Placer, compañía. Querer y pedir imposibles. Llorar tu desdicha sin ningún tipo de consuelo, consiguiendo únicamente lágrimas y más lágrimas.

Ya sabes, lo leí hace mucho tiempo y me sigue resultando muy triste a día de hoy….¿Qué se puede hacer cuándo la única persona que te hace llorar es la única capaz de consolarte?

A veces esperamos cosas de los demás que no pueden darnos: detalles, palabras, momentos. A veces no nos damos cuenta que cada persona es diferente y que en esa diferencia radica lo verdaderamente especial de cada uno. Muchas veces nos llevamos desengaños por el hecho de esperar algo de los demás. O simplemente pensamos en lo que nosotros haríamos sin ponernos en el lugar de la otra persona, buscando culpables dónde no los hay…. ¿acaso podemos obligar a que alguien nos quiera como nosotros queremos?




Pues eso, que me sigues (e) emocionando igual que en su día...
Yo cuando leo estas cosas solo se decir: ¡Sublime! Debe ser que no estoy muy leído, pero así me parece.
Muy bueno DeFT, transmites todo lo que quieres transmitir. Y me parecen situaciones tan complejas como cotidianas.
Un saludo.
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