Los chinos aprovechan la gran tienda de Ikea de Pekín para descansar en sus camas, merendar en sus cocinas o pasar el día en un salón piloto.<p><img src="http://www.larazon.es/images/uploads/image/f0/f8/348823/c617x266_007LRD31FOT1.jpg?1325281055" border="0" alt="Dormir mientras compras" /></p>
<p><font color="#4b4b4b" face="Arial, Helvetica, sans-serif">Jing se ha puesto a estudiar en una robusta mesa de madera. Wailing ha venido a charlar con dos amigos y comer pipas en un sofá de cuero. Y Siwang echa una siesta, despatarrado sobre una cama de matrimonio.
Todo ello dentro del enorme centro Ikea de Pekín, donde cientos de personas realizan cada día actividades que no tienen nada que ver con las compras. «Mi trabajo está cerca de aquí y he venido a dormir un rato durante la pausa», reconoce, avergonzado, un hombre de mediana edad tras ser descubierto roncando en el sillón de una alcoba montada como expositor. Tumbados, sin incomodarse ante la presencia de trabajadores y clientes, los hay que incluso no dudan en arroparse con las sábanas y protegerse de la luz con un antifaz o una hoja de papel para descansar mejor.
Pero el verdadero descontrol llega los fines de semana, cuando no es extraño encontrarse a familias enteras ocupando todo un salón y dando cuenta de la merienda que se han traído de casa. Otros, más discretos, prefieren sacar la tartera en la cafetería del centro.
Ahí están la señora Yu y sus cuatro amigas. Pasadas todas de los sesenta, no están pensando en una lámpara nueva, ni en cambiar un edredón. «Nos tiramos cuatro horas o más cada vez que venimos.</font></p>
<p><font color="#4b4b4b" face="Arial, Helvetica, sans-serif"><font color="#4b4b4b" face="Arial, Helvetica, sans-serif">Damos un paseo, miramos los muebles, nos sentamos en alguna sala y luego comemos en el restaurante. A veces pedimos aquí, pero generalmente traemos algún aperitivo de casa o una pieza de fruta», admite Yu. «Quienes no podemos permitirnos casas con estilo, podemos disfrutarlas aquí un rato. El ambiente es muy agradable. Además nos enteramos de lo que está de moda y se lo decimos a nuestros hijos», añade con una sonrisa burlona.</font></font></p>
Fuente.