La libertad de expresión tiene límites que están perfectamente regulados. Por eso uno no puede ampararse en la libertad de expresión para atentar contra el honor de alguien, por ejemplo. Las personas gozan de una serie de derechos que están por encima de la libertad de expresión. Pero (y ahí es donde la gente parece olvidar la diferencia) una idea no es una persona, carece de esos derechos. Y me parece lógico. Decir que no puedo criticar o burlarme de una idea que considero absurda no tiene lógica. Igual que existe la libertad de creer en algo y adorarlo, existe la de no creer y criticarlo. Y sí, burlarme de ello también. Porque me estoy burlando de una idea que considero absurda, no de una persona. Si esa persona cree que es ofensivo que considere absurdo y me burle de algo que él ve de otra manera, no le queda otra que aguantarse. Porque me estoy burlando de un concepto que nada tiene que ver con esa persona (no es mi culpa que dicha persona crea en algo que me parece ilógico).
Otro tema es la necesidad o no de burlarnos de lo que consideramos ilógico/estúpido. En principio, yo no tengo problemas con las creencias de nadie. Si quieren creer en cosas estúpidas (a mi parecer) en privado, me parece estupendo. Pero dado que no es así, dado que tienen la libertad de adoctrinar y hacer juicios sobre los demás, sobre la sociedad y sobre cómo debemos comportarnos y ser tratados aquellos que no creemos en lo mismo que ellos, considero que se ganan a pulso que la gente se burle de sus creencias. Hay gente que cree en ciertos seres mágicos y no veo a nadie criticando con la misma ferocidad que a las religiones. Será porque esas personas no intentan que nuestras vidas giren en torno a los preceptos de hadas, sirenas o demás historias.
Así que la gente puede creer en cosas que van en contra de las evidencias científicas que tenemos, por ejemplo. Siempre que con eso no causen daño a los demás, no se metan en la vida de otros y no intenten que el mundo debería adaptarse a esas creencias sin base lógica.