En plena subbética cordobesa, donde puedes poner una sarten con aceite a hervir en el capó de un coche sin ningún problema, la PS4 de un conocido (yo no la tengo, aún) ponía los ventiladores a piñón a partir de los 20-25 minutos de juego (si ponías atención, notabas el cambio de ruido un poco), pero cero problemas. De hecho, este mismo conocido es uno de esos a los que la PS3 le petó en el verano de 2007.