En un libro, "El Principio era el fin", de Oscar Kiss Maerth, se expone la teoría de que el ser humano hizo que su cerebro creciera y por tanto aumentara su inteligencia alimentándose del cerebro de otros seres humanos. Esto también provocó que perdiera su capacidad telepática. Aquí transcribo algunos fragmentos del libro:
1. Su misión era divina. Sólo él estaba provisto de alma, de la que no disponía ningún otro ser viviente. Él era el único elegido para conocer, acatar y loar a Dios. El ser humano había sido elegido para gobernar la Tierra y para conservar en ella la justicia y armonía divinas, para darles validez. Su misión era la de mejorar todas las obras de Dios en la Tierra, e incluso concluir la obra incompleta de Dios mediante su propio progreso. Porque Dios le había concedido para esta misión un alto grado de inteligencia.
Fortalecido y alentado por su propia tesis, el hombre se colocó a la cabeza de su imaginaria pirámide, y desde allí cantó sus propias alabanzas. Con tales autoengaños, el hombre se dispuso a iniciar su misión divina. Quiso administrar al mundo, pero muy pronto se dio cuenta de que no era capaz de administrarse a sí mismo.
2. Una vez más, el ser humano se consoló con el resto de sus tesis. Siguió siendo la cumbre de toda la creación y el único ser provisto de alma. Dios había creado al hombre con el fin de que la creación tuviera sentido, porque Dios quería ser alabado por alguien, para salir así de su soledad y anonimato. El nuevo ser sin memoria todavía estaba convencido de que, sin él, el mundo estaría incompleto y Dios triste.
3. La verdad sobre el origen del hombre y las consecuencias de dicha verdad darán la vuelta a la Tierra y la conmoverán.
Todos los conceptos anteriores sobre la vida humana, sobre las metas y los progresos, se tambalearán y derrumbarán.
El género humano se encuentra al principio de una nueva era, que al mismo tiempo será la última, puesto que se encamina inevitablemente hacia la fase final de su existencia.
El ser humano no es el resultado ni de una evolución natural, ni de una evolución sana. No se originó en el marco del orden cósmico general. Por el contrario, el hombre se ha hecho a sí mismo en contra de todas las reglas de la evolución natural y en contra del orden de la naturaleza, mediante la manipulación de su propio cerebro.
4. La evolución humana está en contradicción con el orden cósmico. Fue puesta en marcha mediante una acción pecaminosa del propio hombre y dio lugar a un cerebro hiperdesarrollado y mórbido, así como a fenómenos físicos de carencia que amenazan la existencia del hombre.
5. El animal que más tarde se iba a convertir en hombre, había manipulado conscientemente su cerebro. El ser humano es el único animal terrestre que ha matado a sus congéneres con la finalidad de consumir sus cerebros. Los antepasados del hombre comenzaron esta práctica hace más de un millón de años y la siguieron ininterrumpidamente durante todo el proceso de formación del hombre, a lo largo de un millón de años.
6. El mono antropomorfo del cual nació el hombre, descubrió que el consumo del cerebro de sus congéneres incrementaba sus estímulos sexuales. Acabó viciándose y se dedicó a la caza de cerebros. Sólo más tarde se dio cuenta de que el consumo de cerebros también tenía como consecuencia un aumento de su inteligencia.
El deseo de un mayor deleite sexual y el deseo posterior de ser más inteligente, llevó al hombre a intensificar el canibalismo.
El proceso de formación del hombre se inició, por consiguiente, con el consumo de un cerebro y prosiguió de forma continuada a lo largo de toda la historia evolutiva del género humano.
Al comer el cerebro, el hombre consumía también las sustancias concentradas contenidas en él. De esta forma, tanto su propio cerebro como su capacidad intelectual aumentaron en unas dimensiones superiores a lo normal. Así nació el exceso de inteligencia, biológicamente infundada, que más tarde se convirtió en un estado mórbido.
7. Su orgullo, el enorme cerebro, es tan sólo una glándula artificialmente hiperdimensionada y enfermiza. Desde la aparición del canibalismo, la mente del hombre ha ido trastornándose cada vez más y se acerca inexorablemente a ese estado extremadamente peligroso en el que el hombre, a modo de genial loco, se destruirá a sí mismo.
8. A pesar de todas las prohibiciones y de los duros castigos, el canibalismo siguió practicándose en secreto.
9. Cualquier investigador podrá confirmar que casi todos los cráneos humanos de más de 50.000 años de edad encontrados hasta ahora fueron canibalizados. Y los cráneos de 300.000 años y más fueron canibalizados en su totalidad.
10. Bajo la presión de este sentimiento de culpabilidad y de forma instintiva, el hombre huye de este fenómeno y no quiere relacionar bajo ninguna circunstancia su origen de hombre con la práctica del canibalismo.
11. Si el hombre ha asesinado durante tan largo tiempo a sus congéneres para comerse sus cerebros, debió haber notado determinadas ventajas.
12. El canibalismo y la formación del hombre se iniciaron al mismo tiempo. El canibalismo es la causa de la evolución del hombre.
13. La hiperalimentación forzada con sustancias cerebrales obligó a la hipófisis, encargada del equilibrio fisiológico, a establecer un nuevo sistema distributivo en el cuerpo, contrario al sistema natural. Las consecuencias visibles fueron, ante todo, la pérdida del pelo del cuerpo y la desaparición de los signos de fertilidad en las hembras.
14. El cerebro nunca puede entrar en contacto con un objeto metálico. Ha de ser sacado del cráneo con la ayuda de una cuchara de bambú, para ser consumido en estado fresco y todavía caliente.
15. El cerebro debe ser consumido en estado todavía vivo, antes de que hayan escapado de él todas sus fuerzas secretas.
16. Según mis propias experiencias, al cabo de unas veinte horas después del consumo del cerebro aparece una sensación de calor en el cerebro, una especie de leve presión. Al cabo de 28 horas el cuerpo entero se siente invadido por una renovada vitalidad con fuertes estímulos sexuales.
17. El consumo de cerebro aumentó el volumen de su propio cerebro en una medida muy superior a lo que le permitía la capacidad del cráneo. De esta forma, el cerebro se veía expuesto a una creciente presión, cada vez más peligrosa con el correr del tiempo. Sucedieron casos de una enfermedad cerebral semejante a la epilepsia, con estados de locura intensa, que el hombre atribuyó acertadamente al aumento de volumen del cerebro.
18. El ser humano se ha convertido en el único ser viviente que de forma constante y silenciosa se miente a sí mismo y a sus congéneres.
19. El hombre no ha dado una educación deficiente a la mujer, sino que no le ha dado de comer cerebros.
20. Todo ser humano es anómalo y mentalmente enfermo, pero desde el punto de vista humano se le considera perfecto.
21. La dirección y las decisiones de la familia siempre han de estar firmemente en manos del hombre. La humanidad siempre continuará siendo descendiente de los monos y ninguna horda de monos ha estado dirigida jamás por una hembra. Un grupo de este tipo desaparecería en brevísimo plazo, aunque sea capaz de hablar latín, de telefonear y de fabricar gases lacrimógenos.
22. No hay ningún mono ni otro animal en nuestro planeta que sufra de malos olores axilares. Esta enfermedad sólo la padece el ser «a imagen y semejanza de Dios», este ser que supuestamente ha nacido en el marco de una evolución natural y en concordancia con el orden cósmico.
El ser humano se siente abochornado y se ve obligado a lavar con frecuencia sus cavidades axilares y sus genitales, con el fin de disminuir sus malos olores.
23. La teoría evolutiva del hombre reconocida oficialmente está plagada de contradicciones casi incomprensibles. No hay ningún animal sobre el cual se hayan escrito y dicho tantas estupideces como sobre el hombre. Él mismo se ha ido engañando de forma continua, porque se ha empeñado en ser la creatura favorita de Dios y en poseer una misión especial, en lo cual se había erigido por sí mismo.
24. Está mentalmente enfermo. Las peores consecuencias del canibalismo no son los daños físicos, sino el estado enfermizo del cerebro hiperdesarrollado, debido al cual su espíritu ha desembocado en un estado de alienación. Precisamente aquello de lo que se siente más orgulloso, su cerebro, se encuentra incurablemente enfermo.
25. El proceso de formación del hombre no tuvo lugar dentro de una evolución natural. La inteligencia superior se debió a la ingestión forzada de sustancias cerebrales físicas, que contienen inteligencia e incluso conocimientos concretos. Debido a ello, el cerebro humano pasó de los 400 cm3 a un volumen de 1.000 a 1.600 cm3.
26. El cerebro, incitado al crecimiento por el continuo consumo de otros cerebros, no pudo desarrollarse plenamente, debido al reducido tamaño del cráneo, el cual crecía a un ritmo más lento de lo que hubiera sido necesario. A consecuencia de ello, el cerebro obligado a crecer comenzó a ser comprimido. Así empezó a atrofiarse dentro del caparazón óseo del cráneo y sus incontables conductos microscópicos tuvieron que hacerse todavía más finos y seguir un trazado más complicado.
27. Debido a la presión y la falta de espacio, la masa aislante tuvo que disminuir de grosor, con lo que la capacidad aislante no era suficiente. Esta es la causa de la tragedia de la humanidad y la razón por la cual el ser humano está mentalmente enfermo.
28. Sus crecientes monomanías le impusieron cargas materiales cada vez mayores, con lo cual contrajo la maldición del trabajo. Quiere liberarse de esta maldición ocasionada por él mismo, pero los medios que utiliza para ello exigen a su vez más trabajo, que de nuevo da lugar a otros sufrimientos.
29. Que los pensamientos emitidos por un ser humano no pueden ser captados por otra persona sólo es una verdad a medias. La verdad completa resulta mucho más trágica. El hecho es que los pensamientos de una persona siguen penetrando todavía en el cerebro de las demás personas, pero éstas no los captan de forma consciente ni los comprenden, por lo que las ideas se insertan en el subconsciente e influyen el modo de pensar y de actuar de cada persona, sin que ésta se percate de ello.
30. El cerebro, que había ido aumentando de volumen por el constante consumo de cerebros, iba comprimiéndose paulatinamente en el cráneo demasiado reducido, quedando expuesto a poderosas presiones.
31. Con gran desesperación, la humanidad intentó por todos los medios aminorar la presión del cráneo sobre el cerebro. Se descubrió que el daño se encontraba bajo la parte superior de la bóveda craneal, por lo que todos sus esfuerzos estaban dirigidos a aminorar la presión en ese lugar.
Uno de los mejores métodos empleados fue la prensa craneal. Las razas de todas las partes del mundo prensaban los cráneos de sus hijos recién nacidos entre dos tablas y los comprimían mediante anchas cintas.
32. Cuando alguien enloquecía, se realizaba a menudo una intervención quirúrgica. El cráneo se lijaba con una piedra lisa, por regla general a la altura de las sienes, hasta producir allí un agujero a través del cual se podía extraer líquido. De esta forma disminuía la presión y el paciente operado volvía a disponer de sus facultades de percepción ultrasensorial.
33. Así nació el homo sapiens, la «imagen de Dios». Con su nueva conciencia, que más bien es una aconciencia, elaboró las más descabelladas tesis sobre su origen y las más insensatas metas. Aquejado por sus monomanías, se erigió en «vicario de Dios» y se puso a regir la Tierra de forma cada vez más cruel e irresponsable.
34. A consecuencia del canibalismo, el cerebro humano entero se ha convertido en un tumor maligno, que de continuo ha de ser controlado para que no se acerque a él ninguna «ciencia». Ello sólo conduciría a una destrucción precipitada de la Tierra e incrementaría la miseria humana. Muy pronto la humanidad conocerá en su propia carne cuan peligrosos son tales «tumores malignos» que gobiernan sin control la Tierra y que juegan a la «ciencia».
35. La humanidad ha elaborado unos conceptos acerca de sí misma diametralmente opuestos a la verdad. A nadie se le ocurre ya comprobar su veracidad. El ser humano sólo puede pensar como hombre, y, como es sabido, los locos no pueden diagnosticarse a sí mismos.
36. Los teólogos comparten la opinión de que gracias al progreso el hombre es en la actualidad mejor, más inteligente y más feliz que antaño. Pero, sin inmutarse, prosiguen afirmando que Dios ha creado al hombre con sus propias manos y a su imagen. Por consiguiente, Dios ha colocado en el mundo a imagen suya un ser neurótico, insatisfecho, infinitamente tonto y extremadamente criminal.
Esta afirmación de los teólogos es una blasfemia o bien una infinita estupidez.
37. Lo que el hombre necesita no es una inteligencia aumentada sobre «bases científicas», dado que esto ya lo lograron de forma insuperable los caníbales. Lo que necesita es una disminución de su alienación, que sólo se conseguirá si regresa a la naturaleza, en tanto lo permitan su cuerpo y su espíritu mórbidos. Entonces aprenderá de nuevo a pensar y se dará cuenta de que la naturaleza y sus congéneres no son enemigos suyos y de que en el universo no hay nada que mejorar, a excepción del hombre mismo.
38. La única intervención permisible en el cerebro es la que ya ha sido practicada con éxito durante tantos milenios: el formar una cúpula en la bóveda del cráneo, con el fin de aminorar en cierto modo el defecto físico. Y, si se quiere, pueden volver a crearse «hombres dioses», en lugar de semiintelectuales con diploma.
39. La pérdida de la comunicación mental se produjo primero en Mesopotamia, pues allí se había iniciado el canibalismo y la consiguiente formación del hombre, fue en aquella región donde aparecieron las primeras lenguas.
40. Aunque el cerebro mórbido del hombre es incurable, por lo que se encamina hacia la autodestrucción, sin embargo puede aminorar sus sufrimientos si cada individuo piensa por su cuenta y no se deja guiar por los pseudoconocimientos de los llamados intelectuales.
41. El ser humano nació del cruce entre una raza africana y otra asiática. El primero de estos híbridos fue engendrado por un padre africano y una madre asiática.
Todos los monos antropomorfos africanos, entre ellos los gorilas y los chimpancés, tienen trece pares de costillas. Por el contrario, todos los monos antropomorfos asiáticos, como los orangutanes, poseen doce pares.
42. Ambos animales se percataron por vez primera de que el consumo de cerebros estimulaba sexualmente de forma mucho más intensa que algunas plantas que los monos ya comían tradicionalmente para este fin. Fue bastante más tarde cuando comprobaron que dicha droga ejercía unos efectos duraderos sobre su capacidad mental.
Aquélla fue la primera pareja del género humano. Los primeros caníbales.
43. Dado que la raza paterna tenía un aspecto completamente diferente al de la raza materna, y puesto que los híbridos podían aparearse con éxito con ambas razas de origen, surgieron por lo menos dos tipos humanos de aspecto diferente.
44. Lógicamente, todas las razas de monos antropoides huían ante la presencia de los caníbales. A pesar de ello, muchos simios fueron apresados, asesinados y comidos, y las hembras fueron fecundadas por la fuerza y convertidas en caníbales, es decir, en humanas.
Sólo después de que el caníbal se hubiera dado cuenta de que los cerebros de los propios caníbales poseían una eficacia muy superior como droga sexual y sustancia incrementadora de la inteligencia, dejaron de cazar a los demás monos antropoides no caníbales. A partir de entonces ya sólo se dedicaron al consumo de seres ya humanos que se dedicaban al canibalismo desde hacía varias generaciones, por lo que sus cerebros eran mucho más valiosos.
45. En todas las razas de monos convertidas en caníbales se desarrollaron en un espacio de tiempo extraordinariamente breve un cerebro mayor y una inteligencia más elevada. Estos nuevos seres siguieron practicando el canibalismo durante un millón de años, y así nació el hombre actual.
¿Dónde está el origen del nuevo ser híbrido que dio principio al proceso de conversión? ¿Cómo se difundió el canibalismo? ¿Cómo se pobló el planeta de seres humanos?
El citado cruce entre monos africanos y asiáticos sólo era posible en aquellas zonas que forman un puente entre ambos continentes. A ambos lados de esta línea divisoria imaginaria vivían grupos tanto de monos antropomorfos africanos como asiáticos. Por consiguiente, el cruce necesariamente tuvo que tener lugar en dichas zonas limítrofes. Con ello se confirman tanto las tradiciones mitológicas como los asertos filosóficos, según los cuales la cuna de la humanidad se encuentra en la región de Mesopotamia, entre los ríos Eufrates y Tigris.
46. El género humano adquirió su fecundidad desproporcionadamente elevada a través del canibalismo.
47. Tuvieron mejor suerte aquellos grupos que en los primeros tiempos, cuando todavía disponían de un manto de pelo natural, huyeron a las montañas cubiertas de nieves eternas, donde se aclimataron. Estos seres ya caminaban erguidos y su inteligencia también era superior a la de un mono antropoide dado que descendían de caníbales. Las hembras todavía poseían los signos sexuales de los días fértiles. Puesto que la vida en las montañas nevadas enfrentaba a estos seres a unas duras condiciones de vida, su problema principal era la supervivencia y no el aumento de los impulsos sexuales mediante el consumo de cerebros. Así pues, lograron vivir en paz.
48. La existencia de estos paleohomínidos fugitivos y peludos siempre ha sido conocida y todavía se conoce en el Tíbet. La población indígena los llama yetis. A pesar de que su número es muy reducido y de que se van extinguiendo paulatinamente, los pobladores de las montañas todavía los ven con frecuencia, pero los dejan en paz. Los yetis son pacíficos y procuran esquivar al ser humano. Deben su salud física y espiritual al hecho de no haber practicado el canibalismo y no haberse convertido en la especie homo sapiens. También poseen todavía la capacidad de percepción extrasensorial.
49. Cuando hace unos 20.000 años una raza asiática mongoloide abandonó por razones climáticas el desierto de Gobi y se dirigió a Alaska, donde el clima ya había perdido parte de su crudeza, encontró a los peludos y pacíficos paleohomínidos, cuyo número ya había quedado muy reducido.
50. La humanidad, que antaño tuvo que luchar por su supervivencia por falta de nacimientos, teme hoy en día que no podrá sobrevivir debido a la superpoblación. Este cambio catastrófico de la fertilidad es un fenómeno completamente antinatural, sin paralelo alguno en la naturaleza.
51. El antiguo caníbal sigue latente en el hombre y no ha olvidado el desarrollo del proceso de conversión. Dado que el origen de la guerra se encuentra en el canibalismo, que estaba estrechamente unido a la violación de las hembras de los vencidos, la humanidad sigue relacionando en su subconsciente toda guerra con la violación de las mujeres.
52. Aparte de que las diferencias de inteligencia entre las razas se interpretan erróneamente y se abusa de ellas, la humanidad tampoco sabe qué hacer con el instinto de discriminación racial y cultural, por lo que no lo manifiesta de acuerdo con las leyes de la naturaleza. La discriminación no es desprecio ni odio, sino un instinto de diferenciación, gracias al cual todo ser vivo o unidad organizada de seres es consciente de sus características diferenciadoras. Este mismo instinto respeta automáticamente los correspondientes instintos de todos los demás seres vivos. Si el instinto de la discriminación no tuviera su función propia ni estuviera condicionado por la naturaleza, todos los seres vivos lo poseerían por error cósmico o debido a una insuficiencia de la creación. Pero, de hecho, cumple unas tareas importantísimas, pues sin él no existiría vida alguna. Dicho instinto es tan viejo como la vida misma y está tan arraigado en todo ser que cualquier intento de eliminarlo está condenado al fracaso.
Dado que entre los seres vivos no sólo existen diferencias físicas, sino también espirituales o culturales, el instinto de la discriminación actúa en ambos campos. Los monos, por ejemplo, no penetran en los territorios de otras razas de monos, ni en los de otra horda de la misma especie. Tampoco se cruzan con otras razas, ni permiten que monos de la misma raza, pero pertenecientes a otra horda, se apareen con ellos.
53. Aunque el proceso de transformación ha tenido por consecuencia que todas las razas humanas puedan mezclarse entre sí, todavía se mantiene despierto el instinto de la diferenciación o discriminación. Así pues, la humanidad se ha convertido en algo así como una raza, sin serlo realmente. Ha obtenido algo que mejor sería no tener (la conciencia de ser una unidad biológica), y al mismo tiempo ha perdido algo que debiera haber conservado (la facultad de discriminación entre las razas).
54. La historia ha demostrado miles de veces que el homo sapiens, el «hijo de Dios», presa de su espíritu canibalístico de horda, es capaz de asesinar en nombre de «su dios» a quienes no compartan su credo.
55. La humanidad asistirá a unos fenómenos alarmantes e inexplicables. Personas consideradas como civilizadas y bien educadas en el mundo occidental se comerán a sus congéneres, y a menudo a sus propios amigos, sin poder aducir ninguna razón convincente de sus actos. Será su subconsciente lo que les obligará a ello. La humanidad puede estar segura que esto será un indicio inequívoco de la aparición del nuevo canibalismo, que volverá a practicarse por diferentes razones y para diferentes fines.
En principio, ninguna raza humana posee sentimientos de odio racial, que tampoco existen entre las razas de simios, mientras éstas vivan separadas. Los chinos no tienen nada en contra de los bantúes. Pero si de pronto un millón de negros bantúes se asentara en Shangai, se acabarían el mutuo respeto y amor. Los negros kikuyu no tienen nada contra los ingleses, mientras éstos no invadan su país. Los suecos respetan y admiran a los papúes, pero sólo mientras no se asienten en Suecia dos millones de ellos. Cada raza forma su propio ghetto, su país y su territorio, en el cual nadie debería penetrar por la fuerza física ni por medios psicológicos.
56. Por otra parte, deben evitarse los matrimonios entre miembros de razas muy diferenciadas. Sin embargo, a nadie se le debería impedir la realización de tales matrimonios. Si los principales filósofos y pensadores, entre ellos Moisés, dijeron lo mismo, sabían por qué lo hacían. Los descendientes de tales matrimonios heredarán las funciones fisiológicas y las características espirituales paternas y maternas, que a menudo se contraponen.
57. El establecimiento de partidos políticos no sólo es algo completamente innecesario, sino que también es perjudicial, porque necesariamente contribuye a producir nuevas causas de discriminación, aumentando así el sufrimiento de la humanidad. Sólo resulta justificado el partido del hombre. También los asnos cuentan tan sólo con el partido de los asnos, y los elefantes con el de los elefantes. Y el hombre tendrá que adoptar esta sabiduría.
58. Estamos en vísperas de la superpoblación de la Tierra y el hambre está preparando ya su toma de posesión en el mundo entero. Todas las razas, hordas y partidos políticos serán sus víctimas.
59. Después de haberme dado cuenta de la verdad sobre el origen del género humano, dudé bastante en darla a conocer. Resulta estremecedora y tiene unas consecuencias imprevisibles para todos los campos de la actividad humana. Pero mi decisión quedó facilitada cuando me acordé del Génesis de la Biblia. Comprendí que en esas breves líneas de rico contenido ya se había dicho hace miles de años la verdad sobre el origen de la humanidad, aunque ya no era comprendida. Todo cuanto el Génesis describe de forma alegórica, coincide plenamente con cuanto he descubierto.
60. El Génesis describe de forma alegórica la evolución antinatural de un mono peludo en hombre desnudo, debido al canibalismo. Inducido por deseos sexuales, consume el fruto de la sabiduría. Los conocimientos aumentan, pero en el cerebro nacen monomanías, que impulsan al hombre a contrarrestar unas imaginarias necesidades materiales mediante el penoso trabajo. Este es el castigo hereditario que pesa sobre todos sus descendientes. El género humano arrasará la Tierra y se aniquilará a sí mismo.
61. El Génesis es una descripción clara del origen de la vida en la Tierra, y ante todo de la evolución antinatural de un animal peludo que se convirtió en hombre y que al comer del fruto de la sabiduría acabó quedando inteligente, desnudo y sexualmente enfermo. Debido a esta inteligencia adquirida por vías contrarias a la naturaleza, se produjo la alienación espiritual y, a partir de ella, las monomanías del hombre que le impusieron las mórbidas ideas del trabajo y el progreso. Con ayuda de esta inteligencia destruirá un día la Tierra, hasta que en ella sólo crezcan cardos y espinas. De esta forma, el hombre acabará su existencia en medio del desierto.
Esta historia nos la explica el Génesis en un lenguaje alegórico y fragmentario, que hoy en día ya no es comprendido. Su forma original se remonta a unos 50.000 años y fue redactada por los hombres-dioses de la zona de Mesopotamia poco antes de completarse la alienación espiritual.
62. Todavía hoy en día, las versiones más antiguas y que más se aproximan a la forma original, se encuentran enterradas en Mesopotamia, en unos textos ideográficos inscritos en tablas de barro cocido. Proceden de la época anterior al diluvio.
63. Hace apenas 3.000 años, Moisés y otros filósofos judíos eligieron las dos variantes sumerias menos fragmentarias del Génesis. Ésta es la causa de que los llamados libros de Moisés contengan dos variantes, que desde entonces se incluyen como elemento en las Sagradas Escrituras de los judíos.
64. La primera parte del Génesis relata la formación de la Tierra misma y de la vida sobre el planeta. De acuerdo con ello, al principio reinaba la oscuridad, porque el globo terráqueo estaba rodeado de gases y vapor de agua. Cuando dichos vapores se condensaron, la superficie de la Tierra quedó cubierta de agua, con lo que fue posible contemplar las estrellas, la Luna y el Sol desde nuestro planeta. Más tarde los movimientos tectónicos levantaron unas partes de la Tierra, de forma que quedaron separadas el agua y la tierra. Así nacieron los primeros continentes.
Apareció la vida en el agua. Los primeros seres vivos se convirtieron en peces, más tarde en anfibios y aves, y por último en animales de tierra firme, la cual ya estaba cubierta de vegetación. De acuerdo con el Génesis, todo ello ocurrió en seis días.
Hasta este punto la interpretación correcta resulta fácil. Los seis días han sido interpretados con razón como seis épocas, y los investigadores, que disponen de los resultados de prospecciones geológicas y de complicados medios técnicos, han tenido que confirmar que tanto el origen de la Tierra como el orden de sucesión de la evolución de la vida tuvieron que ocurrir tal como nos lo relata la primera parte del Génesis.
65. Los teólogos no fueron capaces de encontrar una respuesta adecuada. No podían saber que existe realmente una sustancia material, un fruto del saber, gracias a cuyo consumo puede obtenerse el saber y acabar desnudo. Si en lugar de acudir a los teólogos, se hubiera preguntado al respecto al jefe tribal Umkulumkulu o a otros caníbales de Borneo, habrían dado al punto una respuesta acertada sobre este punto del Génesis. Incluso habrían sido capaces de explicar por qué fue la serpiente —símbolo de la sexualidad— la que había incitado al hombre a comer el fruto de la sabiduría y por qué todavía lo está haciendo hoy en día en aquellos lugares donde se practica el canibalismo.
66. El Génesis nos muestra a los primeros seres humanos antes del pecado original. Esto es, antes de iniciarse el canibalismo. Aparecen en un jardín verde y fértil, lo cual indica que en aquella época no había allí sequía ni desierto.
Se nos dice con toda claridad en el Génesis que el hombre apareció como género o especie al término del acto de la creación. Todas las demás especies animales, incluso los antepasados del hombre, a partir de los cuales se formó, ya existían. En una de las versiones del Génesis se insinúa qué al principio el hombre vivía en paz y armonía con los demás animales. Ello significa, por lo tanto, que no era carnívoro, sino vegetariano. Este hecho todavía aparece con mayor claridad cuando Dios dice al hombre que le ha provisto de toda clase de plantas y árboles frutales, con el fin de que se alimente de ellos. Pero no se menciona con ninguna palabra la carne de los animales.
67. El ser humano es descrito en el Génesis como un ser sin ropa, que originalmente no precisaba de vestimentas artificiales, dado que disponía de su pelo natural. La vestimenta artificial de pieles de animales sólo fue necesaria más tarde, pero no porque hubiera cambiado el clima, sino porque el hombre había comido cerebro (el fruto prohibido del saber) y había quedado desnudo. Esto queda subrayado con toda claridad en el Génesis.
Dice el Génesis que Dios decidió dar una mujer a Adán. Mientras Adán «dormía», sacó de él una costilla y creó con ella a Eva. Esta parte del Génesis tampoco ha sido comprendida nunca. Si Dios había sido capaz de formar a Adán con ayuda de la tierra, sin utilizar para ello el hueso de ningún otro ser, también habría tenido que ser capaz de crear a Eva de la misma forma. ¿Por qué necesitaba para ello un hueso? ¿Y por qué precisamente una costilla de Adán? ¿Por qué no un hueso de su dedo?
Esta narración alegórica, que a primera vista puede parecer misteriosa, no lo es en absoluto. Lo único que dice el Génesis es que, al «acostarse», Adán se hizo «una carne» con Eva, y que de esta forma perdió Adán un par de costillas.
Como ya ha quedado explicado, la raza humana es una raza híbrida. Surgió por el cruce de un mono africano macho (Adán) de 13 pares de costillas con una hembra asiática (Eva), de 12 pares de costillas. Este cruce dio lugar al género humano, con sólo 12 pares de costillas. Así pues, la raza de Adán perdió realmente un par de costillas. Y la expresión «una carne» significa el resultado del cruce entre dos razas de monos.
68. El ser humano quiso alcanzarlo todo con rapidez y fuera del orden divino. Para ello consumió la droga de la inteligencia que, si bien le hizo más inteligente, también le convirtió en un enfermo mental.
69. El Génesis explica de forma unívoca lo que fue el pecado original: en su deseo de mayores deleites sexuales, el hombre comió una sustancia que incrementaba sus impulsos sexuales y que simultáneamente le hacía más inteligente.
En principio, la inteligencia no es pecado, pero todo depende de cómo se adquiere. Es posible adquirirla en contra del orden natural, y en contra de esto mismo previene Dios al hombre en el Génesis. El cerebro crudo del propio género humano es esa «enigmática» materia que contiene el saber y la facultad de pensar y por cuya ingestión se incrementa la inteligencia del consumidor. Ya no cabe teologizar más sobre ello.
Según informa el Génesis, el primero en comer el fruto prohibido fue la especie asiática, simbolizada por Eva. El canibalismo se inició en Asia. Y allí, en Mesopotamia, tierra fronteriza entre Asia y África, también surgió la nueva raza híbrida del ser humano. Los primeros monos convertidos en caníbales fueron los monos de la raza de Eva.
70. Después de que el ser humano hubo degustado el fruto del saber, se escondió. Le atormentaba su mala conciencia, pues, como animal vegetariano, había dado muerte a unos congéneres completamente inocentes. Y no lo había hecho para apaciguar su hambre ni para defenderse, sino exclusivamente para incrementar sus impulsos sexuales.
71. El ser peludo había perdido su abrigo al comer una materia que confería inteligencia, pero no al tener un mal pensamiento. El Génesis no dice que Dios descubriera al hombre cuando comía el fruto prohibido y que lo dejara desnudo como castigo. Esta pérdida apareció más bien como consecuencia automática. Como ya se ha dicho, el consumo de cerebro trastornó las funciones de la hipófisis e influyó así en el crecimiento del pelo y en la vida sexual.
72. Los fuertes dolores del parto en la mujer también tienen otras causas de origen físico y psíquico, pero que igualmente surgieron a consecuencia del canibalismo.
73. Desde hace unos 50.000 años la humanidad está trabajando de forma sistemática y con creciente rapidez para transformar nuestro planeta en un desierto inhabitable.
74. La muerte del individuo y la del género humano. Si Dios dijo que esto iba a ocurrir el día en que la humanidad comiera del fruto de la ciencia, quería decir que la causa que lleva a la muerte se produciría el día en que el hombre comiera por vez primera cerebro.
75. Todo cuanto había de ocurrir según los anuncios del Génesis, ya se ha producido palabra por palabra. Y todo cuanto todavía queda por ocurrir, se cumplirá de igual forma. Pero no se producirá a modo de futura acción de castigo de Dios, sino como consecuencia necesaria del pecado original. El género humano, alienado mentalmente, utilizará su «progreso» para arrasar y devastar la superficie de la Tierra, donde sólo podrán crecer cardos y espinas, y tendrá que morir en el desierto originado por él mismo.
76. Existen y existían ciertamente plantas y hongos que incrementan los impulsos sexuales y que de un modo pasajero actúan también sobre el intelecto. Como ya ha quedado reseñado, una de dichas plantas, llamada saladin, es consumida por los monos asiáticos como droga sexual.
77. ¿Pero por qué buscar tan febrilmente una planta maravillosa inexistente, si la tierra alberga inmensas cantidades de cráneos canibalizados, que hablan por sí solos? El fruto del árbol de la ciencia, que da sabiduría y desnudez, es única y exclusivamente el cerebro humano. Y la interminable serie de cráneos canibalizados demuestra que este fruto de la ciencia fue consumido por lo menos durante un millón de años y de forma ininterrumpida por la humanidad, y no sin razón, pues muchas razas siguen comiendo cerebros.
78. El nuevo mundo, que ofrecerá a la humanidad la única oportunidad de supervivencia, tan sólo podrá ser construido sobre las ruinas de la actual civilización occidental afilosófica, materialista, criminal y saqueadora, la cual a su vez sólo podrá subsistir esclavizando e intensificando la destrucción del planeta. En consecuencia, debe ser arrasada desde sus cimientos.
79. La causa de este sistema insostenible a la larga es una potencia espiritualmente trastornada: los Estados Unidos de Norteamérica. Los 200 millones de habitantes de ese país suponen menos del 6% de la población mundial. Y, sin embargo, poseen aproximadamente el 50% de todos los bienes materiales vitales en todos los continentes, que se han apropiado mediante la astucia, la extorsión y la fuerza. Utilizan tales bienes para mantener a flote un sistema económico desconocido anteriormente y completamente absurdo.
80. Esto ya no es capitalismo, sino una verdadera masturbación económica, que sólo puede ser mantenida a costa de la mayoría de la población explotada y de la habitabilidad de la Tierra. El que dicho sistema idiota y cruel floreciera precisamente en América tiene a su vez unas razones biológicas, que desarrollaré en mi próximo libro.
81. Debido a ello, la tarea más importante y urgente de todos los pueblos es la de romper todas las relaciones económicas, militares, políticas y culturales con los causantes de este sistema, con el fin de que su poder se derrumbe lo antes posible.
¿Qué opináis sobre esta teoría? ¿La consideráis factible?