Durante el concierto de Pájaro Jack yo estaba a pie de escenario. Jaime, cantante, guitarrista y compositor, me había pedido que le echara una mano por si acaso había que cambiar de guitarra o alguna cuerda en caliente, y por supuesto accedí encantado. Aunque van teniendo su público, creciente en número cada día, la mayoría de los congregados en las primeras filas esperaban el acto de después, Mago de Oz, y con lo difícil que es tocar para un público que evidentemente no es el tuyo, se estaba notando el agrado general, y había palmas y coreos ganadas sobre la marcha. Es entonces cuando hace acto de presencia en el escenario un energúmeno con un sombrero blanco y pantalones de cuero, el que luego conoceríamos como "el batería de Mago de Oz". Yo estaba charlando con alguien, no recuerdo quién ahora, y este individuo irrumpió con el "hola" más macarra que hayáis podido escuchar jamás. Un "hola" de malo de "La jungla de cristal", lo juro. Y en ese momento, al no ser su ego atendido, o vete tú a saber qué, decide cruzar junto con uno de sus colegas de lado a lado del escenario. No por detrás del telón, claro, sino por delante, justo por detrás de Mafo, batería de Pájaro Jack, para que se le vea bien, todo el mundo aplauda y puedan reventar la canción del grupo que toca antes que ellos. Hubo aplausos, cánticos y hubo jaleo, pero Pájaro Jack siguieron adelante sin inmutarse, como después del ruido en "Via Chicago" de Wilco.
Esto, que se puede considerar una chiquillada, alimento para la vanidad de las estrellas de medio pelo, vino seguido de la actuación más bochornosa por parte de persona, animal o COSA que he visto en ningún festival o escenario. Este individuo de sombrero blanco y pantalones de cuero tres tallas menos (y tanga, cuentan los desafortunados que tuvieron la "oportunidad" de verlo), al que conocíamos como el batería de Mago de Oz. decide ponerse a probar su batería, que está montada justo detrás de la batería de Pájaro Jack, que AÚN ESTÁN TOCANDO. No sé si habéis intentado tocar alguna vez la batería, pero ya es suficientemente complicado como para que alguien se ponga a tocar otra batería a tu espalda, a escasos dos metros. Por no mencionar, mal menor, el ruido que pudo llegar al público. Los que presenciamos aquello nos quedamos atónitos: técnicos, los chicos de Tannhäuser, prensa... es como si eres cirujano, estás operando y alguien se pone a tu lado a contarte chistes muy buenos. O, qué digo, en realidad es mucho peor.
Nada más terminar el concierto, Mafo, batería de Pájaro Jack, en su pleno derecho, busca al tipo este para hablar con él. Un roadie, manager, o el que les compra la farlopa en cada ciudad, si no las tres cosas, ya le dice algo así como "mejor que no, que es un tipo muy especial...". Excelente eufemismo para "gilipollas". Y el tipo no aparece. Así que allí estamos, comentando la jugada y tomando algo cuando viene Mr. Sombrero Blanco (y Tanga) con el pecho palomo echado para delante (y un par de sus amigos jevis de backup) y casi sin dar tiempo a Mafo a girarse para hablar empieza a soltar perlas del tipo "¡pero tú quién eres!", "¡es que tenéis que tener más humildad!", "¡profesionalidad!"... y total, que aquello se calienta y nos separan a todos como en una pelea de patio de colegio, cuando lo que se pretendía era hablar. Algo que, queda claro, no se puede hacer con primates. Les puedes enseñar a subirse a un cajón para alcanzar un plátano, y a tocar la batería (¡o la guitarra!), pero no a dialoga
En fin, lo del tío éste es de vergüenza.