Tumbado, con la mirada perdida, intentando asimilar mi propio alarido. Jamás pensé que pudiese guardar algo así en mi interior. ¿Cuánto tiempo he estado acallando a la bestia? Pensaba que el tiempo la mataría, pero lo único que el paso de los años ha logrado es acrecentar su poder. ¿Por qué? ¿Por qué apareces ahora? ¿Acaso estabas aguardando a que llegase una ocasión como esta?
No puedo evitar soltar una carcajada histérica. Cómo he podido ser tan confiado. Por supuesto que estabas ahí. Alimentándote de cada pedazo de humanidad que iba ganando, esperando el momento oportuno para mostrarte en todo tu esplendor. Me vigilabas. Tan grande era tu odio que no dudaste en guardar silencio para hacerme creer que me había deshecho de ti para siempre. Maldito monstruo... y todo esto... ¿todo esto para qué? ¿Pretendes acabar comigo desde dentro? ¿Es esa tu intención? Sí, probablemente lo sea...
Me incorporo, desafiante, el rostro desencajado, cruzado por una sonrisa demente que ya no sé siquiera si es la mía propia. No te va a resultar nada fácil... quizá piensas que soy vulnerable y que por ello, nunca trataría de nadar contracorriente. Pero te equivocas. En tu ausencia han cambiado tantas cosas... demasiadas. Tú has regresado. Pero el hombre que tienes ante ti no es el mismo de aquellos días. ¿No me crees? Acércate a comprobarlo... ahora soy yo quien te desafía.
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Texto rápido dedicado a mi ameba. No hay día en el que no recuerde la sonrisa levemente amerluzada con la que esperabas el cadáver humano que te arrojaba para desayunar. Eras tan encantadora...