¡Pero mira que llegan a ser hijos de puta los dirigentes de la SGAE!
¡Su descaro no tiene límites! No sólo se limitan a robar a artístas y ciudadanos (a través del canon) sino que, encima, mienten y desprecian a los de su propio grupo. A los que les aguantan sobre sus espaldas.
De todas formas, esos trabajadores deberían ver el lado bueno: no tener nada que ver con la puta SGAE.