Durante los últimos días están surgiendo pruebas de una campaña publicitaria por parte de Microsoft que ha suscitado gran polémica sobre la ética de los análisis de videojuegos. Según
informan varios medios, Microsoft realizó una promoción conjunta con el canal Machinima para incentivar económicamente a los
youtubers que ofrecieran en sus vídeos comentarios positivos sobre Xbox One, pero con la condición de no revelar su asociación con ambas empresas.
Los detalles de la campaña salieron a la luz tras una
filtración de la hoja de condiciones legales en
NeoGAF. Posteriormente el
community manager de Machinima, Ron Smith, publicó
un tweet (ya borrado) confirmando la existencia de la promoción y un resumen de los incentivos para los creadores de vídeos.
Además de evitar comentarios negativos sobre las partes involucradas y sus productos, los socios de Machinima debían incluir al menos 30 segundos de metraje de un juego de Xbox One, mencionar verbalmente el título del juego e incluir la etiqueta "
XB1M13" al subir el vídeo a YouTube. La parte menos ortodoxa de las condiciones demanda conformidad con "mantener la confidencialidad en todo momento y en todo caso sobre este Acuerdo, incluyendo, y sin verse limitado a, los Requerimientos Promocionales y la compensación en CPM [coste por mil]".
Según las condiciones, los usuarios de YouTube que participaron en la promoción recibieron tres dólares adicionales por cada mil visitas recibidas (3$ CPM) hasta llegar a 1.250.000 visitas en el conjunto de la campaña. Límite que se alcanzó el pasado día 16 tal como figura en el
feed de
Poptent de Machinima. En él podemos ver además una propuesta anterior donde se pagaba un dólar por cada mil visitantes en vídeos que "promocionen Xbox One y sus juegos de lanzamiento" que expiró el 6 de diciembre del año pasado.
Tal como señala
ArsTechnica, este tipo de campaña de guerrilla "secreta" podría ir contra la
guía de buenas prácticas de la Comisión Federal de Comercio estadounidense, que demanda divulgación pública cuando "exista conexión entre el patrocinador y el vendedor del producto anunciado que pueda afectar materialmente a la simpatía o la credibilidad del patrocinio". Del mismo modo, esta práctica plantea un problema ético al impedir que el usuario identifique los vídeos como contenido publicitario y elija si bloquearlos o no.