Acabo de hablar contigo y en unas horas me iré a trabajar.
Te he llamado porqué no aguantaba más, siempre intenté no mostrar debilidad para según que cosas, pero me es superior a mi. Esta vez al menos.
No sé si he hice algo anoche, solo sé que estabas superfría, no querías ni caricias ni abrazos, me tenias arrinconado contra la pared y en ese incomodo hueco de la cama, no querías ningún contacto conmigo y apenas me hablabas o me respondías cuando te preguntaba si te pasaba algo.
No he dormido apenas en toda la noche, por lo que a las 6:30 he optado por irme sin apreciar que te haya importado mucho o que apenas te hayas molestado en absoluto.
Luego cuando hemos vuelto hablar antes de comer, me dices que te he recordado a la situación que viviste con tu ex al final de tu relación, cuando las cosas ya iban mal, sin salida, directa a un estrepitoso fracaso. Que parece que ya estamos juntos mucho tiempo; en fin …
Aquí ya me dejas loco del todo.
A eso le puedes añadir todas las pequeñas punzadas que me has ido diciendo y se me han quedado grabadas a fuego en la cabeza, quizá le dé muchas vueltas a las cosas, quizá sea por que me importas. No lo sé, y es que no sé nada y si verdaderamente sabía algo nuestro, de nosotros, lo acabas de abolir de nuevo.
Me pides tiempo para ti, tiempo te doy y esperar es lo único que puedo hacer, ahora si estoy completamente a tu merced.
Me dices que lo tienes que pensar, que no sabes muy bien que decir, porque si me dices algo ahora, igual más tarde me dirás otra cosa.
La pelota esta sobre tu tejado, yo sabes donde estoy, sabes como soy y supongo que como pienso. La que tiene un conglomerado heterogéneo de pensamientos en su cabeza eres tú.
Solo te pido que ordenes tus ideas, respecto a mí y lo que nos concierne.
Dicho esto poco más me queda, salvo decirte que te aclares y pienses bien las cosas, que no solo estas tú, también estoy yo por medio.
Para lo que quieras aquí me tienes, … esperando …
Un beso.