Ojalá tus palabras no se clavaran como flechas envenenadas en mi abierto pecho, ojalá tus juicios no se lanzaran sobre mí como la vorágine de un látigo hambriento.
Ojalá mi corazón fuera sordo y del mismo modo ciego para así no tener que oír ni ver los improperios contra su ego.
Aún así debo agradecer el poder sentir si esté significa sufrir la mayor parte del tiempo. Porque soy, y porque siento, y porque el precio es desdicha. Halagado estoy entonces de ser el receptor de tus actos y la figura de tus ejemplos.
Date cuenta pues, amigo, que si hay pecho abierto es por la fe que te proceso y que si tus juicios duelen es por el amor que por ti siento.
Que si mi corazón habla y grita fuerte es porque quiere hacerte saber que siente, piensa y discurre. Porque quiere ser comprendido, aceptado y reconocido. Que si contigo lo hago es porque es de quién más espero, y aunque duela, lo sé sincero.
Que si busco atajos y encuentro intersecciones es porque creo que hay más que un único camino recto, por muchos desconocido por otros tantos prohibido. Pero existir, existe, aunque no sea el elegido. Que si hay debate es por la enfermedad que padezco y que se cura con el tiempo: juventud.
Finalmente decir que, todo tronco se ve arrastrado por la corriente que conduce al desconocido e inmenso mar. ¿Algo que objetar?
Acompaño de foto: