¡Qué contentos se les veía!. Alonso y Santamaría, Soraya y José Antonio, estaban felices. Y comparecieron sonrientes ante los medios de comunicación. Y les dijeron que habían llegado a un acuerdo para "renovar el Consejo General del Poder Judicial". O sea, que habían hecho un pacto para repartirse el poder y controlar la justicia entre los dos partidos; y que eran tan generosos que habían dejado al PNV y a CIU que pusieran la guinda: un nacionalista catalán y un nacionalista vasco. A la falta de responsabilidad, al nulo sentido de estado, le llaman “generosidad”. A la chapuza, al chalaneo, le llaman “pacto por la justicia”. Lo rematan dejando entrar en el CGPJ a los representantes directos de dos partidos que cuestionan el estado español, que amenazan con la ruptura, que promueven la desobediencia ante el Constitucional cuando éste no dictamina de acuerdo con sus intereses partidarios... Ambos abogados--, el nacionalista catalán y la nacionalista vasca-- entran por el cupo de “juristas de acreditado prestigio”. Lo que han acreditado ambos es su militancia en el PNV y en CIU. Por eso están ahí. Y punto.
Ya se que esto no es nuevo. Todo esto es consecuencia de una ley que permite estos enjuagues, que establece un sistema de elección que pervierte la separación de poderes. Pero la voracidad de poder y de control por parte de los partidos políticos es tal que ya no se toman ni el trabajo de disimularlo. Hasta el extremo que lo primero que pactaron cuando se pusieron a hablar los dos flamantes portavoces –ella y él—es que no iba a haber vetos entre sus listas. Lo que dejaba más abierto aún el camino para pervertir el sentido de la ley. Ya ni siquiera hay que intentar que los elegidos parezcan “independientes”; ahora llegan directamente desde un cargo electo de uno u otro partido. Ni al que gobierna (es un decir) ni al que aspira a quedarse con el gobierno les importa una higa el Estado y sus Instituciones. Qué vergüenza.
Y a este atentado contra la independencia entre poderes le han llamado pluralidad; y responsabilidad. Más aún: la Portavoz de Rajoy, Soraya Sáez de Santamaría, ha dicho -- ahí es nada-- que lo que han hecho era "la revolución pendiente en la Justicia". Me suena eso de llamar al golpe revolución... Qué majos ambos, los del PSOE y los del PP. Con la de problemas que tenemos los ciudadanos del españoles, desde la economía al empleo, pasando por la Justicia (la de verdad: 2.500.000 de sentencias pendientes de ejecución), la inmigración, la vivienda, la seguridad... y estos, el que gobierna (es un decir) y el que aspira a sustituirle, sólo se ponen de acuerdo en repartirse el poder para manejar la justicia. Y a ella eso le llama la revolución pendiente; y Alonso "gran avance democrático". Si un juez--, llamado a ser Ministro por ser amigo del que los nombra--, cree que una justicia sometida al poder de los partidos políticos es un "avance democrático", nuestra democracia está en peores manos que lo que nos temíamos. Han enterrado a Montesquieu y lo han puesto cabeza abajo, por si acaso; y además quieren que les aplaudamos. No tienen ni vergüenza ni nada que se le parezca.
¿Sirve para algo explicarles que no hay democracia sin separación de poderes, que no hay democracia si el papel del Parlamento se limita al asentimiento. ¿Servirá de algo insistir en que no hay democracia que merezca la pena ser llamada así si los jueces representan cupos partidarios y actúan con disciplina de partido? Ya se que esto viene ocurriendo desde hace demasiado tiempo. Pero ahora han dado un salto cualitativo muy peligroso: los que tendrían la obligación de defender la democracia y a sus instituciones presumen de estársela cargando.
He leído que hoy empezaban a deliberar en el Constitucional sobre la consulta antidemocrática de Ibarretxe. Menos mal que en la coyuntura actual al Presidente Zapatero no le interesa que Ibarretxe haga la consulta; espero que no cambie de opinión, porque si no, estábamos apañados. Porque esas son las con secuencias de tener unos tribunales sometidos a los intereses de los partidos políticos: que actúan a conveniencia de quienes los han nombrado Y los ciudadanos, a aguantarse. . Que vergüenza y que indefensión. Que democracia más de pacotilla...
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