Se acercaron los cuerpos curvados,
como dos signos de interrogación
Dejaron entre sí un espacio en blanco,
pues la respuesta
era el silencio.
Se acercaron los cuerpos en busca
de conocer el dulce peso
del reconocimiento.
El dulce latido,
el delicado roce.
Se hizo inmenso el abismo
entre tus cavidades y mis huesos,
en los vértices del fin
como un eterno interrogante
suspendido en el tiempo.