Ahora veo fotografías veladas
que quizá me transportan a lugares de celulosa,
a recuerdos empañados por el granulado
de las cintas Super 8 de antaño.
Quizá la superficie lisa del frigorífico
donde proyectábamos las diapositivas
o a la oscuridad de debajo de mi cama,
cuando soñaba que era mi escondite de la vida.
A la seguridad de las sábanas,
a la mano de mi abuelo,
a las escaleras de las mañanas
cuando las bajaba corriendo.
Quizá esas fotografías puedan devolverme
a los recuerdos más profundos,
a los años inocentes,
a las primeras caídas, lágrimas, juegos.
Quizá puedan detener el tiempo por un segundo
y dar la vuelta a la vida
y que de repente, me vuelva un poco menos vieja
recorriendo las agujas de derecha a izquierda.
Pero lo que nunca podrán hacer
será devolverme el tiempo
que haya perdido por dejarlo
que corra solo como el viento.
Ahora veo fotografías veladas por el sol
en esta habitación con una sola ventana
que me acerca el mundo desde mi invierno
del que ya no saldrá esta anciana.