Gota a gota, caen los labios derretidos como cera sobre mi ombligo
y dicen escribir palabras de amor en un idioma que no comprendo.
Gota a gota, caen las lágrimas despeñadas por los pómulos
de quien nunca ha visto, de quien nunca ha creído.
Se desparrama la fruta que no es alcanzada,
por los brazos lánguidos ni las bocas hambrientas.
Se derrama el zumo de ese néctar que jamás probé
por la hiel de mi interior acorazado y compungido.
Se corta ya el fino hilo que une nuestras voces
a través de la distancia y el tiempo.
Y en ese abismo que forma mi cuerpo tumbado
inmóvil y agotado
se cortan también los nombres
de quienes alguna vez lo amaron.
Y siempre quedará la incógnita
de estos ojos camuflados tras la maleza,
de si ese sabor, jamás alcanzado,
llegará a llenar los poros de una piel
ya gastados de tanto ser amados...