Tumbada escucho el rumor de las olas
que se tropiezan con mi cuerpo
y trepan hasta la espuma
retorcida en mi pelo.
Tumbada en esta playa
ululando como una sirena
no escucho más que el viento
entre casetas desiertas.
Así pasan los días,
con este rostro cada vez
más ahogado, más batida
la arena que cubre mi tez.
Así pasa el tiempo
hasta que un día no queda
rastro alguno de mi pecho
cubierto ya por la marea.
Así, así se esconde el cuerpo
que un día fui.
Así, hasta que un día este muerto,
sea encontrado aquí.