Ya no soy yo. Me he convertido en algo distinto. Una luz. Una corriente de agua marina. La amenazadora silueta en el horizonte de una tormenta.
Calles cortadas a medianoche. Silenciosas luces. Pasos a contraluz sobre el asfalto. El campo de batalla de la palabra.
Ya ni siquiera tengo voz. Abro la boca y suenan otras voces. Es un eco eterno. El rugido del mar. El rumor del viento entre los tejados. El grito que no cesa.
Ya no soy yo. Ya no soy una. No puedo más que diluirme en este clamor y no sentir mi cuerpo, sino el de todos los que caminan hacia ese futuro que no llega.