Quizá no estén aquí mis raíces,
esas que tantas gente encuentra
entre las calles de sus juegos infantiles.
Quizá no tenga nada
a lo que anclarme como una balsa
y no sea más que un torbellino
de corrientes marinas y algas.
Quizá estén mis pies deseando
vivir el fin del mundo,
sin dinero, sin casa, sin gastos,
sin nada más que unas vistas
a nieves, montañas, lagos.
Quizá me pida el alma dejarlo todo,
y perder mi voz en las hojas,
lastrar mi piel en el fondo
de una playa poblada de rocas.
Quizá me pida el alma perderlo todo
para encontrar un rincón tan lejano,
tan remoto,
donde sentir al fin un hogar debajo
de un manto de estrellas sólo.
Allá donde me lleve
mi corazón y los atajos
será al fin el lugar en el mundo
que estaba esperando.