trexalfa escribió:Y Farrul, tus asesinos son siempre y simplemente impresionantes, ya me quedé flipao con el de tu historia El Juicio del Druida (Spoiler: el que mató a esa maldita khajit nigromante) y este no se ha quedado atrás.
Muchas gracias trexalfa.
ATENCIÓN HAY SPOILERS DE IMAGENES (AUNQUE NO DE HISTORIA) CON RESPECTO AL MOD MORIARCIS. CONSEJO: JUGAD AL MOD Y LUEGO LEED LOS CAPITULOS. <<>>El Historiador ImperialEpisodio 4:"Juego de sombras"-Fácil. Demasiado fácil-Se repetía a si mismo Darik mientras atravesaba el corredor a toda velocidad.-
Si hubiera querido matarme había cientos de opciones y momentos mucho más convenientes. Darik había ordenado a la guardia que se quedara en la sala protegiendo al resto de nobles y que no dejaran salir a nadie de ella fuera quién fuera.
Había estado en demasiadas batallas como para no prever que su intento de asesinato podría ser, en realidad, una mera distracción que permitiera al enemigo alcanzar su verdadero objetivo y, aunque no tenía confianza ninguna en los hombres que acababa de conocer, si tenía la certeza de que nadie intentaría repetir el golpe en la misma habitación.
La conjuradora elfa y el capellán de WolfSpike con los que momentos antes había estado sentado a la mesa, eran poderosos practicantes de la magia por separado así que, juntos, podrían disuadir cualquier nueva tentativa de asesinato.
También existía la posibilidad de que alguno de ellos fuera el cerebro detrás del asalto, pero Darik estaba casi seguro que ninguno movería un dedo con el otro presente.
Solo en el altamente improbable caso de que ambos estuviesen compinchados, podría surgir la posibilidad de un altercado pero Grenser lo había desechado debido a los comentarios y miradas durante la cena.
Por lo que había visto y oído, elfa y capellán eran competidores naturales por el poder dentro WolfSpike y no se aliarían ni aunque pasarán tres eras.
Darik calculaba, sopesaba opciones y descartaba posibilidades, siendo capaz de tomar decisiones sobre la marcha en situaciones en las que cualquier otro se quedaría bloqueado. Su entrenamiento como Cuchilla seguía funcionándole a la perfección y, aunque él ya no militara entre sus filas, sí constituía una prueba viviente de que los protectores del Emperador no eran simples luchadores.
Por eso había dispuesto que la sala del banquete quedara bajo esas condiciones.
Con él fuera y el resto de los invitados juntos en ella, había un empate táctico entre sus ocupantes que le dejaba como única preocupación alcanzar a su oscuro asaltante.
Y, en esos momentos, esa tarea ya suponía suficiente trabajo.
Tenía miedo y estaba sola.
El hedor de los cuerpos era inmundo y, con cada paso que daba, en lugar de acostumbrarse a él, su olfato percibía aún más intensamente la fétida variedad de sus aromáticas capas.
Lo que tenía alrededor suyo no podía ser solo consecuencia de la nigromancia y empezaba a darse cuenta que el mal que estaba viendo era una realidad tan antigua como el propio tiempo.
Ella le había dicho la verdad, las barreras místicas estaban cayendo y la chica tenía el oscuro presentimiento de que esto iba a ser solamente el comienzo de lo que quedaba por llegar.
Un repentino movimiento del aire viciado se introdujo en sus fosas nasales haciéndola dejar sus intuiciones a un lado y obligándola a concentrarse en sus pasos para evitar así la cada vez más insistente nausea.
Sin embargo, al pasar al lado de una de las piedras Welkynd que iluminaban tenuemente la ruina, su sombra fantasmagórica se proyectó sobre la pared de roca provocándola un sobresalto que la hizo perder su lucha contra las arcadas y, cuando el vómito abandonó su boca, el sabor a tierra y bilis permaneció en ella haciendo que experimentara una angustia tan absoluta que sustituyó por completo a sus miedos.
La chica rompió a llorar gritando.
Se sentía como la única chispa de vida en una obscuridad eterna. Insignificante y sola, sola de verdad, sin nada en aquél lugar que pudiera darle esperanza.
Y entonces, tan igualmente efímera que la visión de la metafórica partícula de fuego en su cabeza, la chica, se apagó.
Darik había bajado los escalones de la capilla a saltos alcanzando casi al asesino en la salida de la ermita de Kynareth pero el escurridizo fugitivo había sido astuto y, utilizando un vial lleno de gas, había cubierto hábilmente su retirada.
El vapor venenoso era mortal, sin embargo para los pulmones de Darik Grenser, soldado superviviente a las toxicidades propias de las plantas de las marismas de Blackmarsh, su inhalación no supuso más que un retraso momentáneo.
La frenética persecución continuó hasta los sótanos del castillo donde la sombra, con gran destreza, se coló por el resquicio de un portón semiabierto de aspecto pesado. Darik se decidió por una opción menos sutil y sin detener su carrera, propinó una fuerte patada a la puerta entreabierta irrumpiendo así bruscamente en la tumba del antiguo Señor del Castillo de WolfSpike.
Ambos habían llegado a un callejón sin salida pero y, para sorpresa de Grenser cuando cruzó el arco de entrada, las sombras de la cripta de Sir Patrick no ocultaban otra traicionera daga.
Su atacante se había esfumado con el mismo misterio con el que había aparecido y, su repentino desvanecimiento, que no había dejado ningún sonido que perturbara la quietud de sala, no parecía obra de la magia.
Darik no alcanzaba a escuchar el caracterísitico zumbido eléctrico que el lanzamiento de un hechizo causaba en el ambiente y esto le hizo pensar.
-¿Si no es un conjuro, cómo ha conseguido desaparecer?.-murmuró razonando sin perder su vigilante mirada y entonces, su mente se iluminó como un faro en la noche.
-Un pasadizo secreto.-se dijo a sí mismo con una levísima sonrisa.
Y empezó a examinar las toscas paredes de roca en busca del interruptor.
Farrul aún seguía en el suelo pero el dolor ya había disminuido lo suficiente para poder moverse.
Abajo aún se oía alboroto aunque éste era de una naturaleza diferente al que le había precedido.
Los nobles pedían con autoridad que les dejaran salir y la guardia se lo impedía con la firmeza de un soldado cumpliendo una orden.
Y el nórdico, entendiendo perfectamente la situación, decidió que no se iba a quedar escuchando más.
Farrul comenzó a arrastrarse dificultosamente por la alfombra hacia la puerta por la que había entrado y cuando llegó a los pies de la misma, alzó el brazo agarrándose al tirador consiguiendo así incorporarse completamente.
Su plan era volver a sus aposentos. La gente aún estaba muy nerviosa y si veían que venía de arriba podrían confundirle con otra sombra y dispararle sin miramientos un dardo de ballesta.
No. Mejor volver por donde había venido y esperar al más que seguro interrogatorio de la guardia en el momento adecuado.
El viejo solo pudo dejar escapar una sonrisa reconociendo la ironía mientras abría la puerta.
-Mi primera aventura. Emocionante, pero creo que podría haber empezado un poco mejor –se dijo riéndose entre dientes, con una mano en sus partes y andando con dificultad hacia su habitación.
La puerta oculta se abrió completamente dejando ver un corto pasillo iluminado por velas que servía de preludio a la entrada de una enorme caverna.
Darik había llegado al final de su carrera y si quería continuar la persecución había llegado el momento de ser prudente.
Y así, con su propia daga colgada al cinto y una improvisada antorcha en la mano, el bretón entró en el pasadizo.
La chica despertó intranquila con la brusquedad propia de haber vivido una pesadilla, excepto por el hecho de que no había nada de ficticio en los sueños que había tenido.
Tumbada en una fría losa de piedra escuchó una voz que parecía viva, pero que la produjo un escalofrío aún mayor que la agobiante soledad que había sentido antes de desmayarse.
-Has tardado mucho en despertar pero me alegro de que ahora lo estés. No quería que te perdieras el espectáculo. Bebe. Bebe y hablaremos.- y la mano esquelética de su recién conocido interlocutor le ofreció una adornada botella.
Fin Episodio 4Saludos