¡Hola!
Como desde que he vuelto de Japón no he tenido tiempo de ver mods nuevos, me limitaré a colgar este estúpido ladrillo en su lugar xD
Es aquella entrada que no quise colgar por ser muy larga, pero ya que he vuelto, al menos os saludo a mi manera
No hay mods nuevos (Aunque está fuertemente basado en el mod "The Elder Council").
Es una explicación de mi visión del funcionamiento de la invasión de Tamriel. La sesión del consejo tiene lugar cronologicamente bastante antes de que Nylon sea ascendido a Maestro Mago y funde su propia rama de estudio de la magia (Con los uniformes molones y tal xD)
Solo para gente que se aburra mucho xDD
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Consejeros del Imperio...Una tensión silenciosa dominaba la cámara del consejo imperial. Los consejeros escuchaban en silencio los informes de la situación. Una vez resuelta la invasión de Kvatch, toda la provincia había respirado tranquila, pensando que se trataba de un hecho aislado, una tragedia ya acontecida... pero el consejo imperial conocía la gravedad real de la situación: el de Kvatch no era el único portón abierto.
El consejo había estado recibiendo informes de patrullas y guardabosques, que habían encontrado portones de Oblivion en lo más profundo del páramo. Al principio eran pocos casos, y estaban lo suficientemente perdidos en la espesura para ser fáciles de ocultar al público. Sin embargo, esa situación fue cambiando poco a poco. Cada vez se recibían más informes de avistamientos, y ahora los portones ya no aparecían en pantanos y montañas, sino que se materializaban en los márgenes de caminos transitados. Ya no había nada que hacer: el pánico empezaba a cundir en Cyrodiil, y, por los informes recibidos desde las provincias, la situación allí no era mucho mejor. Había que demostrar que el consejo tenía la situación bajo control o el imperio se caería a pedazos.
Cuando el ente central terminó con los informes, el Canciller Ocato tomó la palabra.
-Señores-comenzó- la situación se nos está escapando de las manos a un ritmo alarmante. Debemos establecer un plan de respuesta en esta misma sesión, o sólo es cuestión de tiempo que otras ciudades empiecen a sufrir el mismo destino que Kvatch. Para eso, es importante comprender la naturaleza de esos portones, así que me he tomado la libertad de invitar a esta sesión al, en mi opinión, mayor experto en la materia. Algunos de ustedes ya le conocen, al resto les presento al Barón Nylonathathep Shamaroth, responsable del Departamento de Magia Experimental y reputado experto en Permeabilidad Dimensional de la Universidad Arcana.
La sala se llenó de murmullos.
-¿Barón?- dijo un consejero- ¡Su nombramiento como caballero del imperio por cerrar el portón de Kvatch ya fue bastante excesivo, pero nombrarle Barón apenas dos meses más tarde es una afrenta a la nobleza! ¿Qué van a hacer después? ¿Coronarle emperador?
-El asunto del Rango de Shamaroth ya fue discutido por las autoridades pertinentes, consejero, y ahora mismo es el único que puede echar algo de luz sobre la situación en la que nos encontramos.
-¡Vamos, Ocato!-dijo otro consejero- ¿Has perdido el juicio? Este hombre es claramente un fanfarrón. Tuvo un golpe de suerte en Kvatch, eso es todo. ¡Por Akatosh! ¡Si incluso llegó a decir que había matado un Balrog!
-Si, bueno... casi desearía enfrentarme de nuevo a esa cosa antes que a algunos de los que están en esta sala.
Las cabezas se giraron hacia una figura vestida de negro, que apareció de entre las sombras y tomó asiento en la silla reservada a los invitados del consejo.
-Oh, qué gran sentido del humor. De verdad, Shamaroth, tu afán de protagonismo ya empieza a resultar tedioso. Lo de Ivellon fue entretenido, y el numerito de Kvatch fue muy heroico. Muchas gracias y buena suerte.- dijo, diciendo adiós con la mano- Considerate afortunado por haber recibido un título de Barón y deja trabajar a los que sabemos cómo hacer funcionar el imperio, ¿quieres?
-En primer lugar, Lord Hagwyre, no he venido aquí por voluntad propia. Después de presentar un detallado informe sobre la amenaza de Oblivion ante su “comité de expertos” y ser completamente ignorado, no me apetecía en demasía comparecer en una sesión plenaria del consejo imperial. Sin embargo, el Canciller Ocato me ha convocado, y eso quiere decir que, al menos una parte de los aquí presentes, está dispuesta a escuchar lo que tengo que decir sobre la crisis de los portales.
Algunos consejeros emitieron murmullos de apoyo, muchos otros cuchichearon entre ellos, y no faltó quien sacudía la cabeza, aparentemente divertido.
-Cierras un miserable portal y ya te crees digno de dar lecciones al consejo.-respondió Hagwyre, burlón- No eres más que un charlatán que tuvo un golpe de suerte.
-¡Ya basta, Hagwyre!- gritó un anciano consejero- Os estáis dirigiendo a un Barón del imperio e invitado del consejo. No se tolerarán más faltas de respeto en esta sala. Lord Shamaroth no ha sido nombrado Barón por cerrar el portón de Kvatch... Este hombre ha asegurado el camino de la costa dorada completamente en solitario, posibilitando así la llegada de suministros para la reconstrucción de Kvatch desde la costa, y restableciendo, además, la comunicación desde Anvil hasta la Ciudad Imperial... ¡Ningún miembro de este consejo tiene derecho a cuestionar su valía sin presentar pruebas!
Hagwyre emitió una leve risotada y se encogió de hombros, recostándose en su asiento.
-Bien... -comentó Ocato- quizás ahora podamos centrarnos en el tema que nos atañe. Díganos, Shamaroth, ¿cómo funcionan esos portales y de que manera pueden ser cerrados?
-Bueno... en deferencia a los consejeros que no hayan recibido formación en la magia, voy a simplificar las explicaciones. Para los versados en las artes arcanas, como el ex-archimago Ocato, he elaborado un informe actualizado con toda la información que he recopilado sobre la naturaleza de los portones.
-Vaya al grano y deje de hacerse el interesante- comentó uno de los partidarios de Hagwyre
Nylonathathep suspiró.
-Muy bien. Los portones comunican nuestro plano material con pequeñas bolsas planares de la dimensión de Mehrunes Dagon.
-¿Bolsas?
-Si. No se establece una conexión directa con el plano de la destrucción, sino que Dagon, por algún motivo que desconozco, utiliza pequeñas bolsas dimensionales para llevar a sus sirvientes a nuestro mundo. Supongo que podríamos pensar en ellas como una especie de navíos de guerra... solo que en lugar de barcos se trata de auténticas fortalezas daédricas.
-¿Cómo funcionan?
-Crear un vínculo estable entre nuestro mundo y Oblivion requiere poder deformar y atravesar la barrera interdimensional. Una cosa es abrir un pequeño portal dentro de un mismo mundo, cosa que hacen sin problemas los magos especializados en teletransporte, pero cuando se trata de ir de un plano a otro, la cosa se complica. Sin embargo, los Daedra han sido capaces de manipular el poder de los Morfolitos, utilizándolo para doblegar y atravesar las barreras que separan nuestro mundo del suyo.
-Así pues... ¿pueden abrir un portal en cualquier lugar y en cualquier momento?
-Más o menos.
-Explíquese.
-Para abrir un portal, es necesaria una baliza, alguien o algo que, desde el otro lado, marque el vínculo entre Oblivion y Tamriel.
-Así que, según usted, Dagon tiene sirvientes en el Imperio...
-De eso no tengo ninguna duda, pero desconozco quienes son y por qué lo hacen... Imagino que el consejo dispondrá de esos datos, pero no tengo muchas esperanzas en que consideren necesario comunicármelo.
-La investigación está en manos de los cuchillas, no del consejo- apuntó Ocato- pero ahora continúe, por favor. ¿Cómo cerramos esos portones?
-Sólo conozco dos formas de cerrar un portal abierto: la primera es utilizar el conjuro daédrico que los Drémora utilizan sobre el morfolito para cerrar el portón de forma estable, pero no tengo ni la más remota idea de cómo lo hacen. El otro sistema es sacar el morfolito directamente de la fuente de poder. Resulta mucho más recomendable.
-¿Por qué?
-Bueno, en primer lugar porque no hace falta dedicar cinco años al estudio de los morfolitos para aplicarlo- sonrió el mago- hasta el aventurero más idiota podría sacar la “piedra mágica” del haz de poder. Pero además hay otros motivos que sitúan este sistema muy por encima del otro.
-¿Cuales son?
-El primer sistema, el “correcto”, se limitaría a cerrar la puerta, de forma limpia y rápida. Esto dejaría al buen héroe encerrado en la bolsa planar, y la única forma de salir de ella sería volver a abrir la misma puerta. Además, con este método, cualquier drémora sonriente que pasara ante el morfolito podría reabrir el portal sin apenas esfuerzo. Si cerramos el portal “a lo bestia”, por otra parte, la cosa cambia.
-Supongo que eso explica que usted esté aquí ahora mismo... ¿Qué sucede con el método... “simple”?
-Sacar el morfolito del flujo de energía tiene consecuencias catastróficas para la bolsa planar. No olvidemos que un morfolito es un objeto capaz de doblar el mismísimo espacio. Cuando uno saca el morfolito de su lugar, el súbito desequilibrio de poder destruye por completo la bolsa planar y a sus moradores, a la vez que sella el portal de forma permanente. Con el tiempo, los Daedra aniquilados volverán a regenerarse dondequiera que tengan su origen, pero los habremos quitado de en medio por una larga temporada.
-Un momento... ¿Aniquilados? ¿Y qué evita que el clausurador también acabe convertido en un montón de ceniza?
-Esa es la mejor parte- contestó el mago- Por alguna feliz coincidencia, al colapsarse la bolsa planar, todo aquello no perteneciente al plano es “rechazado”, escupido, de algún modo, de vuelta a su lugar.
-¿Feliz coincidencia?- preguntó un consejero- ¿Nos está diciendo que penetró en una fortaleza daédrica y no se le ocurrió nada mejor que separar lo único que mantenía el plano estable de su fuente de poder?
-Bueno... tenía mis teorías. Los detalles de cómo he llegado a obtener estos conocimientos, sin embargo, no nos atañen en esta sesión. He venido a hablar sobre los portones, no sobre mí.
La sala se llenó de murmullos
-Muy interesante, pero todo ese esfuerzo resulta vano- dijo al fin un diplomático Khajiit, alzando la voz sobre el resto- Los Daedra no tendrán más que abrir un nuevo portón justo en el mismo sitio. El único motivo por el que los portales que ha clausurado en la costa dorada siguen cerrados, es porque a los Daedra no les interesa reabrirlos en esa zona.
-Eso no es del todo cierto- sonrió el mago, que ya esperaba una respuesta así- Supongo que alguno de ustedes está familiarizado con la teoría de la malla...
Algunos consejeros, entre ellos Ocato, asintieron. Otros parecieron confusos.
-Creo que será mejor que haga una breve exposición Shamaroth.- dijo el Canciller- No todos los consejeros han podido estudiar magia...
-Bien... la teoría de la malla es una forma simple de explicar a los aprendices de conjurador la naturaleza de la barrera que separa los distintos planos daédricos de nuestro mundo. Para exponerlo de forma simple, compara esta barrera con una malla metálica entretejida a la perfección. Cuando los Daedra abren un portón de Oblivion mediante un morfolito, utilizan su poder para deformar las hebras que forman la malla y así poder enlazar los dos planos. Podríamos decir que las echan a un lado con suavidad, y las vuelven a dejar en su sitio al cerrar el portal... si se cierra de forma correcta.
-¿Y qué pasa si se cierra de forma incorrecta?
-Si interrumpimos el vínculo entre la piedra mágica y el portón, las hebras que forman la barrera se cierran, pero no con la suavidad antes mencionada, sino que se retuercen sobre si mismas como si las aplastara un enorme puño. El resultado es que, en las zonas donde hay un portón cerrado de esa forma, la “malla” ya no es un tejido flexible, sino un amasijo de hierro retorcido muy difícil de entender y penetrar.
-¿Mallas de acero? ¿Insinúa que los mundos están separados por una especie de verja de jardín, Shamaroth?
El mago ya estaba resoplando cuando una anciana consejera bretona acudió en su ayuda.
-Las exposiciones del Barón son figuras retóricas que los que tenemos una cierta idea de magia podemos comprender. Lo explicaremos en detalle a la cámara más adelante si hace falta, consejero. Así pues, Shamaroth, ¿Los Daedra no podrán abrir nuevos portales en las zonas distorsionadas?
-Con el tiempo, la distorsión se reorganiza y la malla recupera su estado original, pero es un proceso relativamente lento y puede llegar a durar unos cuantos meses. Sin embargo, atravesar una distorsión es posible si se utiliza suficiente poder, pero no creo que Dagon quiera correr ese riesgo.
-¿Riesgo? ¿Qué riesgo podría llegar siquiera a molestar a Dagon?
-Bueno... Una distorsión no es algo tan sencillo como lo he escenificado. Si a los daedra se les ocurriera forzar su entrada por las zonas de distorsión, la “malla” se debilitaría más y más con cada nueva embestida, cosa que podría acabar provocando un... hm... un desgarro.
Los consejeros que entendieron de qué estaba hablando se mostraron escandalizados, y sus voces empezaron a resonar en la estancia.
-¡Un desgarro planar!- exclamó un ajado y barbudo consejero- ¡Eso podría acabar con todo Tamriel, y quién sabe si con Nirn entero!
-¿Nos está diciendo que nuestra única opción de supervivencia es sembrar de trampas la barrera entre mundos y rezar para que a Dagon no se le ocurra atravesarlas?
-Dagon no es un imbecil babeante, sino un señor daédrico. Estoy seguro de que sabe todo lo que hay que saber sobre desgarros planares, y no creo que le interese demasiado arriesgarse a provocar uno que amenace con destrozar la mitad de su propio reino.
-¡Dagon es el Señor de la Destrucción! ¿Qué va a importarle perder temporalmente alguno de sus daedra inmortales?
-¡Dagon no quiere destruir Cyrodiil, sino conquistarlo!- gritó el mago- Si se arriesgara a...
Pero era inútil, ya ni siquiera se oían sus palabras. Las voces se habían convertido en un griterío que duró durante varios minutos mientras los consejeros discutían entre sí. Algunos, especialmente los más ancianos, permanecieron sentados en su sitio con rostro ceniciento mientras los más motivados por la política hacían aspavientos y lanzaban improperios al bando contrario.
A todo esto, Shamaroth se mantuvo frío, sentado en su asiento sin decir una palabra más. Cuando los últimos ecos de las discusiones empezaban a amainar, Lord Hagwyre se levantó y pidió silencio.
-Compatriotas- dijo- el buen Barón Shamaroth no pretendía más que ayudar, pero todos hemos visto que, incluso en el caso de que tuviera razón, su plan es demasiado arriesgado como para llevarlo a cabo. Propongo que tomemos el asunto con cautela. Fortificaremos las ciudades y nos aseguraremos de que ningún daedra salga de esos portales. Con el tiempo, Dagon comprenderá que invadir Tamriel requiere un precio demasiado alto.
-¡Eso no es más que una variante de suicidio!-exclamó el mago, levantándose de su asiento.
-Escuche, Shamaroth...
-¡No, escúcheme usted! ¡Todos ustedes!-interrumpió, refiriéndose a la sala entera.
-¡Lo que llaman “Crisis” no es otra cosa que una guerra planar!. Si nos limitamos a esperar, a actuar con “cautela” pronto habrá tantos portales abiertos que ni todas las legiones de Tamriel podrían contener la invasión. ¡Hay que actuar! ¡Hay que entrar en los portones, uno a uno, y cerrarlos para dificultarle las cosas a Dagon! Mi plan de contingencia es arriesgado, no lo niego, pero por el momento es la única opción con posibilidades reales de éxito.
-¿Pero cómo espera que la legión consiga derrotar a un ejército de inmortales en su propio terreno?
-¡La inmortalidad de los Dremora los hace descuidados! Un ejército de inmortales es débil comparado con tropas entrenadas para sobrevivir. ¡A corto plazo, la ventaja es nuestra!
-¡Pero los Daedra son innumerables! ¡Las legiones no podrán resistir indefinidamente!
-¿Y qué sugiere? ¿Rendirse y morir? ¿Así acabará el glorioso imperio de Tamriel? ¿Agazapado y tembloroso tras unas murallas, esperando una muerte inevitable? ¡No! ¡Hay que luchar con uñas y dientes por cada porción de terreno! ¡Colapsaremos sus bolsas de invasión hasta que el espacio interplanar se convierta en un caos intransitable! ¡Mantendremos a los Drémora fuera de este mundo hasta que encontremos a los desgraciados que los sirven! Entonces, y solo entonces, podremos intentar establecer una estrategia mejor. Hasta ese momento, solo nos queda el plan de contingencia: luchar contra el avance de las llamas antes de que nos engullan.
El silencio cayó sobre la sala como un pesado telón. Los consejeros, pensativos, evitaban cruzar la mirada entre ellos. Habían oído muchos intentos de discursos grandilocuentes, y este último no tenia mucho de especial. Ni siquiera le habrían prestado mucha atención si no fuera por un pequeño detalle... Tenía Razón.
Finalmente, un inseguro consejero bretón tomó la palabra.
-Vamos a ver, Barón, lo que usted propone es...
-Basta.- dijo Nylonathathep, alzando una mano. La palabra resonó unos segundos en la sala. -He hablado suficiente y no voy a seguir dando explicaciones. He dado mi opinión de experto tal y como me han pedido. Ahora la decisión queda en sus manos.
Tras una breve reverencia, el mago dio media vuelta y abandonó la sala. Cuando el eco de sus pasos se desvaneció, el canciller Ocato se levantó.
-Una vez informados sobre la naturaleza de los portales, ha llegado la hora de tomar una decisión. ¿Votos a favor de iniciar una contraofensiva?
Los consejeros votaron.