Parte 1Tres chicos están ocultos detrás de unos arbustos. ‘-David, ¿lo tienes todo?’ -. Pregunta uno a su compañero.
-Sí, todo en orden y listo –responde-. Contacto visual a las 12 en punto.
-Bien, Veo que sigue haciendo de las suyas. ¿Es que no se va a cansar nunca?
-No te preocupes –dijo el tercer amigo-. Hoy se le va acabar el chollo.
-Tal como planeamos, acerquémonos cautelosamente y ¡zas!, en toda la cabeza…
-Por cierto, Jorge, he pensado que…
-¿Qué has pensado Ricardo?
-Que para guardar el anonimato deberíamos usar unos motes.
-Me parece bien, ¿Y a ti David?
-A mí también, -responde extrañado-. ¿Pero no deberíamos haberlo pensando antes?
-Pero deberíamos ceñirnos al plan – insistió David.
-Hombre, creo que con las medias en la cabeza ya ocultamos nuestro rostro, pero como queráis, además supongo que parece más profesional.
-Sí, -asintió Ricardo-. Así nos sentiremos como auténticos mercenarios.
Ambos lo miraron sorprendidos. Pensando que como siempre era un flipado de las películas bélicas que miraba una y otra vez hasta hablar con la jerga militar. Aunque quizás lo que les molestaba era que no se les hubiera ocurrido antes a ellos.
-¡Dios miradle! – exclamó Ricardo-. ¿Es que no tiene escrúpulos?
-¿Por qué…? – preguntaron sus amigos.
-¿Cómo qué por qué? Va por ahí blandiendo ese arco como si nada. A plena luz del día.
-Digo yo que será su trabajo, aunque no lo se le pueda dar el premio al empleado del año – respondió Jorge.
-¿Esperamos a que lo ataque o vamos ya? –preguntó David.
Se notaba que era el más ansioso de los tres, era lógico pues era el que más había sufrido la desgracia. Aunque los tres tenían algo en común cada uno lo vivía por separado. Y el resquemor al ver a ese individuo pasearse por el mundo con toda la impunidad les volvía más impetuosos.
-¡Está bien! –dijo Ricardo.
-¿Quién lo va a coger? –preguntó Jorge.
Se hizo un silencio. Tantas ganas y ahora nadie se atrevía a meterlo en un saco para llevárselo a su ‘Cuartel General’.
-Digo yo que se lo podrías poner tú –respondió David.
-¿Y por qué yo? –volvió a preguntar.
-Porque eres el líder tío. ¿No vas de líder todos los días?
-¿Perdón? –dijo en tono sarcástico.
-Lo que oyes.
-Pues si soy el líder, -respondió- te ordeno a ti que lo hagas.
-No, yo paso. Le tengo muchas ganas pero…
-¿Qué pasa? –preguntaron.
-¿Y si tiene poderes qué?
Había dado en el clavo. ¿Y si tenía poderes qué pasaba? Había cambiado todo el sentido. Ellos eran tres chicos indefensos ante lo que podía ser un gran adversario, y además con poderes mágicos.
-David, ve tú, insisto. Recuerda que eres quien le tiene más ganas.
-Paso – respondió David.
-¡Está bien, iré yo, joder! – exclamó Ricardo.
-Te cubrimos.
Ricardo bordeó los setos y avanzó lentamente hacia su objetivo. Tenía miedo, siempre le dejaban el trabajo duro a él. A pesar de ser un chico fornido y valiente no dejaba de tener 16años.
-¡Deprisa! –le advirtieron. Que este hace el trabajo y se va – añadió David.
-Callaros – musitó Ricardo-. ¿Queréis que os oiga y se vaya?
Su enemigo estaba ocupado contemplando a una pareja que hablaba en un banco. Se los miraba de arriba abajo y de lado a lado. Estaría pensando en si valía la pena intervenir o dejarlos tan como estaban. A su vez, Ricardo se acercaba muy lentamente por su espalda. Cada vez tenía más miedo, y le entraron las dudas: ‘-¿Y si en verdad tiene poderes y soy el único que pringa? ‘-¿Qué podría hacerme?’ ‘-¿Matarme? No creo…’ ‘-No tiene pinta de matón…’ ‘-Aunque quizás es esa su tapadera y en el fondo es despiadado y cruel. De hecho con nosotros ya lo ha sido… varias veces.
En un ataque de pánico volvió corriendo donde sus amigos. Estaba nervioso, sudado, asustado.
-¿Qué coño haces? –exclamó Jorge.
-No puedo hacerlo tíos. –respondió avergonzado.
-¿Cómo qué no? –preguntaron.
-Que no le conocemos lo suficiente. No quiero sorpresas…
-¿Te refieres a represalias?
-Ahá.
-Esperad. –dijo Jorge. ¿Os acordáis con quién tiene parentesco?
-Ahora mismo no – le dijeron.
-Os lo digo porque dependiendo de cuál sea podemos hacernos una idea de sus poderes.
-Pues no caigo.
-Bien, escuchad. –dijo Jorge-. Tengo otro plan, pero debemos llevarlo acabo enseguida o se nos va a escapar. ¿Pensáis quedaros esperando más días hasta que vuelva a aparecer…?
-Por mí… – respondió Ricardo.
-Sé serio tío.
-Venga va, lo que sea – dijo David. NO hay nada que perder…
Jorge les contó el nuevo plan. Esta vez, todos serían partícipes en ponerle el cascabel al gato. Le siguieron observando durante un rato, al ver que no hacía movimientos bruscos se pusieron de nuevo en movimiento. Ricardo iría por detrás pero se ocultaría en los setos del lado del banco esperando a la señal de sus compañeros. Jorge y David irían por los lados. El plan era simple, uno lo distraería mientras los otros dos intentarían meterlo – literalmente- en el saco.
Parte 2Cuando estaban apunto de alcanzarle, el personaje se dio la vuelta y les preguntó. ‘¿-Qué creéis que estáis haciendo?’ Ambos se quedaron paralizados. Les había hablado, sabía que estaban ahí. Jorge sólo pudo susurrar ‘-¿Cómo…?’ A lo que él respondió: ‘-Soy una divinidad, ¿Recue…?-. En ese preciso instante Ricardo saltó encima suyo y lo metió dentro del saco.
Los tres suspiraron aliviados. Habían sido momentos de máxima tensión. Le escuchaban quejarse y lamentaron no haber traído una mordaza. Así que lo mejor – pensaron- era irse rápido a casa para dejar de sentir esos molestos quejidos. –Por cierto, chicos –dijo Jorge-. Ya lo recuerdo, es hijo de Venus y de Marte.
Al llegar a casa de David, -porque la casa de Jorge quedaba muy lejos y a la de Ricardo no se podía ir porque estaban sus padres- se les plantearon un montón de dudas: como por ejemplo qué tenían que hacer con él. Ya lo dicen ya, que todos planes son buenos hasta que se llevan a la práctica, y aunque ese hubiera estado desarrollado por las tres mentes más ingeniosas de nuestra época, los contratiempos se sucedían.
Habían escuchado durante demasiado rato los quejidos y ruegos de ese enemigo que no era más que un niño. Su voz tierna y su mirada angelical les conmovía por dentro, pero no podían olvidar que era hijo de Marte, dios de la guerra. ¿Sería muy belicoso?
-Chicos tenemos que hacer algo- sentenció Jorge-.
-¿Pero el qué? – respondió David-. Te recuerdo que estamos en MI casa, y no quiero problemas. Mis padres sólo estarán fuera unos días.
-Ya lo sé, ya lo sé, además no creo que no lleve más de una hora. ¿Pero qué hacemos?
-Yo opto por dejarlo salir y hablar educadamente con él –dijo Ricardo.
-Muy listo, tú eres muy listo. ¿Y si nos ataca qué?
-¿No le habéis escuchado todo el camino? Está atado, triste y solo. ¿De verdad creéis que merece la pena?
-¿Bien creías que la merecía antes echarte novia no? – exclamó David , algo mosqueado.
-¿Qué tiene que ver eso?
-Supongo que lo que David quiere decir es que si tienes un detalle con el Dr. Amor, tú relación sea fructífera y duradera.
-Bobadas, ¿Acaso no le metí yo en el saco?
Tenía razón, él fue el único que se atrevió a enfrentarse cara a cara con ese mago alado con cara de bebé.
-¿Para guardar las apariencias quizás? – dijo Jorge en tono amenazante.
-¡No sé cómo puedes pensar eso!
-Haya paz, haya paz chicos - suplicó David, mientras se puso en medio de ellos.
David estaba preocupado por si sus dos amigos se pelaban. Empezaba a entender el significado de Cupido. – o San Valentín como le llamaban otros-. Era hijo de Marte por los litigios que sucedían en el amor. Las disputas que causaba y el cambio constante entre las partes, pero lo que más le preocupaba es que alguno rompiera algo, aunque no se lo dijo, claro.
-Calmaros – añadió-. No tenemos por qué discutir, somos amigos, estamos en el mismo barco. ¿Nuestra empresa sigue vigente o no? Porque por mi parte sabéis que le tengo muchas ganas. Ricardo, yo me alegro de que hayas encontrado una chica que te entienda, y de verdad espero que te funcione, pero sólo te pido que nos comprendas, hace unos días estabas como nosotros, los tres lo estábamos. Y tú, Jorge, no pienses mal de tú amigo, nos ofendes a mí y a él.
Jorge y Ricardo asintieron. Sabias palabras dijo. David era un chico un poco zopenco, no le brillaban mucho las luces de la azotea, pero de vez en cuando hacía unas reflexiones que ni Platón.
-Lo siento, -dijo Jorge-. Me he calentado.
-No pasa nada tío, todos estamos muy nerviosos y decimos lo primero que nos viene a la cabeza.
-Yo también espero que salga bien lo tuyo con Cristina, de verdad. Pero dime si aún sigues con nosotros.
-No lo dudéis chicos –respondió Ricardo.
¿Continuará?