SORPRENDEN A UN RECLUSO CON UN MÓVIL OCULTO EN EL RECTO AL SONAR EN PLENA INSPECCIÓN
Hay llamadas inoportunas y llamadas inoportunísimas. A esta segunda categoría pertenece la que recibió un recluso de la cárcel de máxima seguridad de Welikada, en Colombo (Sri Lanka), al teléfono móvil que ocultaba en el recto.
Según informa la agencia France Presse, el desafortunado recluso, de 58 años y que cumple una condena de diez años por robo, recibió la fatídica llamada durante un control rutinario en las celdas. Cuando los funcionarios escucharon un ring proveniente de la retaguardia del preso se percataron de que algo olía, como se suele decir, a chamusquina.
El reo fue enviado al Hospital Nacional de Colombo, donde una radiografía desveló que, además del celular, llevaba oculta en esta suerte de valija “natural” un kit manos libres. El pasado viernes era devuelto a la penitenciaría una vez liberados los aparatos.
Por el momento se desconoce el destino final del teléfono y, más importante, la identidad del engorroso comunicante y la razón de su llamada (que bien pudiera desencadenar una justificada vendetta).
El cuerpo humano, cuya vía de acceso principal es el trasero, es el medio más utilizado para sacar y meter objetos en una cárcel: teléfonos móviles (apreciadísimos entre rejas), drogas, dinero…
Algunos son capaces de convertir su cavidad anal en un auténtico almacén, caso del recluso sorprendido cuando intentaba introducir en la prisión de Lake County, en California, un teléfono móvil, un mp3, unos auriculares, tabaco, marihuana y 140 dólares en cash. Aunque la palma se la lleva en insensato que consiguió colar una pistola del calibre .38 en una prisión de Carolina del Norte metida en el culo.