Era a la provincia de Burgos, de vacaciones, con su mujer y su hija de 2 años, sentados en la mesa del restaurante La Posada Ducal. Aconsejaba a la mujer que hiciera un primer plato ya que el segundo le habían dicho que tardaría en servir. Son vecinos de Sant Pere Molanta, catalanoparlantes y, naturalmente, la lengua que utilizan entre ellos es el catalán. Pero al camarero que los atendía no le debió parecer tan normal porque los recrimino el uso del catalán mientras les exigía que entre ellos hablaran en español. Joan R. lo encontró insólito, incomprensible. El también se dedica a la restauración y nunca le habría pasado por la cabeza exigir a una pareja de clientes que hablaran entre elles en catalán. “Quien paga manda” o “los clientes siempre tienen razón” hacen las frases hechas en Cataluña. Pero Joan R. lo que le dijo, sin perder las formas con la desagradable sorpresa, fue hacer notar al camarero, que respondía al nombre Óscar, que a quien había hablado en catalán era “a mi mujer y no a el”. La respuesta del camarero de La Posada Ducal fue suficientemente clara: “tengo la escopeta a punto para el primero que lo intente”. Poco después, en insistir en la rareza de exigir a los clientes que entre ellos hablaran en castellano, pensando que posiblemente un cliente ingles o sueco no hubiera tenido este problema, el responsable de establecimiento, el tal Oscar, aseguró que en su casa “los ingleses hablan entre ellos en castellano”. La Posada Ducal es un establecimiento a la localidad de Peñanda de Duero, en plena DO Ribera del Duero, una bellísima región a la que se había desplazado de vacaciones a principio de setiembre Joan R. El restaurante es un conocido establecimiento de la zona al cual se dirigió por expresa recomendación de una bodega que había ido a visitar. “Quería hacer una buena comida y fuimos allí” y así se presentaron en la Plaza Mayor de este pueblo, donde hay el restaurante que también ofrece alojamiento, con la posibilidad de hacer reserva por teléfono (947 55 23 47) o bien informar-se a través de la pagina web
http://www.laposadaducal.com. No volverán, no solo por trato recibido “después de decir-me eso de la escopeta nos alzamos de la mesa y nos fuimos” sino porque se encontraron que su reclamación era archivada y que los responsables de La Posada Ducal ni tan siquiera intenten disimular la su animadversión hacia a “les nuevas generaciones de catalanes”, así, como suena, sin mas matizo ni preámbulo. Con estas mismas palabras lo hicieron notar en su respuesta a la reclamación interpuesta por Joan R. delante la Junta de Castilla y León que, por supuesto, consideraron el episodio poco más que una anécdota por sentenciar que no tenia “la suficiente relevancia como para considerarlo una infracción administrativa sancionable”. Desde el restaurante La Posada Ducal no solo se reconocieron los hechos “el hecho de (según el señor Juan R.) obligarles a utilizar el español en mi presencia fue debido a que lo poquito que quiero entender el catalán cuando se dirigió a su esposa no lo puedo asegurar pero me pareció que utilizó unas palabras despectivas hacia mi persona algo así como: Estos españoles...” según consta textualmente en la resolución de archivo de actuaciones previas, sino que se permitieron ir más allá, delante el beneplácito de la Junta de Castilla y León, porque, a continuación, enseñan las cartas y muestran la xenofobia que tienen a los catalanes. La Posada Ducal no se estuvo de decir, coma a despedida y por a justiciarse plenamente, que “con esta carta o alegaciones que les escribo si quiero mostrar mi gran preocupación por el gran cambio que se ha producido en las nuevas generaciones de clientes catalanes, las cuáles quedan totalmente definidas en la persona del señor Juan R. que a diferencia de generaciones más adultas deja mucho que desear en cuánto a maneras, educación y respeto”. El adiós y salida del restaurante tampoco fue muy amable, por interponer una reclamación e irse latente de no hablar en catalán por eso de la escopeta pero, al menos, Juan R. escucho una voz en la mesa de al lado que le decía que lo mejor que podía hacer era irse después de asegurar que “En Castilla no somos así”, “eso espero” asegura.