Tal y como reza la información de la solicitud de patente, la tecnología sería un método de “capturar la información biométrica para identificar a los usuarios no autorizados”, incluyendo en ello las huellas digitales e incluso la activación de vídeo o fotos. Además, esta información que se recopila sería almacenada y enviada a un servidor donde la policía podría hacer uso de ella en el caso de que la persona realice una denuncia.
Por tanto, se trata de un sistema bastante simple. El sensor Touch ID, la cámara frontal y el micrófono ya se encuentran en cada dispositivo de la compañía, y lo único que tienen que hacer es encenderse sin alertar al posible ladrón. La patente también describe varias posibilidades de configuración del sistema, por ejemplo para decidir cuántos intentos de acceso permitir antes de que salte la captura de datos.
Una gran idea no exenta de potenciales problemas. Podemos imaginarnos la polémica que existiría si la tecnología acaba recopilando información de amigos o familiares que han tomado el móvil, peor aún en el caso de menores que tengan en sus manos el teléfono de un padre. Como apuntan en varios medios, la propuesta podría enfrentarse a un problema de cierta inestabilidad en el terreno jurídico, por almacenar datos sin notificar a los usuarios. Un terreno pantanoso de difícil solución para una propuesta cuyo método se basa en el registro, recopilación y envío a servidores y terceros de datos personales sin el consentimiento de la persona afectada.