Mentían, mentían como bellacos, todos ellos, tan farsantes e hipócritas que habían conseguido maquillar con una capa de color su oscuro y verdadero rostro. Por un lado ellas, tan tolerantes y simpáticas desde la distancia, pero tan intolerantes y superficiales como las demás en cuanto intentaba intimar, pensando, ingenuo de mí mismo, que mi diferencia no sería un obstáculo. Ellos tampoco eran mucho mejores, la careta de la falsa amistad y la integración barata se rompía con las contínuas bromas pesadas y esa supuesta superioridad por poder ver la realidad que sus ojos le mostraban, y que a mí, nunca habían podido mostrarme.
No pocas veces pensaba en que sólo un ser sobre la tierra me quería de verdad, mi perro, o quizás tampoco me quería, y lo único que le mantenía cerca de mí era tan sólo la comodidad de tener alojamiento y comida asegurada. Pero bueno, realmente no sufría más que muchos de aquellos que creen estar rodeados de grandes y fieles personas, teniendo en realidad un círculo de temporales aliados en su mayoría, que tarde o temprano desaparecerán. Aquellos que solo mirarán tu cartera, tu físico, tu casa, tu coche, tu popularidad, y que tan pronto como encuentren un mejor partido no dudarán en sustituirte. Me sentía mal cuando me daba cuenta de estos aspectos tristes de la vida, y sobre todo de mi vida, pero por suerte mi enfermedad me daba una ligera ventaja respecto al resto de la gente, yo, a diferencia de ellos, no tenía esa molesta venda que eran los ojos, y podía mirar más allá de una simple forma corporal, una prenda, un peinado y en general...de artificios que nunca debieron cobrar mayor importancia que la que tenían, ninguna.
Un simple texto, de esos que te salen solos, acepto opiniones constructivas y correcciones ortográficas si hicieran falta, que creo que no, pero no estoy seguro.