Os dejo una cosilla por aquí.
Tiene un qué sé yo la noche roja
con su cunita de mimbre
y su angosta sábana rosa.
Cansada, se me arropa el alma en ella,
dejando la panza al aire
mientras busca tímidos luceros
en el terciopelo que cubre
ese eterno cuerpo de mujer lozana,
inmemorable, ¡cuán serrana!
¡Un mar rojo!
Y me pierdo bordando fantasías
con un hilo grana
y una diminuta aguja oxidada,
en cada curva,
en cada insinuación de su silueta,
en cada palmo de mi lujuria
que se extiende a lo lejos,
desde mi cama,
hasta las ardientes colinas
de su sexo, que susurran:
-Mañana.
Mas mi corazón implora, ahora.
Tristes están mis lirios
en solemne procesión callada,
silenciosos capirotes
manchados de sangre
en su más sagrado blanco.
Anatemas de mi virgen ciega,
en el carrusel de las memorias
que no pueden ser olvidadas.
Luna buena, luna amada, la más clara,
¡brilla! ¡Brilla fuerte luna mía!
Y tráeme esta noche
la más tierna golosina
de mis mañanas,
para olvidar hasta la última
almendra amarga,
que cada día recojo
de los tristes almendros
de mi plaza soñada.
Un saludo a todos.