Os dejo con este pequeño microrrelato. Carece de pretensiones, lo he terminado en unos diez minutos, no lo he corregido y me lo tomo más como un mensaje de mi subconsciente. No escribo desde hace más de dos años. DeFT, ¿me firmarás después de tanto tiempo? (No me he conectado al messenger más que un par de veces desde que te lo di y no te he pillado, la verdad). Bueno, el texto:
«Ahora escribir da vértigo».
Fue lo último que pensó mientras suspiraba y cerraba de un golpe seco su portátil. Al levantarse de la silla, giró la cabeza y se asomó por la ventana. Aunque todavía eran mediados de septiembre, ya refrescaba y comenzaban a soplar las primeras brisas del otoño. La luz de la farola tintineaba como de costumbre, pero a su alrededor ya no revoloteaban los mosquitos que semanas antes habían acribillado a los vecinos. Las nubes se desplazaban hacia el oeste, como espantadas del presumible amanecer que comenzaría en unas horas. La calle permanecía desierta y nada parecía perturbar la paz de aquella madrugada. Una noche más. Una de tantas otras.
Mientras bajaba la persiana que dejaba completamente a oscuras la habitación, continuó hilvanando sus pensamientos. «Los veranos siempre se me han dado mal. Pero joden más cuando terminan». Resopló y se tiró sobre la cama. Cerró durante un rato los ojos. Cuando los volvió a abrir, sus pupilas no lograron acostumbrarse a las nuevas condiciones lumínicas y no distinguía nada en su habitación. «Podría relatar la vida de un ciego que solamente lo es por la noche. Joder». Bufó de nuevo y tras un par de vueltas, se aupó del colchón. De un salto, plantó de nuevo sus pies sobre el frio mármol del suelo y trató de levantarse.
De pronto, sintió que les desfallecían las piernas y sus ojos aún no distinguían nada en la habitación. No le preocupó en exceso porque se encaminó a la ventana. Iba a volver a asomarse. Sintió que le faltaba aire.
Cuando dio sus primeros pasos descubrió horrorizado que, aún habituado a la distribución de todos los bultos de su cuarto, era incapaz de caminar. No de la manera en la que no veía, al menos. Arrastró los pies y el pánico pareció apoderarse de él cuando sintió que llevaba mucha distancia recorrida como para no haberse tropezado ni siquiera con el armario. «Dónde coño estoy». Trató de tantear algo, a ciegas. Pero no alcanzó nada. La oscuridad le seguía abrumando.
Después de veinte minutos caminando a zancadas, le invadió una repentina serenidad. Sobre sus hombros pesaba ya demasiada oscuridad como para soportarla, por lo que su columna se partió en dos. En el suelo, siguió arrastrándose entre la negrura por el mero afán de sentirse vivo. Pero sonreía consciente de que no necesitaba ni siquiera sentir mucho más que el vacío que le envolvía. Mientras parecía ahogarse salivando y farfullando lo que parecía una suerte de carcajada, consiguió levantar un brazo y dirigir la palma de su mano hacia su cara. Se tocó la mejilla y no sintió nada. Continuó carcajeando. Cada vez le costaba más respirar. Se rascó sus párpados con el dedo índice. Hizo pinza con el pulgar y apretó entre las cuencas de sus ojos. Sus globos oculares salieron de sus órbitas con un sonoro “cloc”. Cogió sus ojos, y empezó a tirar. El nervio óptico se desprendió sin mayor resistencia.
Dejó de respirar y siguió farfullando su carcajada durante medio minuto más.
Ahora escribir ya no le daba vértigo.
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EDIT. En la primera relectura me he dado cuenta de que la transición, a pesar de que aspiraba a su brutalidad, es excesivamente brusca. Bueno. Es lo primero que me ha salido, y carece de pretensiones. Lo dicho.
De paso una pregunta, ¿en qué momento deja de ser un microrrelato tal cosa para ser un relato?