Suena música. Suena una canción que tengo gracias a ti y miro fotos. Es raro esto de ver una foto tuya, oír esta canción que tanto te encanta y no tener la sensación de la primera vez que la escuche contigo. Curioso cómo pueden cambiar tanto las cosas, mientras nosotros permanecemos inconscientemente ajenos a los cambios respecto al ahora y al futuro, a los futuros contrastes entre aquella primera vez que oí la canción: Tumbados, en relax, a veces con besos, abrazos y juegos; y ahora... ay... ahora...
Ahora todo reafirma mi teoría de que lo hice mal. De que la cagué. Y de que es demasiado tarde de arreglar, aunque sea a medias, aquello que acabé en un bonito principio.
Aún no sé si era miedo o culpabilidad al haber habido siempre alguien ajeno a nuestra corta historia. Alguien de quien nunca te hablé pero que siempre estuvo ahí, escuchando, mirando, alerta... No de una manera física, pero su presencia estaba en mi, en mi pecho, aunque intente encogerlo en el lugar mas recóndito de mi corazón.
Sentí no haber podido echarle.
Y ahora lo siento al cubo: por él, por ti, por mí.... por el que podía haber sido un buen nosotros.
Algún día dejaré de ser una niña, quizá comience ya a dejar de serlo, pero es muy tarde para que te lo pueda enseñar...
La canción se acaba.
Sigo mirando fotos en las que las sensaciones y recuerdos nunca terminan.