Es una estafa y una tomadura de pelo.
Este señor, el director, se piensa que por tratar temas desde una especie de pseudo filosofía (de baratillo) al estilo new age cutre luxe, sus películas hay que valorarlas desde otra perspectiva, o algo por el estilo.
El guión no tiene NO PIES, NI CABEZA. La película se trata de un continuo dislate de información, al servicio de una moraleja que lamentablemente queda ahogada e idiotizada por la obra.
Y no me vale decir que es un cuento, porque los cuentos, por lo menos los clásicos, tienen una estructura mucho más lógica y razonable. El mero hecho de convertir lo difícil, en fácil es ya un arte, pero querer crear esa simpleza desde la artificialidad y el artificio es un ejercicio de ridícula vanidad intelectual por parte del amigo Night.
Por cierto, desde luego, los niños, por el mero hecho de serlo, NO son estúpidos.
En Estados Unidos llevan ya tiempo dándole jarabe de palo verbal y él, el guionista-director-productor-actor, el auténtico heredero de Orson Wells (si no su propia reencarnación), se siente muy ofendido porque en el país de las hamburguesas no entienden la inmensa profundidad de su arte visual. Pues no, de hecho sí lo entienden, es más lo tienen más que calado y de ahí el chaparrón.
Desde luego tendría un gran futuro como vendedor de fuegos artificiales, ilusionista o incluso como trilero (sí, los de los daditos), porque lo de vender burras se le da bastante bien.