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AMSWORLD escribió:Hola. Soy Educador Social y he trabajado en centros de menores.
Lo más común es que son centros en los que los menores NO han cometido delitos. Pueden estar ahí por muchos motivos, no tener familia que se pueda hacer cargo de ellos, haber sido maltratados, que su propia familia los haya entregado a la administración, que sean menores no acompañados, etc.
Cada Comunidad Autónoma es un mundo propio así que cada una organiza un poco como quieren / pueden. Pueden existir centros grandes que igual tienen 50 menores allí o pueden ser pisos en los que viven 4 o 5 menores. Esto ya como digo... es muy variable de una comunidad a otra.
Los menores que allí hay pues puede haber que tengan problemas de comportamiento (ya simplemente el hecho de que los envíen a un centro de protección de menores es un trauma importante) y menores que no los tengan más allá de lo que cualquier otro niño o niña podría tener. Lo que sí se suele hacer es que menores que tengan autismo, Síndrome de Down o cualquier otra cosa similar, suelen ir a centros específicos para ellos donde cuenten con mejores medios para atender sus necesidades específicas.
Espero que te sirva un poco mi respuesta así a grandes rasgos.
AMSWORLD escribió:@rufino193 depende del caso particular de cada niño. No todos los niños o adolescentes que están en un centro de protección de menores se pueden adoptar o acoger (adopción y acogimiento familiar son dos cosas diferentes).
Normalmente la prioridad es que los niños puedan volver a sus familias (si es por una situación familiar que se pueda arreglar), en segundo lugar se intenta si se pueden quedar con familiares (abuelos, tíos, etc.) y si no pues ya pasarían o a acogimiento o a adopción. En cualquier caso, si los niños son menores de 3 años, van directos a acogimiento en familia ajena si no hay familia biológica que se pueda hacer cargo.
Otros casos, por su complejidad o porque el menor tenga comportamientos conflictivos en familia o porque sean adopciones complicadas (por ejemplo, grupos de hermanos es mucho más difícil ya que no se les da en adopción separada) pueden permanecer en los centros hasta que cumplen los 18 años. También incluyo aquí a los adolescentes, a partir de los 12 años es muy difícil que una familia quiera adoptarlos o acogerlos.
@pedrinxerez también he trabajado en un centro de protección de menores, específico para MENAS adolescentes y bueno, eso es otro mundo diferente del todo. Sí que los hay que pueden ser conflictivos, de hecho, dentro del centro vivimos situaciones bastante difíciles. Otros tenían claro que querían llevar una vida normalizada (y pasaban de meterse en líos) y hoy en día son adultos que tienen su trabajo y su vida formada sin ningún tipo de problema. Aún con los más conflictivos, debo decir que siempre me respetaron y tuvieron un trato correcto conmigo. EDIT: algunos sí se escapan, no suele ser lo habitual, pero sí que puede ocurrir. Tuvimos algunos de 12 y 13 años que después supimos que estaban en Alemania y Alemania se los quedó.
Estas familias o personas colaboradoras se comprometen a compartir periodos de tiempo determinados (generalmente no lectivos como fines de semana, festivos, vacaciones, etc) con una niña, niño o adolescente que reside en un centro de protección de menores. Dicha convivencia puede ser en el domicilio familiar, o en el lugar donde transcurran las vacaciones de la familia.
El programa de familias colaboradoras con los centros de protección persigue distintas finalidades, entre las cuales en encuentran:
Permitir participar a los niños, niñas y adolescentes en actividades alternativas a las del centro de protección.
Proporcionarles un entorno donde puedan aprender a relacionarse y convivir en familia, así como conocer e interiorizar un modelo de dinámica familiar adecuado y de relaciones afectivas positivas.
Establecer vínculos emocionales sanos con las persona o familia colaboradora, un aspecto clave en su desarrollo emocional, personal y social.
Ampliar su red de apoyo social, un recurso valioso para obtener ayuda durante su crecimiento y posterior incorporación a la vida adulta independiente.